Cuando las ventas millonarias de armas entran por la puerta, las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra salen volando por la ventana.
Las Naciones Unidas luchan por una respuesta al golpe militar en Myanmar, pero China y Rusia, dos miembros permanentes con poder de veto del Consejo de Seguridad, se negaron a respaldar una declaración condenando la toma del poder por el Ejército, en una sesión telemática de sus 15 miembros la noche del martes 2.
La enviada especial de las Naciones Unidas para Myanmar, Christine Schraner Burgener, había instado al Consejo de Seguridad por videoconferencia para que se produjese un firme respaldo a la democracia tras el golpe de los militares y su declaración de un estado de emergencia por un año.
Las dos grandes potencias comenzaron a tejer así sus corazas protectoras sobre los militares de Myanmar, tras su golpe el lunes 1, debido a las relaciones políticas, económicas y militares de larga data con la atribulada nación del sudeste asiático, la antigua Birmania a la que los militares cambiaron el nombre en 1989, durante su anterior largo régimen de 28 años (1988-2016).
Beijing y Moscú se han apoyado con frecuencia mutuamente para proteger sus intereses, pero no siempre votan en forma sincronizada, planteó un observador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que pidió el anonimato.
Quizás lo más significativo es el hecho de China y Rusia son dos de los principales proveedores de armas de Myanmar y, por lo tanto, obstaculizarán que en el marco de la ONU prospere cualquier forma de sanciones militares o económicas contra el régimen militar emanado del golpe.
Myanmar no publica oficialmente cifras sobre su presupuesto militar anual ni proporciona un desglose de sus gastos en la compra de armas.
Pero datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) indican que en el periodo 2010-2019 el país adquirió más de 2400 millones de dólares en armas.
China sumó en torno a 1300 millones de dólares de esas compras, Rusia 807 millones, India 145 millones y Corea del Sur 90 millones, según ese Instituto.
Siemon Wezeman, investigador principal del Programa de Armas y Gastos Militares del Sipri, dijo a IPS que estas compras de armas incluyen buques de guerra, aviones de combate, drones armados, vehículos blindados y sistemas de defensa aérea de China, mientras que Rusia suministró aviones y helicópteros de combate.
India, actual miembro no permanente del Consejo de Seguridad, proporcionó un submarino de segunda mano, el primer gran submarino para Myanmar, además de equipo y misiles para buques de guerra construidos en Myanmar.
“India es un proveedor de armas bastante nuevo y parece tener como objetivo el reducir los vínculos de Myanmar con China, ya que en el pasado ha expresado preocupación sobre la influencia china en Myanmar y en (potenciales) instalaciones y bases militares chinas en Myanmar», dijo Wezeman.
India y China, ambas potencias nucleares, han tenido varios enfrentamientos militares por sus disputas fronterizas a lo largo de la llamada Línea de Control Real en la región del Himalaya.
Entre otros proveedores de armas a Myanmar, señaló Wezeman, se encuentran también Corea del Sur, Bielorrusia e Israel.
Varios miembros de la Unión Europea (UE), dijo, también han suministrado equipos considerados «armas importantes» por el Sipri, a pesar de que están activas sanciones del bloque a Myanmar que incluyen una prohibición de suministrar equipos o apoyo al ejército birmano.
En una declaración condenando el golpe, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que su país “eliminó las sanciones contra Birmania (Estados Unidos se ha negado a reconocer el cambio de nombre a Myanmar) durante la última década basándose en el progreso hacia la democracia».
“La reversión de ese progreso requerirá una revisión inmediata de nuestras leyes y autoridades de sanciones, seguida de la acción apropiada », dijo, « Estados Unidos defenderá la democracia donde sea que esté bajo ataque », puntualizó.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, reconoció el miércoles 3 que Estados Unidos proporcionó casi 135 millones de dólares en asistencia bilateral a Birmania en el año fiscal 2020.
“Debo mencionar que solo una parte de eso, una parte muy pequeña, es asistencia al gobierno. Pero estamos realizando esa revisión”, destacó.
Nuevamente, insistió, “vamos a trabajar rápidamente para determinar las implicaciones para los líderes militares de Birmania por sus acciones aquí. Pero hay una pequeña porción de esa ayuda extranjera que en realidad estaría implicada”.
Es “la gran, gran mayoría” la que realmente va a los rohinyás, la minoría musulmana birmana víctima de un genocidio y un éxodo forzoso, y la sociedad civil del país y no al ejército birmano, dijo Price.
Louis Charbonneau, director de Human Rights Watch para las Naciones Unidas, dijo a IPS que el abismal fracaso del Consejo de Seguridad para abordar en el pasado los atroces abusos de los derechos humanos de Myanmar, dio a los militares la seguridad de que podían hacer lo que quisieran sin consecuencias graves.
“Ese enfoque debería acabar ahora» que terminaron con un complejo y tutelado proceso de apertura democrática comenzado en 2016 bajo la conducción de Aung Suu Kyi como presidenta del Consejo de Estado, tras casi tres décadas de régimen militar, agregó.
El Consejo de Seguridad, dijo, debe exigir la liberación inmediata de todos los líderes políticos y activistas detenidos, y el restablecimiento del gobierno democrático civil. Se deben imponer sanciones selectivas a los líderes militares responsables, acotó.
Mientras tanto, los responsables de la diplomacia de los países del Grupo de los 7 (G7) (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y el de la UE, han condenado por unanimidad el golpe de Estado en Myanmar.
“Estamos profundamente preocupados por la detención de líderes políticos y activistas de la sociedad civil, incluida la consejera de Estado Aung San Suu Kyi y el presidente Win Myint, y los ataques contra los medios de comunicación”, indicaron en un comunicado.
“Hacemos un llamado a los militares para que pongan fin de inmediato al estado de emergencia, restauren el poder al gobierno elegido democráticamente, liberen a todos los detenidos injustamente y respeten los derechos humanos y el estado de derecho”.
En su pronunciamiento conjunto el G7 y la UE insistieron en que “los resultados de las elecciones de noviembre deben ser respetados y el Parlamento debe ser convocado lo antes posible ».
Al pedir la desmilitarización de Myanmar, el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangón, la antigua capital y la ciudad más poblada del país, dijo que la guerra es el lenguaje de la muerte.
El también presidente de la Conferencia de Obispos Asiático, añadió que “la violencia nunca engendra paz. La guerra niega la armonía nacional. Los frutos de los conflictos son amarguras, divisiones y heridas que tardan años en sanar. Buscar la unidad, sí, pero no por miedo o amenaza”,
Hablando de militarización, Wezeman dijo a IPS que Myanmar comenzó en los últimos años a modernizar el equipamiento de sus Fuerzas Armadas, adquiriendo aviones de combate avanzados (MiG-29, SDu-30MK y JF-17), aviones de entrenamiento avanzados y básicos. (K-8, Yak-130 y G-120TP) y varios vehículos blindados para reemplazar o agregar a los que dispone.
Myanmar también adquirió varios tipos de sistemas de defensa aérea, de los que carecía, y su primer submarino. Compró nuevos buques de guerra y comenzó a construir sus buques de guerra de diseño local, aunque se sospecha que se apoya en gran medida en la ayuda china en el diseño y el uso de armas, sensores y motores importados.
En general, dijo, parece que Myanmar se ha embarcado en contar con unas Fuerzas Armadas más capaces de enfrentar a grupos rebeldes internos y a eventuales confrontaciones con otros Estados.
En comparación con sus vecinos -China, India e incluso Tailandia- las Fuerzas Armadas de Myanmar operan con armas de peor nivel y sistemas bélicos menos avanzados, dijo Wezeman.
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