Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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El comentario queer a la Biblia

Rivista Rocca 24.01.2024 Selene Zorzi Traducido por: Jpic-jp.org

"Aceptar la queerness como práctica cristiana significa reconocer que las fronteras no nos rodean, sino que nos atraviesan, y que lo que percibimos como contradicción es en realidad un espacio fértil cuyo potencial vital aún no hemos comprendido".

Recientemente se ha publicado la traducción italiana del Comentario Queer a la Biblia por las ediciones EDB. Muchos se habrán preguntado el sentido de esta operación. Intentaré explicarlo.

En las últimas décadas, la cuestión de género y sus definiciones ha sido abordada de manera consistente por el mundo académico internacional. La categoría de género permite investigar cómo los estereotipos y los roles de género tradicionales han impactado en la vida y las relaciones sociales y políticas de hombres y mujeres, produciendo privilegios, marginaciones, sistemas injustos e incluso violencias.

Los estudios de género interpelan también las Escrituras. La teología no puede evitar abordar estos temas, ya que las reflexiones e intuiciones de los estudios de género interpelan la literatura de todo tipo, incluida la bíblica, y tienen impacto en la imagen bíblica y cristiana del ser humano, así como en los aspectos institucionales de la Iglesia.

Para comprender cómo se llegó a una lectura queer del texto bíblico, es necesario comenzar desde la "revolución copernicana", de la lectura feminista de la Biblia. La exégesis feminista, inicialmente llevada a cabo en la historia por mujeres individuales y, cada vez más, de manera consistente por mujeres como un sujeto colectivo (se vea el proyecto Woman’s Bible de 1895), comenzó por cuestionar que la Biblia justificara la concepción sexista y patriarcal de las mujeres como subordinadas y funcionales.

Las exegetas americanas de finales del siglo XIX, lideradas por Elizabeth Cady Stanton, fueron impulsadas por la reivindicación del derecho al voto. Como sus detractores utilizaban pasajes bíblicos para justificar su exclusión de los derechos políticos y sociales, las sufragistas americanas se dotaron de las herramientas culturales adecuadas para abordar la lectura crítica del texto sagrado, examinarlo más allá de las interpretaciones corrientes (con la llamada "exégesis de la sospecha") y corregir su interpretación distorsionada que las quería marginadas y oprimidas. Así, pusieron de relieve la presencia en la Biblia de mujeres significativas que escapaban a la transmisión de la cultura masculina, mujeres que a menudo no se alineaban con los estereotipos femeninos, que rompían con las expectativas sociales. Aplicaron como regla de su exégesis el mensaje de liberación de la Biblia, una liberación de todas las estructuras opresivas, políticas, religiosas y sociales, incluido el patriarcado.

Los autores de los textos bíblicos tenían visiones antropológicas y del mundo condicionadas por los conocimientos de su tiempo. Los antiguos ciertamente no conocían el complejo desarrollo de la identidad sexual y de género de una persona. No conocían la palabra queer y no reflexionaban explícitamente sobre las categorías de sexualidad, identidad sexual o afecto homosexual. Sin embargo, dado que las historias bíblicas son todas historias que desafían las expectativas, las categorizaciones fáciles, son también historias de personajes extraños, porosos, fuera de los esquemas, y es precisamente la aplicación de la categoría queer lo que permite releer el texto, revelando nuevos significados y desafiándonos a nuevas liberaciones sociales.

Pero, ¿qué significa queer? El término queer se refiere a todo aquello que, en el sentido de no alineado, pueda presentarse en una identidad personal, que por ende de-construye su definición pública y social. Hay muchos personajes de este tipo en la Biblia. Abraham y Sara son una pareja anómala, no propiamente una pareja, porque son hijos del mismo padre; no pueden tener hijos como las parejas tradicionales y no dudan en recurrir a métodos inusuales para tener descendencia. Muchas matriarcas no se conforman con los modelos que el patriarcado prescribe para las mujeres; de hecho, a menudo son estériles, lo que las coloca fuera del estereotipo del rol maternal de la mujer. Los mismos patriarcas (pensemos en Isaac o José) no realizan la masculinidad hetero-normativa que se espera de ellos. Encontramos en los relatos bíblicos poligamia, maternidad subrogada, incesto y matrimonios entre parientes cercanos; se narran historias de mujeres que se unen como pareja tras la muerte de sus respectivos maridos (Rut y Noemí).

Un Dios que siempre está más allá de donde lo esperamos

Dios mismo es queer, un Dios que transforma, que descompone y revoluciona las expectativas sociales y religiosas, las normas que regulan el poder, incluidas las normas sexuales. Las narraciones bíblicas nos hablan de un Dios que siempre está más allá de donde lo se espera, un Dios que desconcierta como un extranjero, que extraña y es extraño; un huésped a menudo inoportuno; una presencia invocada pero pronto casi indeseada porque Dios, cuando interviene, revierte la situación en algo completamente diferente a lo que hubiéramos deseado. La prohibición del Decálogo de hacer una imagen de Dios debería ser un recordatorio permanente de que Dios no encaja en ninguna categoría, sino que es el totalmente otro que trasciende las categorías. Buscar la queerness en la Biblia significa entonces darnos cuenta de estas extrañezas en los eventos y personajes de la Biblia que trascienden las características sociales y culturales tradicionales y nos recuerdan que Dios resplandece en el rostro de cada ser humano, por extraño que sea, siempre creado a su imagen, un Dios siempre diferente de las imágenes que nos hacemos de él.

El Dios bíblico es queer porque es excesivo en su amor, sale de sí mismo para encontrarse con el ser humano, es extraño, poli-amoroso, escandaloso en el sentido etimológico del término, porque pone obstáculos en nuestro camino lineal. Lo definimos con un rol patriarcal, llamándolo Padre, pero en la tradición cristiana, más que una referencia simbólica a un rol, se revela como una dinámica amorosa de intercambios trinitarios (perichoresis). El Dios trinitario no remite a un modelo de familia patriarcal, más bien lo desmantela.

De hecho, en la misma Biblia, Dios presenta un aspecto femenino en la figura de la divina Sabiduría (Hockmah) y ama a través de una fuerza que es femenina en hebreo (ruah), neutra en griego (pneuma) y masculina en latín (spiritus). Las representaciones de la Trinidad la retratan como una drag queen, con tres rostros femeninos pero barbados (véase el fresco de San Pedro en Perugia).

El mismo Jesús sabía que había sido enviado principalmente a aquellos que eran marginados y discriminados en su tiempo. Su intención era ofrecerles relación y vida, integrarlos en la comunidad y comunicarles que eran hijos e hijas de Dios.

El Dios de Jesucristo no aparece como un Dios padre patrón/padrino: más bien es la fuente común que pone a todos los seres humanos en el mismo nivel. El mismo Jesús presenta una masculinidad bastante fuera de los esquemas: no se adhiere a un modelo de poder falocéntrico y dominante, sino de servicio. Capaz de escuchar los deseos de hombres y mujeres a su alrededor, Jesús aparece como un hombre que evita el centro. Recorre, de hecho, aldeas de importancia secundaria. No se deja llamar maestro. Sale de un esquema de masculinidad androcéntrica para presentar un modelo de humanidad donde la masculinidad y su identidad se definen en relación con otros: Dios, hermanos/hermanas, no primariamente partiendo de sí mismo, como una identidad falocrática y autosuficiente. Toda su vida parece un trascender los modelos relacionales tradicionales, los esquemas habituales: se dirige a los pecadores, a las mujeres, a los niños, a los esclavos, a los enfermos, a los abyectos, a todos aquellos que estaban en los márgenes, excluidos de la "normalidad" y de la ciudadanía del poder, de la palabra, de la acción. Se burla de la familia de sangre, se rodea de una familia de elección en la que la atención no se centra en la relación de sangre, sino en la relación de amor y cuidado. No le importa su reputación pública, frecuentando con gusto a publicanos y pecadores. Llama a una relación íntima con él a hombres de su mismo sexo y se dirige de manera inusual también a mujeres no conformes, a quienes llama a seguirlo. Se acerca como maestro, amigo, compañero, pero también como extranjero. Los mismos discípulos tienen dificultad para encasillarlo dentro de un esquema prefijado de rabino, mesías religioso o guía política. Siempre está más allá, siempre en “otro” lugar. Un Jesús queer, testigo de un Dios queer.

Redescubrir un Dios que en su alteridad sigue siendo un misterio.
El Dios que "derriba a los poderosos de sus tronos" (Lc 1,52) siempre aparece al lado de los oprimidos, los excluidos y los perseguidos: desde los esclavos hasta las identidades sociales (y sexuales) consideradas "desviadas" del modelo, es decir, queer.
Usando lo queer como método exegético, se subrayará algo que ya está presente en los pliegues del texto sagrado, pero a lo cual hemos sido cegados por la familiaridad con un solo tipo de interpretación: la hetero-norma, a menudo sexista, clasista, imperialista y colonialista.

Redescubrir un Dios que en su alteridad sigue siendo un misterio, que nunca encaja completamente en los esquemas humanos y que, por lo tanto, impulsa a la transformación y a la evolución espiritual, significa asumir una mirada oblicua (queer) sobre el mundo y nos desafía a encontrarlo. Consecuentemente, una lectura queer puede liberar al mismo Dios de las limitaciones en las que una cultura patriarcal, androcéntrica, machista, binaria y colonialista lo ha relegado en el momento en que se "elaboraron" los textos bíblicos.

Dado que la imagen que tenemos de Dios, incluso cuando no creemos en su existencia, siempre tiene un impacto en la forma en que vivimos y construimos nuestras relaciones humanas y sociales, una operación exegética de este tipo no estará exenta de consecuencias a nivel de justicia social. Liberar a Dios de las estrechas fronteras sexuales e ideológicas en las que ha sido colocado, significa también liberar a las personas que han quedado al otro lado de esos límites.
Toda la Biblia no es más que una serie de historias de inversiones y reversos, un anticipo de ese cambio de valores que Cristo vino a traer al mundo, el que se da entre la vida y la muerte, entre hombres y mujeres, entre esclavos y libres, entre poder y servicio, entre potencia y debilidad. La visión del mundo evangélica, de hecho, es en sí misma una visión desubicada, porque la fe de los personajes de la Biblia es, en el fondo, una mirada, una postura diferente de los ojos (espirituales) sobre las cosas del mundo. Las narraciones bíblicas son todas narraciones que desbaratan las certezas o no estarían en la Biblia.

El límite nos atraviesa
No es extraño, por lo tanto, que cuando nos acercamos con atención a los relatos bíblicos encontremos la narración de eventos, personalidades, roles sociales e identidades sexuales porosas. Porosas se refiere precisamente a lo que la palabra queer transmite: el hecho de que el texto bíblico siempre esconde una extrañeza, la extrañeza misma que la Revelación aporta en las historias, la extrañeza de un Dios que es otro en sí mismo, en cuanto trinitario; la extrañeza de un revelador que aparece entrelazado con la limitación, la fragmentariedad y la incomprensión de la palabra humana y la comunicación humana. En este sentido, también se puede decir que al menos en el hecho de la encarnación, la teología cristiana presenta un dato de panenteísmo que derriba todos los binarismos de la memoria filosófica que ven en la lista de categorías al primer sujeto siempre positivo y al segundo negativo: hombre/mujer, alto/bajo, Dios/mundo, yo/otro, hombre/naturaleza, razón/sentimientos, dentro/fuera, etc.

Por lo tanto, antes de ser un mensaje sobre la sexualidad, una lectura queer quiere proponer una lectura de justicia, un mensaje de igualdad social recordándonos a nosotros mismos y a los demás que la Biblia está lejos de ser un manual de codificaciones rígidas, sino el lugar donde redescubrir la clave de la complejidad y la porosidad de las vidas, las identidades y las experiencias de cada uno de nosotros.

Concluye M. Murgia, a quien está dedicada la obra, en su God Save the Queer: "Aceptar la queerness como práctica cristiana significa reconocer que el límite no nos rodea, sino que nos atraviesa, y que lo que sentimos como contradicción es, en realidad, un espacio fecundo cuyo potencial vital aún no hemos comprendido".

Ver, Il commentario queer alla Bibbia

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Los comentarios de nuestros lectores (4)

Paul Attard 27.10.2024 Rather strange. We used to call “gay” people ‘queers’ in English. Gay meant happy, but has long since changed its meaning. The article is certainly written by an academic, but says basically what we have always known: That God is God, a different “being” to us, but reflected in the life of his Son whilst on earth.
Bernard Farine 27.10.2024 Le texte est intéressant à cause du décentrement des lectures trop marquées culturellement. Il me semble qu'il pourrait développer la même analyse sans référence au terme queer, qui risque de détourner du texte certains lecteurs qui vont se "bloquer" à cause de ce mot. Concernant le colonialisme, il l'ajoute à sa démonstration sans le développer et donc sans justifier le lien qu'il fait. On pourrait faire référence à la "Controverse de Valladolid" , débat pour savoir si les indiens d'Amérique ont une âme, où est posée la confrontation à la différence (au queer, dirait l'auteur). L'esclavage est aussi un effet de cet état d'esprit.
Berta Recalde 27.10.2024 Este articulo está un poco confuso; todo el queer concepto...me parece una forma muy liberal de tratar de interpretar la Biblia. Es cierto q debe haber cambios en la Iglesia, pero de eso a querer cambiar el significado de la Biblia para mí ya está muy fuera de lugar. q paso entonces con ...Dios creo al hombre a su imagen; hombre y mujer los creo... Es tanto el afán q tienen algunos grupos de q la sociedad acepte estos cambios a como de lugar, a través de la radio, tv, cine, escuelas, etc. etc. Creo q el problema es muy complejo y muy difícil de catalogarlo. Personalmente creo q cada quien sea lo q quiera ser pero eso si no traten de vendérmelo o peor aún imponérmelo.
Dario 02.11.2024 Un articolo interessante..le tematiche sulla teologia sono differenti protestanti cattolici etc....Gesu" sicuramente era un uomo normale ma "anormale" perche al tempo il potere di discernimento suo, era differente da cio , che la sua societa ebraica ( la sua cultura e vita) permetteva..ma cosa diceva lui "non sono un medico ..ma sono qui per curare i malati ..chi non ha voce.." pero diciamo che oggi la societa' e' differente stiamo confondendo il metodo di agire che viene dal cuore e quello che viene dai media..dalla politica dei voti liberali se volete, e da chi vuole acquistare potere su chi ha una sua sessualita diversa..Siamo tutti figli di Dio.. diamo a Cesare cio che e' di Cesare ha Dio cio che e' di DIO ..ma non discriminiamo chi rispettosamente prega Dio..nel suo intimo..certo che alcune pretese, a mio avviso sono un po troppo evasive..