Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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¿Un paso adelante... o una burla?

Butembo 26.11.2024 Jpic-jp.org Traducido por: Jpic-jp.org

La COP29 se celebró en Bakú (Azerbaiyán) del 11 al 22 de noviembre de 2024, que se ha prolongado hasta altas horas de la noche del sábado 23 al domingo 24 de noviembre, bajo la dirección de una Presidencia que se consideró deslucida y en retirada. Las partes de la Convención adoptaron finalmente varios textos, tras largas horas de agrios debates y numerosos aplazamientos de reuniones.

Se esperaba que la COP29 fuera un acontecimiento crucial en la lucha contra el cambio climático, ya que reunía a representantes de casi 200 países para defender el planeta. En un momento en que los fenómenos climáticos extremos hacen estragos por doquier, se fijaron cuatro ambiciosos objetivos.

  • Financiación adecuada dentro de un nuevo marco, denominado «objetivo colectivo cuantificado» (CQT), de los países en desarrollo para que luchen contra el cambio climático. Las contribuciones incluirían la financiación de la adaptación, las pérdidas y los daños provocados por los impactos climáticos. Los 100.000 millones de dólares anuales establecidos a partir de 2020 en los acuerdos de la COP15, cifra que se alcanzó sólo en 2022, debían elevarse a 2.400.000 millones anuales, tal y como exigían los países afectados.
  • La revisión de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN), para reducir las emisiones de cada país con el fin de una adaptación a los efectos del cambio climático. Las contribuciones actuales sitúan el calentamiento global entre 2,5°C y 2,9°C, por encima del límite de 1,5°C necesario para controlar los impactos del cambio climático. 
  • Restablecer un «marco de mayor transparencia» y confianza mutua que permita evaluar los avances climáticos de cada país y fomente la armonización de los esfuerzos de todos para alcanzar los objetivos climáticos.
  • Poner en marcha los mercados del carbono, ultimando las directivas que los hagan operativos. Se han hecho progresos, pero los bloqueos técnicos y políticos frenan estas negociaciones, cruciales para que las empresas reduzcan sus emisiones.

Con tanto en juego en la COP29, no es de extrañar que las reacciones a su conclusión fueran variadas, mixtas y hasta contradictorias.

Un punto muerto

Hasta el último momento, 335 organizaciones, firmantes de una carta dirigida a una alianza de 134 países conocida como el G77 + China, afirmaban que el texto que se estaba preparando era «absolutamente inaceptable» porque permitiría «a los países desarrollados eludir completamente sus obligaciones en materia de financiación de la lucha contra el cambio climático». «Si en esta COP no se propone nada suficientemente fuerte, les invitamos a levantarse de la mesa para luchar otro día, y nosotros libraremos la misma batalla». «Insistimos: ningún acuerdo en Bakú es mejor que un mal acuerdo, y éste es un acuerdo muy, muy malo, por la intransigencia de los países desarrollados», insiste la carta.

Un paso adelante...

El acuerdo de última hora, adoptado tras largas jornadas de agrias discusiones y numerosos aplazamientos de sesiones que no satisfacían a nadie, tiene el único mérito de haber salvado la imagen de la COP29, porque a la hipocresía de los países occidentales se opuso la intransigencia de los países subdesarrollados, con numerosas ONG echando leña al fuego.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, habló de un resultado poco ambicioso, tanto en términos financieros como de transición energética, cuando «el fin de la era de los combustibles fósiles es una fatalidad económica». La COP28 de Dubái abogaba por «una transición justa, ordenada y equitativa para abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos», un llamamiento que no se repite explícitamente en el texto de la COP29. Según el Presidente estadounidense, Joe Biden, los resultados de la COP29 representan un importante paso adelante, aun cuando los Estados Unidos nunca han ratificado los acuerdos de París, a pesar de su ausencia en Bakú, y mientras se vislumbra en el horizonte la actitud climáticamente escéptica de su sucesor, Donald Trump. El secretario de Energía británico, Ed Miliband, saludó el acuerdo como un consistente paso adelante. «No es todo lo que nosotros u otros queríamos, pero es un paso adelante para todos». Las negociaciones fueron difíciles, pero se logró salvaguardar el consenso de Dubái.

Wopke Hoekstra, Comisario europeo de Cambio Climático, que se encuentra al final de su mandato, habló del comienzo de una nueva era, refiriéndose a los 300.000 millones de dólares de financiación climática para los países en desarrollo de aquí a 2035. «Es necesario, es realista y es factible», dijo. Su entusiasmo estuvo, sin embargo, acompañado de decepción: el acuerdo sólo concierne a «los países europeos, Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Nueva Zelanda», cuando se esperaba ampliar esta lista a China, Singapur y los países del Golfo. Pero para China, «eso estaba descartado».

Decepcionante, no a la altura de los desafíos, aunque con progresos valiosos, según Agnès Pannier-Runacher, ministra francesa de Transición Ecológica: lamentó que el texto «se adoptara en un clima de confusión y contestación de varios países», y denunció que Bakú estuvo marcado «por una verdadera desorganización y una falta de liderazgo de la Presidencia».

De los cuatro temas sobre la mesa, parece que sólo se tomó en serio la financiación para hacer frente al cambio climático. Sin embargo, la centralidad de la cuestión financiera dio a la COP29 «un poco la imagen de que se tratara de una reunión de banqueros». Por el contrario, lo crucial es la capacidad de los países del Sur para hacer frente a los impactos del cambio climático y lograr «su transición energética y climática» evitando recurrir al petróleo y al carbón, de otra manera los esfuerzos de Europa y de los países occidentales quedarían reducidos a la nada. No se trata de una «limosna a los países del Sur», sino del interés de todos.

... ¿o una burla?

Sin embargo, la financiación prometida para 2035 «es demasiado escasa, demasiado tardía y demasiado ambigua en su aplicación», declaró Ali Mohamed, de Kenia, en nombre del continente africano, apoyado por ONG y otros países afectados que consideran el acuerdo «dolorosamente insuficiente». «Apenas supera la cantidad [de 100.000 millones] adquirida en 2009, indexada. Es demasiado poco y demasiado tarde», denunció Nadia Cornejo, representante de Greenpeace Bélgica. «No hay garantías sobre el tipo de financiación, lo que abre la puerta a préstamos y financiación privada, cuando es financiación pública lo que necesitamos absolutamente». Además, el acuerdo no hace nada «para que la industria de los combustibles fósiles pague, a pesar de que es responsable de esta crisis y sigue obteniendo beneficios colosales».

Varios países, encabezados por India, también se quejaron de la falta de inclusividad, un hecho muy lamentable que les dejó muy dolidos «por lo que han hecho la presidencia y la secretaría».

Bolivia, a través de su portavoz Diego Pacheco, expresó su objeción: «Este acuerdo sólo refuerza un sistema injusto en el que los países desarrollados eluden su obligación legal», y no respeta «el principio de responsabilidad común pero diferenciada». La representante nigeriana lo calificó de afrenta: «¿Es una broma?», preguntó enfadada. «¡No aceptamos esta decisión!» Y Malawi, por el grupo de países menos desarrollados, expresó «reservas sobre la aceptación» de las conclusiones.

¿Es que la COP29 ha navegado a la vista?

¿Cuál es entonces la naturaleza de este acuerdo y cuál será su impacto sobre nuestro planeta? La COP28 de Dubái no hablaba de «eliminación progresiva», sino de «transición» de los combustibles fósiles, y los activistas y las ONG esperaban obtener compromisos más claros al respecto de la COP29, que -según Greenpeace Bélgica- por el contrario «ratificó los mecanismos del mercado del carbono, ofreciendo una escapatoria inaceptable a los contaminadores». No hay ni una sola palabra en el texto del acuerdo sobre el seguimiento de los esfuerzos de transición de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), que es lo que esperaban los europeos. Sin embargo, es probable que 2024 sea el año más caluroso jamás registrado, mientras el uso de combustibles fósiles sigue aumentando en todo el mundo.

No es de extrañar.

Desde la COP15, las COP parecen navegar a vista entre peligrosas rocas, un pálido icono quizá de los fallos de la propia ONU. De hecho, resulta un tanto irónico que, para acordar la reducción o incluso la eliminación de los combustibles fósiles, los países anfitriones de las últimas COP sean les Emiratos, Azerbaiyán y Brasil (COP30) que van a aumentar su producción de combustibles fósiles de aquí a 2035. Según Transparency International y el Anti-corruption data collective, la corrupción amenazaba la COP de Bakú mucho antes de que empezara. Y no en vano que hubiera una presencia masiva de grupos de presión de combustibles fósiles en Bakú (más de 1.770).

Los acuerdos climáticos de Bakú parecen estar dirigidos únicamente a los países ricos, quienes han construido su progreso sobre los combustibles fósiles, para hacerles responsables de la crisis climática y para que rindan cuentas a los países pobres que más están sufriendo las consecuencias. Es una especie de impuesto climático justo. Sin embargo, muchos de los gobiernos de los supuestos países «receptores» son considerados corruptos, gobiernos que no se comprometen en nada con el bien de sus pueblos y reacios a tomar medidas contra la contaminación ambiental: Kinshasa (Capital de la República de Congo) es una de las ciudades más contaminada del mundo. Razón de más para seguir siendo escépticos sobre el futuro.

Hubo, sin embargo, dos puntos positivos al final de estos días de agrio enfrentamiento.

Los 300.000 millones de dólares forman parte de un llamamiento «a todas las partes interesadas públicas y privadas» para que se aumente la financiación «procedente de toda fuente» para luchar contra el cambio climático hasta «al menos 1.300.000 millones de dólares anuales de aquí a 2035». Para ello, se elaborará una hoja de ruta de cara a la COP30 del año que viene en Belém (Brasil), con el objetivo de alcanzar esos 1.300.000 millones de dólares.

Azerbaiyán ha puesto en marcha el Fondo de Acción para la Financiación del Clima (CFAF), que prevé contribuciones anuales de 1.000 millones de dólares de países y empresas de combustibles fósiles para financiar proyectos de energías renovables en países en desarrollo.

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