El 26 de marzo de 1967, Pablo VI publicaba la encíclica "Populorum Progressio". Casi 60 años después, sigue siendo de actualidad releer este escrito a la luz de la Agenda 2030 de la ONU y preguntarnos en qué punto se encuentra el desarrollo de los pueblos. Y el Jubileo, gracias a sus motivaciones bíblicas, ¿será un "escaparate" para dar voz a los "pueblos del hambre", a los "pobres" tan queridos por el Papa Francisco?
En la introducción, el Papa interpela a los "pueblos de la opulencia", presentando la cuestión social de un desarrollo justo de los "pueblos del hambre" que luchan contra el hambre, la miseria, la falta de asistencia sanitaria, y de los que se convirtió en "abogado" en la Asamblea General de las Naciones Unidas, después de haber creado la comisión pontificia "Justicia y Paz" en el Vaticano.
Pablo VI, definiendo a la Iglesia como "experta en humanidad", afirmó que no pretendía inmiscuirse en la política de los Estados, sino sólo "escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio", para ayudar a los pueblos a alcanzar su pleno florecimiento.
La visión cristiana es la del "desarrollo integral", rostro necesario e indispensable de la "promoción de todo hombre y de todo el hombre", porque "toda vida es una vocación" a un "humanismo nuevo" y "pleno", a un "desarrollo solidario con la humanidad".
Para construir este "desarrollo integral" del hombre, dice el Papa, es necesario promover: la educación y el "tener más para ser más", instando a un "esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad"; el destino universal de los bienes, aun a costa de recurrir a la expropiación de los mismos; el trabajo "humano", inteligente y libre; la lucha decidida contra la plaga del hambre; la creación de un Fondo Mundial para el Desarrollo; la subordinación de la libertad de comercio al horizonte de la justicia social; la construcción de un orden jurídico universalmente reconocido.
Por otra parte, no debemos limitarnos a recordar únicamente las buenas obras de los colonizadores (escuelas, hospitales, carreteras, etc.), sin denunciar las injusticias en los países colonizados, las distorsiones del colonialismo - como el monocultivo y el racismo -, y del neocolonialismo; las escandalosas desigualdades, tanto de bienes (principalmente alimentos) como de poder; el rechazo de las tradiciones locales; la avaricia como "forma más evidente de subdesarrollo moral"; la industrialización sometida a la dictadura del capitalismo liberal y al imperialismo internacional del dinero en medio a beneficios, competencia y propiedad privada de los medios de producción sin límites ni obligaciones sociales; la ley del libre comercio con condiciones de partida excesivamente dispares; el nacionalismo autorreferencial.
Sobre todo, porque, como ya se ha experimentado en el pasado, los peligros para el futuro pacífico de la civilización mundial son las reacciones populares violentas y las agitaciones insurreccionales que, aunque sean condenables, nacen al reconocer y para combatir las enormes injusticias sociales.
Podemos preguntarnos entonces cómo la encíclica de Pablo VI, cuyo sentido llamamiento sigue siendo dramáticamente actual, puede iluminar la correlación fundamental entre la paz y el desarrollo de los pueblos.
Consideremos sólo los objetivos 1, 2 y 6 presentados en el último Informe 2024 de las Naciones Unidas sobre la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En 2022, unos 735 millones de personas pasaban hambre. El hambre en el mundo, medida por la prevalencia de la subnutrición, se mantuvo relativamente muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia de COVID-19, afectando a alrededor del 9,2% de la población mundial en 2022, frente al 7,9% en 2019. Aproximadamente el 29,6% de la población mundial - 2.400 millones de personas - padecía inseguridad alimentaria moderada o grave en 2022, de los cuales unos 900 millones (11,3% de la población mundial) padecían inseguridad alimentaria grave.
La malnutrición entre los niños menores de cinco años sigue siendo una preocupación importante en la actualidad, ya que plantea graves riesgos para su crecimiento y desarrollo. A nivel mundial, en 2022, se estima que el 22,3% de los niños menores de 5 años, o 148 millones, sufrían retraso en el crecimiento (demasiado bajo para su edad), frente al 24,6% de 2015. Sobre la base de las tendencias actuales, 1 de cada 5 niños menores de 5 años (19,5%) seguirá afectado por el retraso del crecimiento en 2030.
En 2022, casi el 60% de los países de todo el mundo se enfrentaron a precios anormalmente altos de los alimentos debido a la propagación de conflictos, como las graves interrupciones en la logística y las cadenas de suministro de alimentos tras el estallido de la guerra en Ucrania, que provocaron un aumento de los precios de los alimentos y la energía. La guerra también ejerció una fuerte presión al alza sobre los precios de los fertilizantes, añadiendo incertidumbre a las decisiones de siembra de los agricultores.
A pesar de algunas mejoras, los avances en agua y saneamiento siguen siendo insuficientes. Al ritmo actual, en 2030, 2.000 millones de personas seguirán viviendo sin agua potable segura, 3.000 millones sin saneamiento seguro y 1.400 millones sin saneamiento básico. En 2022, cerca de la mitad de la población mundial sufría escasez grave de agua durante al menos una parte del año y una cuarta parte se enfrentaba a niveles "extremadamente altos" de estrés hídrico. El cambio climático agrava estos problemas, planteando riesgos significativos para la estabilidad social. Aunque 153 Estados miembros comparten aguas transfronterizas, sólo una región está en vías de cubrir todos los ríos, lagos y acuíferos transfronterizos con acuerdos de cooperación para 2030.
La gestión sostenible del agua es la base de la prosperidad y la paz. Requiere más financiación, más toma de decisiones basada en datos, desarrollo de mano de obra cualificada, tecnología innovadora, incluida la inteligencia artificial (IA), y una fuerte colaboración intersectorial.
La degradación de la calidad del agua desde 2017 es una tendencia preocupante basada en datos de países con amplios programas de seguimiento. Esta tendencia podría ser global, dadas las menores tasas de tratamiento de aguas residuales en muchos países de bajos ingresos. La falta de datos oculta las señales de alerta temprana, obstaculiza los esfuerzos de restauración y pone en peligro los servicios de los ecosistemas de agua dulce.
Tras la asistencia técnica y el trabajo realizado por las agencias especializadas en los primeros años de la fundación de la ONU, surgió la cuestión del desarrollo. A medida que más y más Estados miembros se unían a la ONU, surgieron nuevos intereses y preocupaciones sobre la cuestión del desarrollo, que posteriormente se tuvieron en cuenta en los programas de la ONU.
En 1958, la Asamblea General estableció un Fondo Especial en virtud de la Resolución A/RES/1219 (XII), predecesor del Fondo de Desarrollo de la ONU. La resolución dice: "La Asamblea General, de conformidad con la determinación de las Naciones Unidas, expresada en la Carta, de promover el progreso social y la elevación del nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad y, con este fin, de utilizar sus instituciones para promover el progreso económico y social de todos los pueblos... [resuelve establecer un] Fondo Especial separado mediante el cual se prestará asistencia sistemática y sostenida en esferas fundamentales para el desarrollo técnico, económico y social integrado de los países menos adelantados".
Concluimos con una referencia a la entrada "Subdesarrollo" de la Enciclopedia Treccani, que presenta interesantes reflexiones. Después de las etapas de la caza y la pesca, el pastoreo y la agricultura, y la economía basada en el trabajo esclavo, en la época moderna pueden distinguirse otras tres etapas: la agricultura feudal, el capitalismo mercantil y el capitalismo industrial.
El "subdesarrollo" que padecen gran parte de las naciones de los continentes africano, asiático y sudamericano se debe, históricamente, a su pasado colonial, hoy transformado en ese "neocolonialismo" de las multinacionales ya denunciado por Pablo VI. ¿Conseguirá el Jubileo, a la luz de las razones bíblicas de su institución, ser un precioso "escaparate" para dar voz a esos "pueblos del hambre", a los "pobres" tan queridos por el Papa Francisco, y para convencer, sobre todo a los "pueblos de la opulencia", de que actúen para la resolución de los insensatos conflictos armados que están entre las primeras causas que niegan el justo desarrollo de los pueblos?
Deje un comentario