La encuesta realizada por ComRes para la Alianza Evangélica también halló que casi la mitad de los entrevistados creían que era extremismo definir al matrimonio como una unión solo entre un hombre y una mujer. El Dr. David Landrum, director de la Alianza Evangélica, que representa a unos dos millones de evangélicos, dijo: "El lenguaje del extremismo es una receta para el caos y la división. Esta encuesta señala la escala de la confusión moral en nuestra sociedad, ya que el público no tiene manera de decidir si algo es extremista o no. También anticipa la división que podría darse si el Gobierno persiste en tratar de utilizar el extremismo como una forma de regular ideas pacíficas en la sociedad. Aparte del terrorismo y la incitación a la violencia, el extremismo no sirve como una prueba decisiva para juzgar las creencias y opiniones pacíficas. De hecho, en los últimos dos años,  el gobierno ha intentado y fallado en definir al extremismo con precisión, y esta encuesta demuestra que el público comparte esa confusión".

Es un descubrimiento, la encuesta de 2.004 personas anotó que el 28% considera a Jesucristo como un extremista. El 13% piensa que el Dalai Lama podría ser considerado uno de ellos, el 20% afirma lo mismo de Gandhi mientras que el 25% opina que Martin Luther King y Nelson Mandela podrían serlo. Un total de 41% de los encuestados dijeron que los que creían en el matrimonio tradicional eran extremistas. También se encontró por medio de la encuesta de que el 48% de la gente no pensaba que la abolición de la monarquía era extremismo, mientras que la misma proporción dijo que no era extremista darle a los animales los mismos derechos de los seres humanos.

La encuesta se llevó a cabo justo semanas después de que el Gobierno anunciara una Comisión para Combatir el Extremismo, no sólo para luchar contra la ideología islamista, sino que también para "apoyar al Gobierno a eliminar la ideología extremista en todas sus formas, tanto a través de la sociedad como en el Internet, con el fin de impedir que se difunda por un medio seguro".

Las Iglesias se han mostrado muy escépticas sobre la eficacia de estrategias para luchar contra la difusión de ideas consideradas como extremistas, dada la naturaleza subjetiva y cambiante de cómo se puede definir el extremismo. Algunos grupos cristianos ya se han quejado de que las medidas tomadas para combatir la expansión del islam radical se han utilizado como pretexto para imponer ideologías secularistas a los niños en las escuelas religiosas. Temen en una mayor interferencia en las instituciones e iglesias cristianas, si hay mal uso en los nuevos poderes contra las organizaciones pacíficas que no comparten los valores emergentes del estado secular.

El Dr. Landrum afirma entonces: "El gobierno ha fallado en definir el extremismo, y el público está claramente dividido sobre cuáles son las ideas que son extremistas. Por lo tanto, parece improbable que un comité recién establecido, como es una Comisión para Combatir el Extremismo, resuelva tales problemas. No es aconsejable promover  una sociedad en la que la inestable opinión pública pueda usarse para determinar cuáles puntos de vista deban ser considerados extremos o aceptables".

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