Pero si te acercas, notarás algo muy sorprendente.

Mira a los ojos de uno de ellos y descubrirás que es ciego. Su dueño ha decidido no matarlo, sino darle un hogar confortable. ¡Algo realmente asombroso! Además, si te acercas y pones atención, oirás el sonido de un cascabel. Si miras a tu alrededor en busca de la fuente del sonido, descubrirás que procede de otro caballito allá en el campo.

Es en el ronzal de este caballito que está el cascabel. Es para indicarle al amigo ciego dónde él está para que pueda seguirlo. Si te quedas un rato y observas a los dos amigos, verás que el caballito con el cascabel siempre está mirando al caballo ciego, y que el ciego escucha el cascabel para dirigirse con confianza hacia su amigo.

Todas las tardes, cuando el caballito del cascabel vuelve al establo, se detiene de vez en cuando y mira hacia atrás para asegurarse de que su amigo ciego no esté demasiado lejos para poder oír el sonido del cascabel.

Como el dueño de estos dos caballos, Dios no nos rechaza sólo porque no somos perfectos o tengamos problemas. Él vela por nosotros e incluso trae a otras personas a nuestras vidas para que nos ayuden cuando lo necesitamos. A veces somos el caballo ciego, guiado por la campanilla de las personas que Dios ha traído a nuestras vidas. Otras veces, somos el caballo guía, ayudando a otros a encontrar su camino.

Los buenos amigos son así. Puede que nunca los veas, pero sabes que siempre están ahí.

Por favor, escucha mi campanilla y déjame escuchar la tuya.

Ver, Deux chevaux, une clochette