No sólo el cambio climático. En África, ocho de los diez países que padecen mayor inseguridad alimentaria grave sufren también de conflictos. De hecho, el 73% de la inseguridad alimentaria aguda del continente se concentra en la RD del Congo, Etiopía, Nigeria, Sudán, Sudán del Sur, Somalia, Níger y Burkina Faso
Más de 137 millones de africanos se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria. Esto significa que la incapacidad de obtener alimentos pone literalmente en peligro sus vidas. De estos 137 millones, el 81% vive en países donde hay conflictos en curso. Una crisis sin duda agravada por otras situaciones de gran impacto: pandemia, clima, inflación y la guerra rusa en Ucrania.
El dato más alarmante, recogido en el análisis del Centro África, es que solo en el último año ha aumentado un 22% el número de africanos que se enfrentan a inseguridad alimentaria aguda, mientras que la cifra casi se ha triplicado desde 2018. Y la tendencia en la última década ha sido consistentemente al alza.
Basta decir que en 2013 "solo" había 15,8 millones de africanos que no podían poner un plato en la mesa. Lo que puede parecer paradójico es que fue en 2013 cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) anunció un aumento de los fondos destinados a los países en desarrollo.
Mientras algunos estudios revelan que la ayuda exterior nunca ha logrado su objetivo: reducir la pobreza en África. La situación, cifras en mano, de hecho ha empeorado. Hoy, más del 75% de los pobres del mundo viven en África. En 1970 era el 10% y algunas previsiones apuntan a que podría llegar al 90% en 2030.
¿A qué se debe todo esto? La corrupción y la mala gestión de la ayuda pueden ser algunas de las causas. Pero si el nivel de pobreza (y hambre o mala nutrición) está aumentando, se debe a una combinación de causas. Entre ellas se cita a menudo el cambio climático, que provoca esas alternancias entre inundaciones violentas y sequías extremas que destruyen tierras y cultivos.
Pero incluso en este caso culpar al clima es reduccionista. Es sólo una parte de un cuadro complejo en el que varios elementos confluyen para formar un drama. Y entre estos elementos, los conflictos provocados y alimentados por el hombre son los que están teniendo un impacto extremo en la vida de millones de africanos.
No es casualidad que 8 de los 10 primeros países africanos que sufren una grave inseguridad alimentaria se enfrenten a conflictos. Se calcula que el 73% de la inseguridad alimentaria aguda del continente se concentra en estos países: República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria, Sudán, Sudán del Sur, Somalia, Níger y Burkina Faso.
A medida que aumenta la inseguridad, también lo hace el número de personas que no pueden obtener alimentos. Un caso llamativo es el de la RD del Congo, con el "récord mundial" de alta inseguridad alimentaria en el mundo (25,9 millones de personas). No es casualidad que esta vulnerabilidad se concentre en el este del país, en las zonas de Kivu e Ituri, las más ricas en minas y minerales.
Basta pensar en el coltán (del que la RD del Congo es el mayor productor mundial) y lo que significa en términos de explotación del medio ambiente y de las personas, incluidos los niños. Se calcula que sólo en esta zona operan más de 120 grupos armados, fuente de inestabilidad constante y de ataques a la población civil.
En Etiopía, por otro lado, se calcula que hay 20 millones de personas que necesitan ayuda alimentaria (un aumento del 137% desde 2020). Esto se debe en gran parte al conflicto civil que comenzó en noviembre de 2020 y que ha sumido a Tigray y otras zonas del norte de Etiopía. En Nigeria, 19,5 millones de personas sufren inseguridad alimentaria grave. Un aumento de casi 10 veces en comparación con 2018. La mayoría de estas personas viven en la región nororiental desestabilizada por Boko Haram y su vástago, el Estado Islámico de África Occidental.
En Sudán, se ha duplicado el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en el último año -de 6 a 11,7 millones- y da la casualidad de que la mayoría se concentran en regiones afectadas por conflictos en los últimos años: Darfur, Nilo Azul, Kordofán del Sur. Por no hablar de la actual incertidumbre política y la mala gestión económica que ha provocado una inflación del 400%.
Las cosas no van mejor en Sudán del Sur que, a pesar de ser uno de los países más fértiles y ricos en tierras del continente, tiene 7 millones de hambrientos. Esto supone dos tercios de toda la población, la tasa más alta de cualquier país de África. También es crítica la situación en Somalia -unos 6,7 millones de personas-, de las cuales al menos 300.000 se enfrentan a la hambruna.
Y luego está el Sahél occidental, donde la seguridad se ha deteriorado gravemente a lo largo de los años debido a los grupos militantes islamistas. Mali, Burkina Faso y Níger tienen casi 10 millones de personas que necesitarían ayuda externa para comer.
Son situaciones extremas que a su vez provocan otras situaciones en cadena. La de los desplazados, por ejemplo. Actualmente hay al menos 36 millones (el 44% del total mundial) de africanos obligados a abandonar sus hogares a causa de los conflictos y la violencia (incluida la gubernamental), tres veces más que la década pasada.
Deje un comentario