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La importancia de los nombres en África

Newsletter Missionari Comboniani 26.06.2024 Edward Kanyik Traducido por: Jpic-jp.org

En muchas culturas africanas, no se puede llamar directamente con su nombre a una persona cuyo rango es superior al propio. Padre, madre, tío, tía, hermana y hermano... es todo lo que se oye en algunas familias.

En algunas partes de África, los nombres no se dan casualmente. Se dan solemnemente en una ceremonia. A veces se dan casos en los que se rechaza el nombre dado. Signos como el llanto anormal del bebé o enfermedades misteriosas son advertencias de que el nombre del bebé se ha retrasado o de que se le ha puesto el nombre equivocado.

Los bebés gemelos, los que nacen boca abajo, los que salen del útero con las piernas por delante, los que nacen con el cordón umbilical alrededor de la cintura, etc., tienen nombres especiales o fijos en casi todas las culturas africanas.

En Uganda, hay nombres que indican el tiempo (Onyango, Owori, Nabwire), la estación (Okot, Obonyo), actividades humanas (Odoi, Nnamirimu), etc. al momento del nacimiento. En África occidental, nombres como Koffi, Kossi, Kodjo, Kwasi, Kwaku, etc. indican el día en que nació el niño.

En Uganda, los niños se llaman domingo, viernes y lunes, para mostrar que el niño es una entidad cósmica. El nombre sitúa a la persona que lo lleva en el tiempo y el espacio socializados por el grupo que lo da. La ceremonia del nombre es, por tanto, un ritual de identificación. Es una respuesta a las siguientes preguntas: ¿De dónde viene este niño? ¿Quién lo ha enviado? ¿Qué antepasado se ha reencarnado en él ontológica o simbólicamente?

El descubrimiento del nombre adecuado es el resultado de esfuerzos y preocupaciones previas.

Al nacer, un bebé es examinado hasta el más mínimo detalle y se examinan minuciosamente todas sus semejanzas, ya sea con un adulto fallecido de la familia o con un hijo de la misma madre que murió. En este último caso, existe la sospecha de que pueda tratarse de un espíritu maligno que se transforma en los bebés que mueren en la infancia para perturbar a la familia y negar la posteridad a la madre en cuestión. Esta es la razón por la que a los bebés que nacen muertos se les atan las piernas antes de enterrarlos sin ceremonias. El mensaje para el bebé es "no vuelvas jamás". A veces, se tienen en cuenta los sueños de la madre, especialmente sobre los antepasados; la familia puede incluso recurrir a los servicios de un adivino si las cosas no están muy claras.

La ceremonia del nombre es también un ritual de orientación. El bebé tendrá que seguir su modelo, aunque esto no significa que no desarrolle su propia personalidad. El nombre es a la vez un símbolo de apertura y un signo de predeterminación. Decir su nombre es revelarse, exponer su programa de vida y mostrar que la libertad sólo puede ejercerse en un cierto determinismo.

Entre los ugandeses de la zona occidental (Banyankole, Bakiga, Banyoro, Batooro), los Banyarwanda y los Barundi, hay nombres teofóricos, es decir, relacionados con Dios. En Uganda occidental, nombres como Tumuhimbise (alabamos a Dios), Tumusiime (damos gracias a Dios), Tumuramye (adoramos a Dios), Twinomuhangi (estamos con Dios), Tumwesigye (confiamos en Dios), Mbabazi (Dios es misericordioso), Mubangizi (Dios es nuestro protector) son muy comunes. Muestran la intervención de Dios en la familia y la confianza de ésta en la solicitud de Dios. También expresan un pacto entre Dios y sus criaturas.

Los bakonjo y los barundi suelen dar nombres que indican la posición del niño en la línea de sus hermanos. Paluku o Baluku es el primer hijo varón en la familia Bakonjo, mientras que Nyabenda es el noveno en una familia de los Barundi.

Los nombres son delicados en las culturas africanas. La costumbre moderna de llamar a una madre por el nombre de su primer hijo, por ejemplo Maama Joseph, es una forma de evitar su nombre. Los diminutivos de los banyoro y los batooro (Akiki, Abwoli, etc.) también pueden servir para lo mismo.

La mayoría de los Baganda tienen nombres de clan. Además de mostrar a qué clan se pertenece, los nombres ayudan a reforzar la exogamia: uno no puede casarse con alguien de su clan o del clan de su madre. Estos nombres de clan también revelan la conexión de uno con el Kabaka (Rey), ya que cada clan tiene un servicio especial para el monarca.

Una curiosidad entre los nilóticos es que muchos de ellos son nombres "negativos". Nombres como Bitho (morirá), Drani (muerte) Ocan (pobre, sufridor), son muy raros entre los bantúes. Los bantúes prefieren nombres "positivos" como Ssanyu (alegría), Busingye (paz), Mbabazi (misericordia), etc.

Hay entonces dos formas de alejar el mal. Mientras que los bantúes lo evitan no hablando de él, los nilóticos le dan la cara y lo llaman por su nombre para mantenerlo a raya.

La tendencia moderna de cambiarse el nombre a voluntad lleva a veces al absurdo. Las niñas que se ponen nombres masculinos o nombres de sus padres pueden llevar a la confusión de quién es esposa o hija. Todo lo que se haya hecho para encontrar el nombre adecuado para la persona, las circunstancias que rodearon su nacimiento, la importancia del antepasado que le dio nombre... todo se pierde cuando la persona cambia de nombre arbitrariamente.

Véase, The importance of African Names

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