Con aliados como el ruandés Paul Kagame, Washington está provocando un enorme sufrimiento al pueblo congoleño ya que este está sentado sobre 24 billones de dólares en recursos que son críticos para la machinaria de guerra estadounidense. Si los estadounidenses quieren actuar en solidaridad con los congoleños, deberían dejar de aparentar que la política estadunidense exterior se basa en justicia, a cambio, deberían apoyar movilizaciones sociales como TELEMA que aboga por cambios en la República Democrática del Congo.
462 observadores militares, 1.090 policías, 18.232 militares. La Misión de Estabilización de la Organización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) es la misión de mantenimiento de la paz más grande del planeta con un total de 19.784 miembros uniformados. Muy pronto esta misión de paz que lleva ya 17 años trabajando podría ser muy diferente ya que el presidente Trump sugiere recortes de miles de millones de dólares a las Naciones Unidas. El insaciable apetito de los medios corporativos por las teorías de la conspiración rusa, nos ha hacho escuchar tan solo unos rumores sobre las consecuencias internacionales que tendría la propuesta del presupuesto de Trump.
A pesar de los 5 millones de civiles congoleños asesinados o muertos a causa del hambre o de enfermedades prevenibles, los congoleños sólo son mencionados tangencialmente en la prensa estadounidense. La indiferencia es deslumbrante ya que cuando reflexionamos, nos damos cuenta de que los aliados estadounidenses, Ruanda, Uganda y el régimen de Joseph Kabila, son quienes rutinariamente asesinan o detienen a civiles para preservar su poder, y por ende son los principales responsables del número de fallecidos. Sin embargo, el debate sobre la paz congoleña se centra principalmente en el logro de los objetivos imperiales estadounidenses.
Peter Yeo, de la cadena CNN, advierte: "Si se firmara, tal orden pondría seriamente en peligro la política exterior, los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos y pondría en riesgo a millones de vidas". Los estadounidenses deberían "recordar que los EE.UU. proveen recursos a la ONU con el fin de promover la paz mundial, y esto ayuda a prevenir conflictos y minimiza el número de personas que necesitan huir de sus países. Estos esfuerzos están perfectamente en línea con la política del Presidente Trump de mantener a los estadounidenses al seguro". Otro informe de CNN concluyó que estos recortes de la ONU serían "devastadores para la guerra contra el terrorismo". Colum Lynch, consejero en materias de política exterior norteamericana, añadió que el recorte de mil millones de dólares por parte del presidente Trump “refleja el claro deseo de la Casa Blanca de echar a un lado aquel papel tradicional de Estados Unidos como el que defiende a los oprimidos y de acoger más bien el rol de una temida potencia militar". A falta de evidencia empírica sobre los beneficios que las misiones de paz brindan al pueblo congoleño (y a otros países donde hay tropas desplegadas de la ONU), pero saturados con retóricas de la política exterior estadounidense sin respaldo, los medios corporativos tácitamente revelan el por qué se oponen a los recortes presupuestarios de la ONU: se oponen a que Trump desfinancie a la ONU no debido a las tangibles consecuencias que eso tendría para la población congoleña, sino porque chocaría con su retórica retorica humanitaria de aires imperialistas.
Esta indignación viene inmediatamente después de que una mayoría de republicanos y demócratas de la Cámara de Representantes aprobaran una resolución sentenciando a la ONU por pedirle a Israel que sigua las leyes internacionales. Los republicanos colectivamente perdieron la razón cuando los Estados Unidos se abstuvo del voto al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y llamaron inmediatamente a desfinanciar a la ONU hasta que la ONU revirtiera la resolución. Si la ONU amenaza a los aliados militares de los Estados Unidos en el mundo diciéndoles que cumplan la ley, entonces el "defensor de los oprimidos" está justificado en amenazar con cortar programas que eventualmente conducirían a que "millones de vidas se pongan en riesgo". Cuando la ONU amenaza a nuestros aliados autoritarios regionales como Paul Kagame, en el África Central, los Estados Unidos simplemente bloquean el proceso, corrigen los informes (Kagame es el cliente de Susan Rice en Intellibridge) y se niegan a que expertos franceses de nivel inferior participen en las reuniones. Los estadounidenses insistieron en esto e impidieron que en los informes de las Naciones Unidas se publiquen cosas que señalen rastros de culpabilidad por parte de Kagame (por eso hay versiones filtradas y versiones oficiales de estos informes).
Dejando a un lado la hipocresía estándar del imperio americano, nosotros los estadounidenses, debemos hacernos algunas preguntas fundamentales. ¿Qué es lo que tratan de esconder los "campeones de los oprimidos" en el África Central? ¿Cuáles son los resultados concretos de la misión de la MONUSCO y en qué beneficia a la población congoleña? Desde que obligaron a los belgas a poner fin a su abierta empresa colonial, el occidente y sus aliados regionales han trabajado durante décadas para aplastar las aspiraciones democráticas congoleñas. Desde el comienzo de la independencia de la República Democrática del Congo, las fuerzas de paz de las Naciones Unidas han sido utilizadas para servir a las ambiciones imperiales occidentales. El conde Harold d 'Aspremont Lynden (ministro belga de Asuntos Africanos) se jactó en un telegrama que, gracias a la ONU, "a partir de ahora podemos ser optimistas sobre la evolución de la situación general en Katanga. Salvo imprevistos, las estructuras del Katanga serán protegidas por las tropas de la ONU y, en un futuro no muy lejano, por las tropas del Katanga bajo el colectivo de los oficiales belgas". Las estructuras que habrían sido protegidas por la ONU serian aquellas de un movimiento separatista patrocinado por Bélgica y que contaba con el apoyo de los Estados Unidos. Esta estrategia culminó con el asesinato en Katanga de Patrice Lumumba (el primer, Primer Ministro democráticamente electo de República Democrática del Congo) y posteriormente intentó pisotear al movimiento nacionalista e internacionalista congoleño. Desde entonces, cada primer ministro / dictador congoleño ha recibido la aprobación del gobierno estadounidense.
Esta no sería la última vez que la ONU haya permitido atrocidades cometidas por aliados de los Estados Unidos. En el 2008, Kiwanja fue atacada por soldados liderados por el criminal de guerra internacional Laurent Nkunda (un general de los grupos paramilitares de Paul Kagame, aun libre). En un día, 150 personas fueron masacradas a pesar de que las fuerzas de la ONU estuvieran a una milla de distancia. En el 2009, la ONU se asoció con las fuerzas especiales ruandesas y el ejército congoleño durante la Operación Kimia II y Umoja Wetu. Durante las operaciones, los militares congoleños y ruandeses sistemáticamente violaron y asesinaron a civiles congoleños. Al menos 700 civiles fueron asesinados a pesar de que la ONU hubiese afirmado que sus asociados militares reducirían o eliminaría los crímenes de guerra durante las misiones. En 2010, Luvungi fue atacada nuevamente por las fuerzas paramilitares de los aliados estadounidenses. Esta vez, las tropas de la ONU estaban a 11 millas de distancia. A pesar de haber escuchado disparos en una región obviamente volátil, estas tropas optaron por no responder, aduciendo que podía tratarse de una trampa. En 2012, la misión de paz de la ONU otra vez no cumplió su mandato. Esta vez, el grupo paramilitar ruandés, el M23, invadió a Congo y sistemáticamente robó, violó y asesinó a ciudadanos congoleños. El M23 ganó más prensa de lo habitual cuando invadió el centro de las ONG en Goma y los embajadores occidentales se vieron obligados a huir.
Los soldados de la ONU han sido acusados de violación; menores de edad están involucrados en un tercio de los casos. El diario Independent estima que hay alrededor de 2.000 pedófilos actualmente empleados en la ONU. La respuesta del secretario general de la ONU, Antonio Gutierres, en cuanto a esta epidemia explicó que "no hay varita mágica para ponerle fin al problema de la explotación y del abuso sexual. Sin embargo, creo que podemos mejorar dramáticamente la forma en que la ONU aborda este flagelo". A pesar de que se les concedió organismos militares adicionales para detener este tipo de atrocidades, unas 17 fosas comunes de ciudadanos congoleños han sido encontradas. No es del todo sorprendente, dado a que en su conjunto las políticas patrocinadas por los Estados Unidos y sus aliados en África Central resultó en un aumento del 30% de violaciones de los derechos humanos en el último año.
Tal como los casos expresados junto con muchos otros demuestran por qué en las zonas donde se despliega la MONUSCO, la mayoría de civiles congoleños quieren que se vaya. Sólo el 36% de los congoleses en todo el país piensan que la ONU no es corrupta. Sería demasiado amable llamar a esto un fracaso por parte de las fuerzas de paz de la ONU. Los políticos norteamericanos defienden a la ONU cuando se alinea con sus objetivos políticos. Cuando no es así, la ONU es condenada, subvertida y amenazada con recortes de fondos.
En el Consejo de Relaciones Exteriores, el embajador estadounidense en la ONU, Nikki Haley, proclamó al mundo "nuestros aliados están de vuelta" y "todas las apuestas serán canceladas" si se desafían las prerrogativas de la política exterior de Trump. Bajo el disfraz del intervencionismo humanitario, Haley prometió "que el pueblo estadounidense continuará con el papel indispensable de los Estados Unidos como la conciencia moral del mundo". 'La conciencia moral del mundo' fue puesta en evidencia cuando un notorio acusado criminal de guerra, Mohammed bin Nayef bin Abdulaziz al-Saud, recibiera una medalla por parte del director de la CIA Mike Pompeo.
Para los congoleños, esta omnipresente conciencia moral se manifestó también en el Comité Americano de Asuntos Públicos de Israel (AIPAC), donde Paul Kagame se convirtió en el primer líder africano en dirigirse al lobby de extrema derecha de Israel. La embajadora de la ONU, Haley, dijo a los asistentes que "hasta que la ONU responda de la forma en que se supone que lo tiene que hacer, no habrán más excepciones para la Autoridad Palestina. En otras palabras, si miembros de la comunidad mundial desafían a los aliados dictatoriales de la conciencia moral del mundo con informes que documentan crímenes contra la humanidad, serán castigados. Esto equivale a un anuncio público de inmunidad general para los actuales aliados dictatoriales de los Estados Unidos, incluyendo a Kagame.
Los grandes medios y los halcones de guerra bipartidistas no están molestos porque este presupuesto podría causar mayor sufrimiento al mundo, están enfadados más bien porque las élites que apoyan a nuestro imperio ya no pueden ocultar su imperialismo detrás del manto de discursos vacíos de la política exterior estadounidense. La administración de Trump no es nada más que imperialismo desnudo. A él no le interesa que la fachada hable de corrupción, él es la corrupción. Él es un cleptócrata que solo valora el poder absoluto. Él es un peligro para los norteamericanos en el mundo, por cierto, pero esto no quiere decir que Washington no esté ya causándole sufrimiento a la población congoleña, por el hecho que se encuentra sentada sobre 24 billones de dólares de recursos que son críticos para la maquinaria de guerra estadounidense. Si los estadounidenses quisiéramos actuar en solidaridad con la población congoleña, deberíamos apoyar movimientos de ciudadanos como TELEMA, y no pretender que nuestra política exterior fuera basada en la justicia antes de Trump.
Fuente: Corporate media mourns for humanitarian imperialism but is silent on Congolese suffering
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