En preparación para el Foro de 2021 de las Naciones Unidas (ONU), sobre Financiamiento para el Desarrollo (FfD en su sigla inglés) el Comité ONG sobre FfD, miembro de Conferencia de ONG (CoNGO) está preparando un desayuno de trabajo virtual, una sesión informativa con discusión interactiva, para el 15 de enero con el título, La Recuperación que queremos: para las personas y el planeta.
Desde 2018, este Comité ha estado celebrando reuniones similares con delegaciones de los Estados miembros de la ONU, otras ONG y fundaciones privadas, ofreciendo sesiones informativas sobre el Foro FfD y oportunidades para diálogos abiertos e interactivos. La reunión del 15 de enero inicia, entonces, el ciclo de actividades del 2021 sobre FfD y otros asuntos clave de la agenda para un desarrollo sostenible.
Dado que muchos de sus miembros prestan servicios directos, especialmente a personas que viven en la pobreza y a comunidades poco integradas y a menudo aisladas, a este Comité le preocupa profundamente que las políticas destinadas a proteger la vida, los medios de subsistencia y la salud de las personas no se traduzcan de manera eficaz sobre el terreno, como lo demuestra el impacto de la crisis del COVID-19. La conversación informal, proporcionada por la reunión virtual, por lo tanto, vierte sobre cómo enfrentar mejor los desafíos y cómo abogar por políticas que puedan acelerar el fin de la creciente desigualdad y los efectos de la pandemia en el mundo.
El Comité es una ONG con base interreligiosa y se estableció en 2004 para facilitar la abogacía para sus miembros de las ONG en asuntos de FfD, y está conformado por ONG afiliadas a la ONU (a través del ECOSOC, DGC y FfD) y otras organizaciones de la sociedad civil. Se inició después de la Conferencia de Monterrey de 2002. Esta conferencia reunió a líderes, ministros de finanzas, de relaciones exteriores y del comercio de países desarrollados y en desarrollo, los jefes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio, así como representantes de la sociedad civil y del sector privado. El resultado fue un Consenso para dar un nuevo impulso hacia una cooperación internacional coherente para el desarrollo. Este documento sigue siendo una piedra miliar para los debates sobre políticas internacionales y acciones colectivas en lo que va de la financiación para el desarrollo.
Ya que la mayoría de los compromisos del Consenso no se implementaron tan pronto como era necesario, en 2008 la Declaración de Doha sobre Financiamiento para el Desarrollo pidió al Secretario General de la ONU que volviera con más fuerzas sobre “el tema de nuevas fuentes, públicas y privadas, de financiamiento para el desarrollo”.
En 2015, la conferencia celebrada en Addis Abeba, Etiopía, evaluó los avances en la implementación del Consenso de Monterrey y la Declaración de Doha y se esforzó para identificar los obstáculos y las limitaciones encontrados en el logro de las metas y objetivos acordados, así como las acciones e iniciativas para superar estas limitaciones.
El Comité de FfD apoya el objetivo de "poner fin a la pobreza y al hambre y lograr el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: promover el crecimiento económico inclusivo, proteger el medio ambiente y promover la inclusión social", como se describe en el Consenso de Monterrey y en la Agenda de Acciones de Addis Abeba. El Comité aboga por los asuntos del FfD desde la perspectiva de No dejar a nadie atrás, con especial énfasis en la protección social, la inclusión financiera y el financiamiento del cambio climático.
El Informe 2020 sobre Desarrollo Humano afirma: “Nuestras economías y propuestas de políticas públicas están sesgadas en contra del desarrollo humano precisamente por la forma en que tendemos a entender el 'valor', dando al crecimiento del Producto Interno Bruto un papel central, olvidando el futuro y los daños sociales y ambientales. Esta visión equivocada del ‘valor’, que considera que las actividades perjudiciales para las personas y el medio ambiente crean valor, tampoco tiene en cuenta el verdadero valor de los servicios sociales, los mecanismos de protección social o los bienes públicos”.
El Desayuno virtual comparte, entonces, estas preocupaciones y las del Secretario General de la ONU, António Guterres, quien dijo: "La recuperación de COVID y la reparación de nuestro planeta deben ser las dos caras de la misma moneda". El sistema económico que valora el crecimiento lineal exponencial está perpetuando las desigualdades en el bienestar social y económico de las personas y una mentalidad extractivista, que agota los recursos de la Tierra.
“Para que la recuperación económica de la crisis de COVID-19 sea duradera y resiliente, se debe evitar un retorno a los 'negocios de costumbre' y a patrones y actividades de inversión ambientalmente destructivos”, como destaca el expediente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La pandemia acaba de exacerbar las brechas en la protección social, la inclusión financiera y las acciones climáticas, pero estas ya existían. Necesitamos asegurarnos de manera definitiva que "las finanzas no son un fin en sí mismas, son un medio para mejorar la vida de las personas y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible".
Por lo tanto, el desayuno de trabajo virtual propone la exigencia de un cambio de paradigma en los procesos de gobernanza del financiamiento climático y de la salud global. Necesitamos acciones transformadoras y decisivas para promulgar e implementar medidas de protección social, inclusión digital y financiera, y reformas sistémicas de la arquitectura financiera internacional. Necesitamos dar prioridad a la resiliencia económica a largo plazo sobre el crecimiento económico a corto plazo para que se haga realidad un mundo futuro más ecológico.
El informe del Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre FfD proporcionará, como siempre, un punto de partida para el balance del Foro. Sin embargo, dependerá de los gobiernos actuar para poner en marcha una recuperación verde y sostenible, proteger a las personas y al planeta. Y sabemos cómo son las comunidades civiles y religiosas las que siempre han dado un paso al frente para ayudar allá donde los gobiernos no saben proporcionar servicios de protección social.
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