El hambre y la falta de vivienda siguieron aumentando en las principales ciudades norteamericanas. El desempleo, los problemas relacionados con el trabajo y los empleos con baja remuneración contribuyen probablemente al hambre. Los altos costos de la vivienda causan la falta de viviendas asequibles, y son una fuente de enfermedad mental. Los problemas sociales surgen del abuso de sustancias mientras que los refugios de emergencia alejan a mucho de una vida familiar.
Es improbable que los millones de personas que padecen hambre y carecen de hogar en los Estados Unidos logren tener un empleo bien remunerado, si logran tener uno. Desde el año 2000, dos millones de trabajos de fabricación se han evaporado, ya sea porque fueron desplazados hacia China o siendo automatizados tan rápido como fuera posible. En 15-20 años, no habrá empleados de manufactura. Los empleos de informática se están mudando a India. Aquellos que aún tienen un empleo no están seguros que podrán conservarlo.
Más de 40 millones de norteamericanos no tienen seguro médico y 140 millones se enfrentan a crecientes costos de salud. Mientras tanto, 10% de los propietarios de capital poseen 71% del capital norteamericano. Si esta tendencia continúa, lo poseerán todo. Además, están financiando la revolución robótica, la cual permitirá a los robots de crear fábricas completamente automatizadas, con sistemas de venta minoristas automatizados, quioscos y líneas de pago con autoservicio. En 2022 las computadoras operarán en un trillón de operaciones por segundo y, con la capacidad del cerebro humano, su costo sería tan bajo como 500 dólares.
¿Qué será de nuestra democracia? ¿Qué será de “nosotros la gente”? ¿Qué tipo de vida les espera a las generaciones futuras si no tienen trabajo ni ingreso para comprar comida o refugio? Para remediar a esta injusticia, no podemos evitar de tener en cuenta el problema de la tierra: “Los seres humanos en su totalidad nacen de la tierra. Somos terrícolas. La tierra es nuestro origen, nuestro alimento, nuestro apoyo, nuestra guía” (Thomas Berry). Henry George tenía esta visión hace ya más de un siglo: “nuestro principal ajuste social es una denegación de la justicia. Al permitir que un hombre sea dueño de la tierra en la cual, y de la cual otros hombres deben vivir, lo hemos hecho un fiador en un grado, que aumenta a medida que avanza el progreso material. Esto es lo que convierte la bendición del progreso material en una maldición”.
O seremos esclavos, o construiremos una democracia económica para ser libres y celebrar la vida en este increíble planeta. tenemos que encontrar una manera de arreglar esta situación. Las fuerzas de concentración de la riqueza y el poder casi nos han subyugado: “Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, traerlos y en las tinieblas atarlos” (El señor de los anillos). Tenemos que construir una democracia económica firmemente basada en este principio más básico en que la tierra pertenece por igual a todos como un derecho de nacimiento: “la tierra se da como una reserva común para que los hombres la trabajen y vivan en ella” (Thomas Jefferson).
Abraham Lincoln ha dicho: “El suelo, la tierra que Dios dio al hombre por su hogar, su sustento y su apoyo, nunca debería ser posesión de ningún otro hombre, ni corporación, ni sociedad ni gobierno hostil, más que el aire o el agua. Un individuo, una compañía o una empresa no debe tener más de lo que se requiere para su hogar y sustento. Todo lo que no se use debe mantenerse para el uso libre de cada familia para construir casas y conservarlas mientras estén ocupadas”.
El enfoque político del problema de la escalada del valor de la tierra debe abordarse desde una perspectiva clara: “el hombre no hizo la tierra. La propiedad individual es un valor que sólo la mejora lo que hace el hombre y no la tierra en sí misma. Entonces todo propietario debe pagar a la comunidad una renta por la tierra que posee.
Los economistas y los políticos comienzan a comprender el problema y la solución en los términos que John Stuart Mill ha formulado: “Los propietarios se hacen ricos mientras duermen y sin trabajar, arriesgarse o economizar. El aumento en el valor de la tierra, que surge de los esfuerzos de toda una comunidad, debe pertenecer a él y no al individuo que podría tener el título”. Esta perspectiva se une a lo que piensan hoy en día muchas organizaciones basadas en la fe. Como lo ha dicho Henry George: “No podemos lograr nada real y duradero hasta que aseguremos a todos los primeros derechos iguales e inalienables con los que el hombre está dotado por su creador – derechos al uso y beneficio de las oportunidades naturales”. Además, el derecho a la tierra es primordial.
Deje un comentario