"Así como el mandamiento ‘no matarás’ establece un límite claro para garantizar el valor de la vida humana, hoy debemos decir 'no a una economía de exclusión y desigualdad'. Esta economía mata". "El ensayo, editado por Ugo Mattei e introducido por las palabras de Luigi Ciotti, reúne ocho de las intervenciones papales más actuales e importantes del Papa Francisco: globalización, trabajo, economía, capitalismo, vidas al margen de la sociedad, ecología y cuidado para el planeta Tierra. Es una advertencia contra la economía que nos domina para afirmar la defensa de la humanidad y su futuro. Une la encíclica 'Laudato Sí' con la espiritualidad ecuménica y ambiental de Schumacher; la exhortación apostólica 'Evangelii gaudium' sobre la globalización de la indiferencia con el 'Odio a los indiferentes' de Gramsci; y el discurso de Francisco sobre el capitalismo y la sociedad del desperdicio con la banalidad del mal de Hannah Arendt. Extractos del libro
Lo que "perturba" hoy en día "es la exclusión y marginación de la mayoría a una participación equitativa en la distribución nacional y global de bienes de mercado y no de mercado, tales como dignidad, libertad, conocimiento, inclusión, integración y paz".
“Por un repetirse de la historia aún no suficientemente notada por el debate público, vuelve la disputa por el dominus mundi (el dominio mundial), un poder planetario capaz de guiar el camino de toda la humanidad que ve al Imperio y al Papado nuevamente protagonistas”, escribe Mattei en su introducción. El choque entre las dos grandes fuerzas que se enfrentan por la dominación del mundo siguen siendo las mismas. Por un lado, el Imperio, que actualmente triunfa con sus empresas capitalistas, “inteligentes y optimistas por su tecnología" en manos de líderes millonarios. Por otro lado, el Papado “actualmente liderado por Papa Francisco que encarna la revolución contra el sistema y la esperanza de una conversión ecológica de la humanidad. Una batalla del bien contra el mal, de güelfos contra los gibelinos modalidad 3.0".
"Lo que más hace sufrir a la gente y conduce a la rebelión de los ciudadanos es el contraste entre la atribución teórica de la igualdad de derechos para todos y la distribución desigual e injusta de los bienes fundamentales para la mayoría de las personas". En un mundo donde "la riqueza es abundante, muchas personas siguen siendo víctimas de la pobreza y la exclusión social" (Roma - abril 2017).
El trabajo justo "es aquel que no solo garantiza una remuneración justa, sino que corresponde a la vocación de la persona y, por lo tanto, es capaz de desarrollar sus habilidades". Dado que "el trabajo transforma a la persona, el proceso en el que se producen los bienes y servicios debe adquirir un valor moral". Por ende, "el lugar de trabajo no es simplemente el lugar donde ciertos elementos, siguiendo ciertas reglas y procedimientos, son transformados en productos, también es el lugar donde se forma o transforma el carácter y la virtud del trabajador".
De ello se deduce que "cuando el trabajo ya no es expresivo de la persona porque ésta ya no entiende el sentido de lo que está haciendo, ese trabajo se convierte en esclavitud; la persona puede ser reemplazada por una máquina". “El trabajo no es un mero factor de producción, que debe adaptarse a las necesidades del proceso productivo para aumentar su eficiencia: es el proceso productivo que debe organizarse de tal manera que permita el crecimiento de las personas y la armonía de los tiempos dedicados a la familia y al trabajo".
El Papa nos invita a "remediar los errores de la cultura contemporánea que nos ha llevado a creer que una sociedad democrática puede progresar manteniendo separados entre ellos el código de la eficiencia –que sería por sí sola suficiente para regular las relaciones entre los seres humanos en la esfera económica- y el código de la solidaridad - que regularía las relaciones intersubjetivas dentro de la esfera social-. Esta es la división que ha empobrecido nuestras sociedades". La solidaridad es un "valor ético, sin embargo insuficiente si no está acompañado por instituciones capaces de concretarlo realmente".
“La intervención humana en la naturaleza se ha dado desde siempre, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de apoyar las posibilidades que la misma naturaleza ofrecía. Se trataba de recibir lo que la realidad natural donaba, buscando como potenciarlo. Ahora, por el contrario, lo que importa es extraer de la naturaleza lo más posible usando el poder de la acción humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad propia de lo que está manipulando.
Debido a esto, el ser humano y las cosas han dejado de darse la mano amistosamente, convirtiéndose en competidores. De allí la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que entusiasma a los economistas, a los teóricos de las finanzas y a la tecnología, se insinúa fácilmente. Esto presupone la mentira sobre la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, lo que lleva a "exprimirlo" hasta el límite y más allá del límite. Es la suposición falsa que "hay una cantidad ilimitada de energía y recursos para ser utilizados, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos".
“Es necesario reconocer que los productos de la tecnología no son neutrales, porque crean un entramado que termina condicionando los estilos de vida y orientando las posibilidades sociales hacia los intereses de ciertos grupos de poder. Ciertas decisiones, que parecen puramente instrumentales, son, en realidad, elecciones que determinan el tipo de vida social que se pretende desarrollar.
No es viable pensar que es posible sostener otro paradigma cultural y usar la técnica como un simple instrumento porque hoy en día el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos. Es aún más difícil usar sus recursos sin estar dominado por su lógica. De este modo, se ha vuelto contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser, al menos en parte, independientes de la técnica, de sus costos y de su poder globalizador y masificador.
“La realidad concreta hoy nos cuestiona porque están apareciendo varias consecuencias que muestran los errores, como la degradación ambiental, la ansiedad y la pérdida del significado de la vida personal y de la vida social. Se demuestra así una vez más, que la realidad es siempre superior a la idea".
“La cultura ecológica no puede reducirse a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que surgen en torno a la degradación ambiental, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una forma diferente de mirar las cosas, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que den forma a la resistencia contra el avance del paradigma tecnocrático. De lo contrario, incluso las mejores iniciativas ecológicas pueden terminar con la misma lógica globalizadora”.
Para saber más ver: Como os megalomaníacos das finanças sufocam o mundo. Artigo do Papa Francisco y Pope Rails against “dictatorship of the economy”, urges reform
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