Antes de salir de Nueva York para el Foro Social Mundial en Dakar (Senegal), quise asistir a uno de estos debates. El tema de hoy era el Tratado de No Proliferación nuclear: ¿Dónde estamos? Y después, ¿por qué? Parece que la cuestión nuclear está en su momento histórico. Incluso antes de que terminara, pero sobre todo después de la guerra fría, existe una conciencia creciente de que estas armas nucleares no son ni útiles ni necesarias; son, por el contrario un desperdicio de recursos económicos y humanos que las hacen un gran obstáculo al progreso sostenible y a la lucha contra el hambre y la pobreza.
El final del túnel aún no está a la vista. Todavía quedan 20.000 ojivas nucleares en todo el mundo, el uso de armas atómicas como amenaza es siempre en uso, y los programas de modernización de energía nuclear para fines militares están siempre en la agenda de algunos los países.
Consuela el hecho de que este es el único tratado que hasta ahora ha obtenido el apoyo de todos los países en el mundo, excepto tres, Israel, India y Pakistán. Luego hay otros, como Corea del Norte e Irán, que tienen problemas en la interpretación del Tratado y su aplicación.
En su intervención, Sergio Duarte, representante de la ONU para Asuntos de Desarme, volvió en varias ocasiones a destacar: la disuasión más efectiva para el no uso de las armas nucleares es su eliminación y la eliminación de las armas nucleares es hoy una necesidad y un imperativo moral. La crisis económica en la que estamos, se pueden encontrar recursos para el progreso y la reducción de la pobreza sólo reduciendo otros costes, empezando por los de la producción de armas, especialmente armas nucleares.
Desde 1968, un esfuerzo se está realizando para obtener tres objetivos: la no proliferación de estas armas, el control mutuo, el uso pacífico de la energía nuclear. En las negociaciones sobre la energía atómica es necesaria la buena fe y esta se mide por la efectiva voluntad de llegar a eliminar las armas nucleares y la comprensión de que el uso de estas armas está explícitamente negando los valores humanos universales.
La nueva Conferencia, que tendrá lugar este año, deberá enfrentarse a un tema muy sensible: la necesidad de encontrar un lugar para destruir esas armas y dónde almacenar los residuos nucleares de la producción para uso pacífico.
En esto estamos hoy. ¿Y después? El debate fue planteando esta cuestión.
La primera preocupación ha sido una objeción de fondo: Estamos seguros de que la eliminación de las armas nucleares nos dará un mundo más seguro en paz? Podemos destruir las ojivas nucleares, pero no los conocimientos para nuevas producciones y la sospecha, junto con el temor de que otros lo hagan, puede hacernos más inseguro y engendrar relaciones entre países menos trasparentes.
Esto es cierto, dijo Duarte. Pero tenemos sueños, deseos, nos proyectando un mundo de paz, libre de amenazas, en los que las armas nucleares sean destruidas y prohibidas para siempre. Sin esta esperanza nos hundimos en los gastos para armas de todo tipo, no sólo las nucleares. Sea suficiente recordar que, hoy en día, solo la Nueva Zelanda de los 192 países miembros de la ONU, tiene un ministro para el desarme. Todos los demás él de la guerra o la defensa, como se prefiere llamarlo.
La decisión de abolir las armas nucleares daría un gran impulso al uso pacífico de la energía nuclear, no sólo como una energía alternativa, sino también para aplicaciones en otros campos. Un buen ejemplo es el reciente acuerdo entre Brasil y Argentina para el uso de la energía nuclear en la medicina.
Debe ser compromiso de todos llegar a la Convención prevista para el año 2015 con el deseo no sólo de reducir sino de eliminar por completo la amenaza nuclear.
Juan Pablo
New York, 02.02.2011
Video de la Conferencia del Embajador http://videoportal.unu.edu/641
Fotos de la discusión in Face book, http://www.facebook.com/ununewyork
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