El agua ya es un bien en disputa. Piensen en el volumen de negocios que giran en torno al agua embotellada. O incluso en la prisa de las grandes multinacionales por apoderarse de las mayores reservas de agua del mundo. Entrevista a Alessandro Mauceri, secretario de la Escuela Nacional Ambiental y autor del ensayo "Guerra contra el agua", sobre la situación en Italia.
Las fuertes olas de calor de los últimos tiempos han vuelto a poner en primer plano un problema italiano y mundial. ¿Cuáles son las razones de la crisis del agua en Italia?
Las razones son principalmente tres. La primera es la gestión de las plantas de recogida y distribución del agua: hoy todos los medios hablan de las cuantiosas pérdidas que, en algunos casos, alcanzan y superan el 50%, pero no es un problema reciente: se habla desde hace décadas, y hasta ahora, poco o nada se ha hecho para solucionarlo. No debe olvidarse que las tuberías (así como los depósitos colectores) requieren un mantenimiento constante. Cuando no se hace, se llega a un punto de no retorno, en el que se requieren intervenciones radicales que, es obvio, necesitan grandes inversiones. Ahora hablamos del PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia), pero no debemos olvidar que no es la panacea para todos los males y, sobre todo, que en Italia el PNRR tiene también un coste para los ciudadanos. La gestión de los estanques colectores es un problema que la Escuela Nacional de Medio Ambiente, Movimento Azzurro viene denunciando desde hace mucho tiempo: “sin remover el lodo que se encuentra en el fondo de estos estanques, su caudal se reduce considerablemente, año tras año”.
La segunda causa de la crisis del agua es el cambio climático extremo que está reduciendo la disponibilidad de recursos de agua potable. Atención: lo que falta no es 'agua', a veces ni siquiera 'agua dulce', lo que falta es agua para uso humano.
La tercera razón, no menos importante, es que en Italia (como en casi todos los países desarrollados) falta por completo la cultura del 'no desperdiciar'. El estilo de vida de los italianos (como el resto de europeos y muchos otros países 'desarrollados') no tiene en cuenta este importante factor. Dos ejemplos. El primero es el hábito de usar agua potable para el desagüe del inodoro: en la práctica recolectamos agua fresca, la purificamos, la distribuimos (perdiendo cerca de la mitad en el camino) y luego la usamos en los desagües del baño. Es una paradoja que no encuentra justificación lógica. El segundo 'desperdicio' está relacionado con el estilo de vida y los hábitos alimentarios. Desde hace años (por no decir décadas) se sabe que elegir un determinado estilo de vida, una determinada alimentación es más saludable y además tiene un menor impacto en el medio ambiente. Desde este punto de vista, Italia parece estar entre los países más avanzados. Según varios estudios, la dieta 'mediterránea' (no en vano, fue nombrada patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO) no solo 'es buena', sino que también permite un importante ahorro en agua 'virtual' (la cantidad de agua necesaria para producir un determinado bien). Solo por dar un dato: según algunos estudios, volver a la dieta mediterránea ahorraría 1.400 litros de agua virtual por persona y día. Basta multiplicar este número por los habitantes de Italia y por 365 para comprender cuál sería el impacto de una elección correcta de alimentos en las reservas nacionales de agua.
En medio de la emergencia por sequía, llegan datos dramáticos del ISPRA (Instituto Superior de Protección e Investigación Ambiental): la disponibilidad del agua en los últimos treinta años desde 1991 a 2020 ha disminuido en un 30%. ¿Esta situación va a empeorar debido a los efectos del cambio climático?
Según las evaluaciones del modelo hidrológico BIGBANG de ISPRA, la disponibilidad media anual de recursos hídricos, calculada a largo plazo 1951-2020, asciende a aproximadamente 141.900 millones de metros cúbicos, de los cuales 64.000 millones van a recargar los acuíferos. Este dato, en las últimas tres décadas, muestra una tendencia negativa. Pero eso no es todo: se evidencia un deterioro del 19% con respecto a las tres décadas anteriores (1921-1950). Esto demuestra que la situación actual no es un fenómeno 'extraordinario' ligado a una rápida evolución del clima, sino que es una circunstancia conocida desde hace décadas. Pero nadie se ha molestado en hacer algo al respecto. Como hemos mencionado en reiteradas ocasiones (también con motivo de la IOM/Naciones Unidas IMRF -International Organisation of Migration, International Migration Review Forum-, que se celebró en Nueva York del 17 al 20 de mayo pasado) existen dos tipos de emergencias: las repentinas y las que se van generando a lo largo, no de los años, si no décadas. Ambas son importantes, y para ambas, los gobiernos (especialmente los de los países desarrollados, la situación no solo preocupa a Italia, sino a muchos países europeos y también a los EE. UU) deben implementar medidas preventivas adecuadas, pero no lo hacen. El caso es que hacerlo cuesta. Entonces, en muchos casos, en lugar de 'hacer'. Se prefiere 'estudiar cómo hacerlo'. Así que todos los países están llenos de planes para las emergencias (incluso emergencias de agua) pero no hacen casi nada para prevenirlas o enfrentarlas. Obviamente, cuando uno de estos eventos ocurre o alcanza un nivel crítico, ya no se puede posponer.
Con respecto a la demanda de agua en Italia, los datos proporcionados por la base de datos de la European Environment Information and Observation Network (EIONET), transmitidos por ISTAT (Instituto Nacional de Estadística), el uso total anual promedio de agua para Italia es aproximadamente 37,7 mil millones de m3. Al comparar este valor con el recurso hídrico anual promedio disponible, está claro que Italia se encuentra en una situación de estrés hídrico, y seguro que la situación no mejorará, ni a corto ni a medio plazo.
En Italia, la escasez de agua se debe a las olas de calor y a las enormes pérdidas en el servicio de distribución de agua potable: un tercio se pierde en el camino. ¿Cuáles son las consecuencias de este problema?
Las consecuencias son asombrosas. En primer lugar, la cifra de un tercio se refiere a la media nacional, pero si se mira a las grandes ciudades italianas, el porcentaje de agua perdida es mucho mayor, llega al 50% o más. La primera consecuencia es que se dimensionan las plantas para una demanda mucho mayor que la real. La cantidad de agua tratada, depurada y en red también es mayor. Esto significa mayores costos para los ciudadanos, mayores costos de energía y mucho más. A esto se suma un aspecto del que nunca (o casi) se habla, que la mayor parte del agua dulce empleada no se destina al uso civil sino al uso agrícola. Alrededor del 14 % de los recursos hídricos italianos se utilizan para beber, más del 65 % se extrae para fines de riego en la agricultura o la ganadería y el resto para uso industrial.
La reutilización en agricultura de al menos una parte del agua para uso urbano tendría grandes beneficios. También es importante prestar atención al tipo de productos agrícolas que se cultivan o crían, algunos requieren cantidades de agua mucho mayores (la ganadería requiere mucha 'agua virtual'). La forma de producir también es importante, pensemos en las producciones intensivas que exigen mucha agua. Cuestiones todas que se conocen desde hace décadas: en 2009, por ejemplo, el Water Resources Group estimó un déficit mundial de agua del 40% para 2030, pero nadie hizo nada, prefirieron seguir hablando sólo de CO2, incluso en este caso sin hacer mucho, a nivel global, las emisiones han seguido aumentando con importantes consecuencias climáticas y ambientales, también sobre los recursos hídricos.
Ud., es el autor del ensayo "La guerra del agua". ¿Cree que este es un escenario plausible en el futuro cercano?
No es plausible, es ya una realidad. Ya se están produciendo enfrentamientos más o menos violentos por el agua en varios puntos del planeta. Piense en el fenómeno del acaparamiento de agua que a menudo acompaña al acaparamiento de tierras. Piense en el enfrentamiento entre países por la gestión de las reservas de agua dulce. Sobre esto, es bueno hacer una aclaración. A nivel mundial, pocas de las principales fuentes de agua dulce se encuentran dentro de las fronteras de un solo país. La gran mayoría son 'compartidas', en otras palabras, cruzan las fronteras de diferentes países. Un ejemplo es el caso del Nilo, que siempre ha sido una herramienta esencial para la vida en Egipto. Pero antes de llegar a Egipto, el Nilo atraviesa muchos otros países. Bastó que uno de ellos, Etiopía, decidiera construir una mega represa en este río para cubrir las necesidades energéticas de su país (un derecho más que legítimo) para que se produjera el choque, incluso armado. Solo la intervención de la ONU y la Unión Africana (gracias a la República Democrática del Congo, actual presidente) ha evitado hasta ahora lo peor. En otras partes del planeta, el agua se utiliza para atacar a un segmento de la población: en Gaza, los israelíes han racionado al límite las reservas de agua destinadas a los palestinos. Otras veces el agua se vuelve 'estratégica': en el Mar Meridional Chino, China literalmente ha 'construido' un grupo de islas artificiales sobre el agua, para expandir su control militar sobre esta zona 'caliente'. En Italia también está en marcha una 'guerra contra el agua', se han realizado intentos durante varios años para privatizarla.
Entonces, ¿el agua ya no será un bien público sino un bien en disputa?
El agua ya es un bien en disputa. Piense en los problemas de la mayoría de los centros de gestión del agua en Italia, en la facturación que gira en torno al agua embotellada, en la prisa de las grandes multinacionales por apoderarse de las mayores reservas de agua del mundo. Fenómenos que están ya más adelantados de lo que se piensa. El aumento de la población, la disminución de los recursos hídricos y las infraestructuras deterioradas están unidos por un único factor por el que los especuladores están dispuestos a apostar: el agua. Un recurso sobre el que ya especulan grandes grupos financieros con acciones financieras como el S&PGlobal Water Index y el World Water Index. Bertrand Lecourt, gerente de Fidelity International aclaró que “No hay economía sin agua, no hay economía sostenible sin gestión de residuos, pero las empresas de este sector siguen siendo relativamente poco exploradas por los inversores”. Palabras que chocan terriblemente con las de la Declaración Universal de los Derechos Humanos para la cual el agua es un derecho inalienable del hombre. Pero hecha la ley, se encontró el engaño, por lo tanto, algunos especuladores sin escrúpulos ya han sugerido de considerar el agua como un bien inalienable pero sólo en la cantidad necesaria para la supervivencia. El resto, según ellos, sería campo abierto para especuladores y empresarios.
¿Qué países tendrán que hacer frente a los mayores problemas por la escasez de agua?
Según datos de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD), el 25% de la superficie terrestre ya está muy degradada o sujeta a altas tasas de degradación. Se estima que dos tercios de las tierras africanas ya se han degradado, en parte o en su totalidad, y que la degradación del suelo afecta al menos a 485 millones de personas, el 65% de toda la población africana. En América Latina, se estima que el 50% de las tierras agrícolas estarán sujetas a la desertificación para el año 2050. A este problema se suma el de la sequía o la disminución de la frecuencia de las lluvias en relación con el promedio anual en un determinado lugar. La sequía se considera severa cuando la producción agrícola promedio cae un 10% y catastrófica cuando cae más del 30%. Bueno, en las últimas décadas ha habido un aumento en la frecuencia e intensidad de los períodos de sequía. En algunos países africanos (Níger, Chad, Etiopía, Eritrea, Somalia, República Democrática del Congo, Uganda, Angola, Mozambique y otros) menos del 50% de la población puede acceder a una fuente de agua potable precisamente debido a los prolongados períodos de sequía. Lo mismo en otros países, en Papúa Nueva Guinea, Oceanía, menos del 50% de la población tiene acceso a una fuente segura de agua. Incluso en la India, Marruecos y algunos países europeos, el agua está terriblemente contaminada. Y luego Myanmar, Camboya, Afganistán, Tayikistán y Yemen, donde el porcentaje de población afectada por problemas de agua está entre el 25 y el 50%. Estos son países pobres, donde el ingreso per cápita promedio está entre los más bajos, pero donde los recursos naturales disponibles -a veces- no faltan (hay suficiente agua dulce en algunos de estos países pero por varias razones difícilmente utilizable para uso humano).
Las consecuencias son terribles, sin agua no es fácil para un niño ir a la escuela porque muchas veces tiene que recorrer kilómetros para llevar unos litros de agua a casa. A menudo, las enfermedades causadas por el agua o traídas por el agua (tema tratado en profundidad en‘Guerra del agua’) imposibilitan que estos niños adquieran el mínimo de conocimientos que les permitiría tener un futuro una vez adultos.
¿Qué medidas deben implementar los gobiernos para que el agua sea un bien público?
La primera y fundamental sería entender (y dejar claro a los que quieran especular sobre el agua) que el agua no es un bien infinito. Con el aumento de la población mundial y la disminución de los recursos de agua potable (también por el derretimiento de los glaciares), la adopción de políticas para evitar el desperdicio y el uso correcto de este recurso fundamental es inaplazable.
El primer punto quizás podría ser precisamente este: comprender la importancia del agua para la supervivencia del hombre en la Tierra. Sin petróleo, sin oro, sin trigo y muchos de los activos 'primarios' que son objeto de discusión y especulación en la bolsa, se puede vivir. Sin agua, no. Uno sin agua no puede vivir. Hasta que esto no se entienda, siempre habrá desperdicio, crisis de agua y especulación. Es 'La Guerra del agua'.
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