Más de 100 organizaciones de la sociedad civil y académicos de todo el mundo han firmado una declaración conjunta en la que piden una revisión del Banco Mundial. La declaración sigue a la publicación de dos informes acusatorios que revelan graves irregularidades éticas, conflictos de intereses en los servicios de asesoramiento del Banco y manipulación de datos en la elaboración de su emblemático informe ‘Doing Business Report’.
El Banco Mundial ha anunciado que dejará de publicar el Doing Business Report (DPR) y su clasificación. Esta decisión tardía se produjo tras una serie de auditorías internas y una investigación que revelaron graves irregularidades éticas, conflictos de intereses inherentes a los servicios de asesoramiento del Banco y manipulación de datos en la elaboración del DPR. Pero las revelaciones actuales son sólo la punta del iceberg de problemas mucho más amplios.
Al clasificar a los países sobre la base de indicadores regresivos, durante 18 años el DPR ha causado mucho daño, conduciendo a los países a una carrera hacia la desregulación empresarial, erosionando los sistemas fiscales y de seguridad social y eliminando protecciones fundamentales de los trabajadores. Ha socavado su capacidad de perseguir el desarrollo industrial y la diversificación económica para atraer capital privado extranjero. Más que ninguna de sus otras publicaciones emblemáticas, el DBR encarnó con mayor fuerza la ideología neoliberal del Banco Mundial, transmitiendo una visión del desarrollo económico como una competición entre países que sólo puede ganarse reduciendo el papel del Estado y creando las condiciones para una huida de capitales. También encarna la contradicción de una institución creada y apoyada con recursos públicos para luchar contra la pobreza, pero que con demasiada frecuencia antepone las ganancias a las personas.
Es preciso reconocer los daños causados por el DBR, repararlos y evitar que vuelvan a producirse. Cualquier nueva publicación del DBR es, por tanto, inaceptable.
Los informes más recientes, que incluyen una investigación por parte de un bufete de abogados y una revisión metodológica por parte de un panel independiente, revelaron que se habían manipulado los datos para cambiar la clasificación de cinco países (China, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Azerbaiyán) para satisfacer intereses creados y bajo presiones indebidas de los dirigentes del Banco Mundial. Estos hallazgos se suman a un largo historial de conductas indebidas y manipulaciones.
Estas revelaciones ponen en entredicho no sólo la credibilidad y legitimidad del Banco Mundial en su autoproclamado papel de asesor político del mundo, sino también su capacidad para llevar a cabo investigaciones objetivas e independientes. Reflejan profundos problemas estructurales, puestos de relieve desde hace tiempo por la sociedad civil, entre ellos:
- Un sistema de gobernanza no democrático que hace que la toma de decisiones dentro del Banco sea propensa a la captura y manipulación en nombre de intereses geopolíticos. El sistema de votación por cuotas del Banco infrarrepresenta estructuralmente al Sur y favorece abrumadoramente al Norte del mundo, mientras que su proceso de selección de dirigentes se rige por un acuerdo colonial e informal de ‘caballeros’ en el que Estados Unidos y Europa dirigen por defecto el BM y el FMI, respectivamente.
- Un déficit interno de rendición de cuentas, reflejado en la falta de independencia e integridad de la investigación, la reticencia a la crítica y el conflicto de intereses generalizado en los préstamos y el asesoramiento político, que deja enormes espacios a la corrupción.
- Un sesgo ideológico en el asesoramiento político y la condicionalidad, a favor de la austeridad, la desregulación y la privatización, que reduce sistemáticamente el espacio fiscal y político de los países y vacía el poder del Estado en favor de los intereses financieros privados, en detrimento de las personas y el planeta.
- La incapacidad del Banco Mundial para comprometerse de forma significativa en el marco internacional de derechos humanos o para ayudar a sus países miembros a cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos, incluida la adopción de una evaluación adecuada en materia de derechos humanos de su asesoramiento político y de sus operaciones en los países.
Sin embargo, en lugar de anunciar medidas exhaustivas para abordar su falta de transparencia, rendición de cuentas e integridad en la investigación, el Banco Mundial se ha enzarzado en un juego de acusaciones que hace recaer toda la responsabilidad en una sola persona, Kristalina Georgieva, al tiempo que refuerza su intención de volver a las andadas. No pasa desapercibido que Georgieva es una líder mujer en un mundo dominado por hombres, mientras que el actual liderazgo del Banco Mundial, en concreto David Malpass, ha permanecido incuestionado. Culpar a personas concretas sin abordar los fallos del sistema y su sesgo ideológico no es una respuesta creíble ni adecuada para una institución mundial líder como el Banco Mundial... La suspensión del DBR debe ir seguida de un profundo replanteamiento de la gobernanza, de los procesos y de las ideologías de la institución. Una respuesta creíble requiere nada menos que una revisión estructural, que incluya:
1-. Acabar con el pacto de caballeros en el proceso de selección de líderes, reformar el sistema de cuotas para dar más poder a los países del sur global, así como a las ideas económicas y las herramientas políticas del sur en un esfuerzo por descolonizar los sistemas de conocimiento y la toma de decisiones del Grupo del Banco Mundial. También debe ponerse fin al uso de la condicionalidad política y otras formas de influencia indebida en el espacio político de los países en desarrollo.
2-. Superar el sesgo ideológico favorable a las políticas neoliberales, empezando por abandonar la agenda de "lo privado primero" y adoptar una definición de "entorno empresarial propicio" que tenga como objetivo la diversificación económica y la resiliencia y que valore adecuadamente a las personas y al planeta. Las operaciones también deben estar plenamente alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las normas internacionales sobre derechos humanos, trabajo y medio ambiente.
3-. Revisar la integridad e independencia de la investigación y la asistencia técnica del Banco Mundial, e implementar reformas que aumenten su escrutinio interno y externo, eviten conflictos de interés, garanticen la exposición a análisis críticos y permitan una mayor transparencia y supervisión ciudadana.
4-. Adoptar el enfoque de "no hacer daño" en su asesoramiento político y en sus operaciones de préstamo, mediante evaluaciones sistemáticas del impacto sobre los derechos humanos. El Banco también debe comprometerse de forma más proactiva con el marco de los derechos humanos.
Es imperativo que el Banco Mundial se centre en afrontar el daño causado por su estructura de gobernanza no democrática y publicaciones sesgadas como el informe Doing Business, y que tome medidas para descolonizar la institución.
Ver, It’s just the tip of the iceberg y the full statement and the list of signatories
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