Las palabras clave del PNRR son digital y verde. La digitalización de las economías y el avance de las tecnologías al servicio de la protección del medio ambiente son dos fronteras ineludibles de la nueva Europa post-Covid. ¿Qué podemos hacer para reducir nuestra huella digital sobre el medio ambiente? Propuestas de Italia
Italia, con sus innumerables proyectos en ciernes, cuenta con cultivar con convicción estas dos vertientes - la digital y la verde - para promover el crecimiento y la innovación. Pero también existe la otra cara de la moneda, que no debe subestimarse y que se refiere a los costes medioambientales de la transición digital, a saber, el índice de contaminación que puede producir la digitalización masiva de actividades y funciones. Las sociedades del futuro deben basarse en modelos de desarrollo sostenible, capaces de garantizar la innovación, pero también la protección del medio ambiente y niveles apreciables de bienestar social.
Los costes medioambientales de la transición tecnológica
En días pasados, dirigiéndose a unos 17.000 estudiantes de secundaria y bachillerato, el Ministro para la Transición Ecológica, Roberto Cingolani, abordó el tema de los costes medioambientales de la transición digital e instó a los jóvenes a enviar menos fotos y correos electrónicos inútiles, subrayando cómo Internet también es contaminante.
Para dar una dimensión al fenómeno, el sector de las tecnologías de la información (TI) genera el 4% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y cerca de la mitad procede del uso de las redes sociales.
Según un reciente informe de Capgemini, las emisiones de CO2 procedentes de las TI se multiplicarán por tres de aquí a 2025 en comparación con los niveles de 2010. Según la Agencia Internacional de la Energía, los centros de datos - donde se almacenan y procesan todos los datos que guardamos en nuestros teléfonos y en nuestros archivos digitales - consumen alrededor del 1% de la demanda mundial de energía, y requieren entre 10 y 50 veces más energía por metro cuadrado que una oficina tradicional. Y no hay que olvidar la energía necesaria para los sistemas de refrigeración de estos enormes sistemas.
El nodo de los aparatos que hay que eliminar
Otro punto se refiere a la producción y eliminación de dispositivos electrónicos. El último Informe de Movilidad de Ericsson afirma que hay 7.900 millones de SIM en el mundo, más que la población mundial. Los smartphones, que representan alrededor del 70% de todos los teléfonos, se producen a partir de cobre, hierro, plata, oro, paladio y plástico, así como titanio, litio, cobalto y las llamadas "tierras raras", difíciles de extraer e indispensables para muchos productos tecnológicos. La minería de metales suele estar vinculada a la explotación laboral y la destrucción del medio ambiente.
Qué podemos hacer
¿Qué podemos hacer para intentar reducir nuestra huella en el medio ambiente? En primer lugar, medir nuestras necesidades reales y alargar la vida útil de los aparatos que utilizamos. Trabajando en línea, podemos poner de nuestra parte adoptando ciertos comportamientos virtuosos como actualizar nuestras listas de correo y enviar pocos archivos adjuntos; optimizar el tamaño de los archivos que enviamos, comprimiéndolos o utilizando imágenes de baja resolución; utilizar sitios de almacenamiento temporal y evitar el envío de archivos adjuntos pesados, especialmente cuando se envían a varios destinatarios; y archivar y utilizar localmente tantos datos como sea posible y guardar en la ‘nube’ sólo lo que sea realmente necesario.
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