No se ha llevado a cabo ninguna discusión sustancial en los debates de las primarias y en las plataformas de los partidos capitalistas con relación a la política exterior de Washington hacia África. Aunque los que son de ascendencia africana en los Estados Unidos compongan el mayor grupo de votantes de las minorías nacionales, no se presta ninguna atención a sus problemas, tanto en la política interior como en la exterior.
Se hacen referencias a la rigurosa legislación que bajo el pasado gobierno del presidente Bill Clinton incrementó el número de afroamericanos encarcelados. Sin embargo, este factor no constituye que un elemento de las tensiones sociales en un marco político más amplio; que de suyo habla claramente de un sistema de opresión nacional establecido.
No sólo es indignante que el gobierno de Clinton haya aprobado nuevas leyes que han intensificado, desde el punto de vista racial, un trato desigual en el sistema de justicia criminal, pero además, tanto Bill como Hillary han estado involucrados en operaciones de política exterior a nombre del gobierno de EE.UU. y del capital privado que, como en Haití y Libia, han tenido resultados desastrosos para los habitantes de esos países.
La ex secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, fue la imagen pública de la campaña de la OTAN y del Pentágono para echarle bombas a Libia en 2011, lo que ha causado decenas de miles de muertes, el desplazamiento de millones de personas, el empobreciendo de ese estado norteafricano que una vez fue el más próspero en el continente; y por ende, han fomentando inestabilidad y terrorismo en la región.
Hoy en día Libia está en ruinas, aunque las Naciones Unidas intenten establecer y apoyar en su marcha un llamado "Gobierno de Acuerdo Nacional" (GNA) que no tiene legitimidad, incluso entre las dos facciones rivales establecidas por el imperialismo después de la guerra por un cambio de régimen, y que ha brutalmente asesinado al ex líder Muhammad Gadafi, quien era también un ex presidente de la Unión Africana (UA). Los ingresos del petróleo, que al tiempo de Gadafi eran esenciales en proveer a Libia los recursos para el desarrollo de esa ex colonia de Italia, son hoy una fuente de conflicto en las rivalidades para el control del país.
La situación en Libia es el resultado de los continuos esfuerzos de Washington y Wall Street para explotar a África y sus recursos. Los ataques formulados contra varios gobiernos y movimientos independientes e antiimperialistas en toda África y Medio Oriente son parte integrante de los objetivos occidentales para extender su dominio económico y político sobre naciones un tiempo a ellos sometidas y sobre estados emergentes.
El militarismo imperialista se intensifica en África
Durante la última década, el militarismo ha aumentado en África con las intervenciones en Somalia, Libia y otros estados. El Comando USA en África (AFRICOM) fue establecido por el gobierno de George W. Bush y reforzado por el actual presidente, Barack Obama. Las intervenciones de AFRICOM han provocado una mayor inestabilidad y dislocación entre los estados miembros de la UA. En Mali, en el 2012, se llevó a cabo un golpe militar por parte de un funcionario de las fuerzas armadas que había sido entrenado en varias escuelas militares de los EE.UU.
Naciones del Cuerno de África, como Somalia, Yibuti y Etiopía, sirven como base de apoyo para operaciones militares imperialistas en el continente y en el Medio Oriente. La base más conocida del Pentágono, Camp Lemonier, se encuentra en Yibuti, y allí están acampadas miles de tropas estadounidenses y francesas.
Se encuentran estaciones de aviones teledirigidos y oficinas locales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en toda parte de África Oriental, una región donde el Pentágono lleva a cabo a menudo bombardeos contra el grupo islamista Al Shabaab de Somalia. Hay flotillas de barcos de guerra de los países de la OTAN que patrullan las aguas del Golfo de Adén, que es una de las rutas comerciales más lucrativas del mundo.
Desde el África Occidental y a través de todo el continente, el Pentágono se involucra a menudo en las maniobras navales con los estados regionales bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo y la piratería. No obstante, el país más afectado por el terrorismo, la República Federal de Nigeria, que es también la nación más poblada de África y con una destacada economía, ha tenido dificultades en asegurarse armas modernas y datos de inteligencia del Pentágono y de la CIA en su lucha contra Boko Haram, un grupo armado que ha matado a miles de personas en el noreste del país y ha desplazado a millones.
El grupo de legisladores negros queda en silencio sobre los asuntos africanos
Esta apática actitud en la arena política no ha siempre sido así. Durante los años 70 y 80, el grupo de legisladores negros (CBC por sus siglas en inglés) tomó posiciones en apoyo a las luchas nacionales de los movimiento de liberación contra el colonialismo y el apartheid. En 1987, la primera Ley del Apartheid fue aprobada por el Congreso de EE.UU. aunque luego vetada del presidente republicano Ronald Reagan. Este proyecto de ley fue guiado a través de la Cámara por el ex congresista californiano Ron Dellums. Por el contrario, en 2015, cuando los miembros republicanos de la Cámara convocaron una audiencia para cuestionar Hillary Clinton sobre la muerte de cuatro diplomáticos estadounidenses y agentes de la CIA en Bengasi, no hubo por parte de CBC ni una palabra en defensa del pueblo de Libia. De hecho, el congresista Elijah Cummings de Maryland, que es un líder demócrata, defendió a Clinton de toda crítica sobre su papel por la muerte de esos cuatro funcionarios de inteligencia que operaban al amparo del Departamento de Estado.
Por consiguiente, no hay ningún incentivo político ni para Clinton mí para el senador de Vermont, Bernie Sanders, para que aborden la realidad africana. Esto sucede a pesar de la crisis migratoria del Mediterráneo, desde Libia hasta Europa Oriental y Central, que tiene cada año repercusiones negativas sobre millones de africanos. Los africanos que emigran a la distintas regiones de Europa, son a menudo objeto de discriminación nacional y de violencia racial. Muchos viven en complejos segregados de viviendas y se ven limitar el trabajos a asuntos menores que no aseguran los recursos adecuados ni para la educación ni para mejores oportunidades económicas.
Por otra parte, sí hay en el continente varias luchas protagonizadas por organizaciones de la clase obrera, asociaciones femeninas y grupos juveniles que tienen como objeto la falta de pago de los salarios, la degradación ambiental y la igualdad de género. Estados tales como Zimbabue y Sudáfrica han sido en la mira de estrategias para cambios de régimen por parte de la administración de Obama o de otros gobiernos imperialistas
Las relaciones económicas entre los EE.UU. y África
Objetivamente, el volumen real del comercio entre los EE.UU. y África ha disminuido de manera significativa durante la administración de Obama. Un informe publicado a principios de este año por el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sostenible afirma: "El comercio total entre los Estados Unidos y los países bajo el marco de la Ley de Crecimiento y Oportunidades en África (AGOA) muestra otra disminución en el año 2015, según los datos publicados por el sitio web, AGOA.info. En su conjunto, el comercio, que al llegar el 2015 era de 50 mil millones de US$, el año pasado sólo alcanzó los 36 mil millones de US$. El comercio entre los Estados Unidos y países de la AGOA ha ido disminuyendo durante cuatro años consecutivos".
Además, la crisis de la deuda internacional en África está subiendo de nuevo, debido a la caída del petróleo, del gas natural, de los minerales estratégicos y de otras materias primas. Bajo la administración de Obama, los EE.UU. han aumentado su extracción nacional de petróleo y gas natural, creando una crisis de sobreproducción que afecta no sólo a África, sino a varios estados productores de energía, como Rusia, Venezuela, Brasil, Sudáfrica y Nigeria, entre otros. En consecuencia, hay espacio para que los antiimperialistas planten diversos interrogantes en sus países. La destrucción de Libia y Somalia, junto con la ocupación militar de Yibuti y el Golfo de Adén no han evolucionado por nada en un auténtico crecimiento o desarrollo económico. Las intervenciones en África por parte del Pentágono, del Departamento de Estado y de la CIA han desestabilizado aún más el continente en lugar de crear condiciones para su plena independencia y soberanía. La continua dependencia en el modo de producción capitalista y en las relaciones sociales en medio de la dominación global por el imperialismo sólo puede corregirse a través la re-emergencia de movimientos de transformación radical y una visión socialista.
Fuente: http://www.tercerainformacion.es/antigua/spip.php?article104120
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