Cuando se trata de mirar hacia otro lado, siempre hay buenas razones, porque, es cierto, el Congo cansa, uno tiene la sensación de que la historia da vueltas y vueltas. En este artículo, Colette explica también por qué en el Congo estamos hartos de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU.
Un país del que una vasta provincia está siendo invadida por rebeldes apoyados por un país vecino... Donde, tras dos décadas de presencia ininterrumpida, los Cascos Azules son impotentes y se contentan con contar los muertos... Un país donde se despliegan milicias islamistas abiertamente aliadas de Dáesh, que reclutan a jóvenes desempleados para convertirlos en combatientes y enviarlos a cortar cabezas de civiles... Un país tan vasto como Europa Occidental y amenazado de implosión... Un país donde la clase dirigente se "come" impunemente el 68% del presupuesto del Estado y es incapaz de pagar regularmente a los militares o a los profesores... Un país de 100 millones de habitantes que ha sido calificado, según la época y el orador, de "escándalo geológico", de "pulmón del planeta" o de "país solución", pero que está siendo metódica o anárquicamente expoliado por multinacionales, por vecinos voraces, por aventureros de todo tipo y por sus propios políticos electos que ahora se presentan de nuevo a las elecciones....
En otra época, volaríamos a Kolwezi, los paracaidistas descenderían sobre el terreno, se harían cargo del ejército y restablecerían el orden con energía. En otro siglo, protestaríamos contra las violaciones de mujeres, rechazaríamos el destino de los niños en las minas, boicotearíamos los minerales cuya explotación salvaje envenena campos y ríos, denegaríamos los visados a los políticos corruptos, cuestionaríamos la validez de esas normas que prohíben a los nacionales más honrados de esos países tener cuentas bancarias en el nuestro, mientras hacemos la vista gorda ante el paso de valijas diplomáticas llenas de billetes verdes.
En otra época, un siglo antes, o incluso a finales del siglo pasado, estaríamos haciendo campaña por el Congo, porque ese es el país del que estamos hablando, saldríamos a la calle no para ensuciar las estatuas sino para denunciar la brutalidad del saqueo actual, manifestaríamos para que cesaran las guerras y las depredaciones de todo tipo... Pero está Ucrania y la legítima indignación suscitada por la agresión rusa, está el precio del gas y del petróleo, la inflación, el clima, los grandes juicios... A la hora de mirar hacia otro lado, siempre hay buenas razones, porque, es cierto, el Congo cansa, uno tiene la sensación de que la historia da vueltas y vueltas. Y además, ¿no vivimos en la época de las comisiones de investigación que olvidan la situación actual y acaban en una pecera, de los grupos de presión que, en nombre de buenas causas que defender, "consumen" sumas considerables de dinero que habrían merecido mejor uso... Ah, sí, el Congo, es cierto, casi nos habíamos olvidado de él, había tantos otros temas de preocupación... Tranquilos: dentro de unas décadas, se nos pedirá de pedir disculpas una vez más, no por la colonización, sino por la fría indiferencia actual.
Véase, Ah oui, le Congo, presque oublié… Véase también Christophe MBoso, président de l’Assemblée nationale de la RDC: «La guerre au Kivu est le fait du président rwandais»
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