Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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Bajo el ojo del profeta

25.02.2015 Le Monde, Michel Guerrin Traducido por: jpic-jp.org En  2004, el cineasta Jordan Yahya Alabdallah realizó un cortometraje titulado Seis minutos, disponible en Youtube. Una cámara pregunta a estudiantes y transeúntes si conocen a ciertos personajes, un determinado país o un hecho histórico. Ellos no lo saben. 

Ellos no saben quién es Vivaldi, Freud, el activista palestino Ghassan Kanafani, Tchaïkovski, Nietzsche, Tolstoi, el poeta sirio Mohammed Al-Maghout. Ellos no saben dónde queda Hungría y cuando tuvo lugar la revolución francesa. El film concluye con la siguiente afirmación: «El niño árabe, fuera de la escuela, lee seis minutos por año». 

Las estadísticas de la Unesco y las de la Liga Árabe van en la misma dirección: 6 minutos por escolares árabes frente a 12.000 minutos por los escolares europeos. Esto tiene explicación. Según la Unesco, en  2009, el analfabetismo tocaba cerca del 40 % de los arabes mayores de 15 años – sobre todo mujeres. La realidad es aún peor, según  Abderrahim Youssi, profesor de la universidad Mohamed V, en Rabat, quien, en Le Monde fechado  22-23 julio de 2012, afirmó que «la mitad de la población árabe» es analfabeta. Los jóvenes árabes tiene problemas hasta con su propia lengua por múltiples razones, incluyendo las siguientes: – el árabe clásico, reservado para las élites, y el árabe hablado, popular.  Mohamed Charfi, anterior ministro de educación en Túnez, en 1998 declaró a Le Monde: «Yo no creo que un pueblo pueda en un largo plazo seguir escribiendo una lengua que no habla ni hablando una lengua que no escribe». 

Y, además, el fenómeno se acentúa por causas religiosas, ya que los imanes impulsan el árabe clásico porque es más apegado al Corán. Con este precedente, según Abderrahim Youssi: «Cuantos científicos, poetas, potenciales escritores, o simples ciudadanos cumplidores, se encuentran, desde el primer día de su existencia, mentalmente mutilados de por vida?» Mutilados y adoctrinados, puesto que la enseñanza escolar está impregnada de religión. Esto no es nuevo, pero el fenómeno está creciendo, explica Mohamed Métalsi, director de acciones culturales en el Instituto del Mundo Árabe (IMA), en Paris: «Para los pequeños, la educación es fuertemente religiosa. Para los grandes, la enseñanza de la filosofía se adhiere a los textos musulmanes. Afuera la Grecia y los iluministas». Moulim El Aroussi, comisario de la exposición «El Marruecos contemporáneo» afirma lo mismo. «Lo que es nuevo, es el dar sermones durante las clases desde la primaria hasta el nivel superior, siendo así que un profesor de matemáticas encuentra la manera de hablar de religión». Mohamed Charfi deseaba un «divorcio entre la lengua y el Corán». Pasa todo lo contrario. Todo el engranaje de la vida social en los países árabes, están impregnados de religión. Y cada cosa está bajo el ojo del profeta.

No solo la religión, oprime  la cultura en los países árabes. La dictadura, la pobreza, la corrupción, la guerra, son otros agentes hostiles. Con el resultado que ningún estado árabe ha tenido, a lo largo de decenios, otra política cultural que aquella de censurar los autores. Los únicos proyectos ambiciosos se dan en las monarquías petroleras y el Qatar – de dictaduras que sueñan darse visibilidad adoptando en el arte los estándares mundiales.

Tomemos los datos sobre las publicaciones. Según el «Reporte Árabe sobre desarrollo humano» de 2002, patrocinado por las Naciones unidas, han sido publicados menos libros en un año en todos los países árabes (380 millones de habitantes) que en España (47 millones). Y esto no mejora. Esta región del mundo está rezagada, excepto por los libros religiosos, que constituyen el 17% de la producción, frente al promedio mundial del 5%. Según Moulim El Aroussi, «En el mundo árabe en cada feria de libro se encuentra el problema del libro islámico, económico, bien impreso y a veces entregado gratuitamente en vez de ser vendido».

Pasa lo mismo con la traducción de los libros: según un reporte de las Naciones Unidas de 2003, en el mundo árabe no se habrían traducido más de 10.000 libros en mil años, siendo la cantidad que España traduce en un año. Esta información es cuestionada. Pero Mohamed Métalsi confirma la tendencia: «Las grandes obras occidentales son muy poco traducidas. Y las traducciones son con frecuencia mediocres». Las grandes universidades árabes pierden también su brillo. «Esto es evidente en el campo de las ciencias humanas, donde el investigador reflexiona lo social, y por lo tanto produce cuestionamientos a los estados, a pesar de afrontar una islamización rampante», explica Mohamed Métalsi. De igual manera constata Moulin El Aroussi: «Hay cada vez menos investigadores serios que saben reconocer la diferencia entre la religión y la ciencia». Otro signo: las centenas de intimidaciones, censuras, actos de vandalismo, encarcelamientos que sufren las autores. Antes como después de la «primavera árabe», y en todos los países, agrega Moulim El Aroussi.

El caso más reciente es el film Exodus, de Ridley Scott, que, en diciembre 2014, fue censurado en Marruecos con el pretexto de que estaría representando a Dios; en Egipto, debido a que los judíos son presentados como los constructores de las pirámides; en Emiratos debido a que el film contiene «errores religiosos».

A algunos países árabes les va mejor que a otros, y surgen obras magnificas aquí y allá. Pero son estrellas fugaces en una región del mundo  que se desliza hacia el oscurantismo, dice Mahomed Métalsi. Con esta consecuencia, señalada por el escritor Zafer Senocak, en Le Monde del 20 de enero: «Los terroristas reclutan en una comunidad cada vez más y más numerosa, formada por masas musulmanes incultas».  Mohamed Métalsi hace un vínculo entre el empobrecimiento de la cultura en los países árabes y las manifestaciones recientes en contra de Charlie Hebdo? «Seguramente! Esta incapacidad de tomar distancia, juzgar por uno mismo, el hecho de ver imágenes sin saber leer, todo conduce a eso».  

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