Transformar los sistemas alimentarios es una responsabilidad, no una elección. Necesitamos este cambio. Solo lo lograremos si unimos fuerzas y actuamos en la misma dirección (Sophie Healy-Thow).
Durante más de una década, agricultores, pescadores, ganaderos y trabajadores de la alimentación han exigido una transformación del sistema alimentario para que sea enraizado en la soberanía alimentaria y la agroecología. Esta visión se basa en una nueva fundación, re-diversificación y reubicación de los sistemas agrícolas (Ver The UN Food Systems Summit: How Not to Respond to the Urgency of Reform).
Es en esta perspectiva que el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres convocó en octubre de 2019 la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios (UNFSS). La cumbre, que está programada para finales de septiembre de 2021, tiene como objetivo reunir a los Estados, varias entidades de la ONU, la sociedad civil y las empresas para desarrollar ideas sobre cómo transformar los sistemas alimentarios mundiales. La creciente toma de conciencia de los vínculos entre el cambio climático y los sistemas alimentarios agroindustriales, así como la pandemia del Covid-19, que expuso las vulnerabilidades existentes en las cadenas de producción mundial, han reforzado la necesidad de un cambio profundo (Ver Le Sommet des Nations Unies - UNFSS - changera-t-il la donne ?). Esta es una gran oportunidad para darle al tema sobre los sistemas alimentarios la importancia que se merece.
No obstante, la sociedad civil internacional y otros actores están preocupados por la forma en que se organiza esta cumbre y los riesgos que plantea para la futura gobernanza mundial de la seguridad alimentaria. Tres expertos en derechos de las Naciones Unidas (Michael Fakhri, Hilal Elver y Olivier De Schutter. El primero es el actual relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación y los otros dos han ocupado el mismo cargo), expresaron sus preocupaciones y advirtieron que no sería una “cumbre de los pueblos” si no se rediseñaba con urgencia (ver Un sommet de l’ONU sur l’alimentation vivement contesté).
En primer lugar, en la preparación a la Cumbre pasó por alto a los organismos que ya están haciendo el arduo trabajo de gobernar los sistemas alimentarios mundiales. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU ya tiene la estructura que los organizadores de la Cumbre reconstruyeron apresuradamente: un espacio para discutir el futuro de los sistemas alimentarios, un compromiso global a favor del derecho a la alimentación, mecanismos para involucrar a la sociedad civil y al sector privado según sus propias condiciones y un panel de expertos que proporcionan informes periódicos de vanguardia. En otras palabras, todos ya están en la mesa. La Cumbre ha claramente y quizás deliberadamente desviado su atención de los gobiernos del CSA.
En segundo lugar, las reglas para implicarse en la Cumbre fueron determinadas por un pequeño número de actores. El sector privado, las organizaciones al servicio del sector privado (especialmente el Foro Económico Mundial), los científicos y los economistas iniciaron el proceso. La mesa se abrió con sus opiniones, conocimientos, intereses y prejuicios. Los inversores y los empresarios que trabajan en asociación con los científicos definieron la agenda, y se invitó a los gobiernos y actores de la sociedad civil a trabajar dentro de estos parámetros. Inevitablemente, esto significa que la atención se centró en lo que el pequeño grupo veía como soluciones evolutivas, favorables a la inversión y “intercambiables”. Leyendo entre líneas, eso significa sistemas agrícolas controlados por IA (Inteligencia Artificial), edición de genes y otras soluciones de alta tecnología orientadas a la agricultura a gran escala.
Como resultado, las ideas que deberían haber sido el punto de partida para una “cumbre de los pueblos” fueron efectivamente descartadas. Una verdadera cumbre cuestionaría el impacto del sistema industrial alimentario en la alimentación, la salud, el clima y la biodiversidad y tendría, en su base y fundamento, los intereses y la participación significativa de los campesinos, pequeños agricultores, ganaderos, pescadores, personas de los pueblos indígenas y jardineros urbanos que alimentan a la inmensa mayoría de la población del planeta (Ver Des milliers de personnes se mobilisent pour réclamer des systèmes alimentaires qui profitent aux personnes et à la planète, et non aux grandes entreprises). Para que esta Cumbre aborde verdaderamente el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, que tiene como enunciado “Acabar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible”, debe abordar las siguientes recomendaciones:
• El derecho a la alimentación debe estar en el centro de todos los aspectos de la Cumbre, asegurando que quienes están en el poder rindan cuentas;
• La agroecología debe ser reconocida como un paradigma (si no el paradigma) para transformar los sistemas alimentarios, junto con recomendaciones concretas para apoyar la transición agroecológica;
• El CSA debe ser designado como el punto focal para los resultados de la Cumbre, y el lugar donde se discute e implementa, utilizando sus mecanismos de participación inclusiva.
Véase también en inglés United Nations Food Systems Summit 2021. Y también Rise up against corporate food !, en francés con subtítulos en inglés. Y para saber de qué se habló en la Pre-cumbre en Roma, 26-28 de julio de 2021, ver On-demand: Sessions.
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