Dos afirmaciones aparecidas en Le Monde el 1 de marzo de 2025 nos ayudan a comprender los “U.S. Aid Cuts - Recortes de la ayuda estadounidense”. Una es el título del artículo, “Le gouvernement de Trump, même s’il est organisé à la manière d’une cour impériale, est un gouvernement révolutionnaire - El gobierno de Trump, aunque esté organizado a la manera de una corte imperial, es un gobierno revolucionario” o quiere ser revolucionario; la otra es en su texto aplicando una referencia a Trump: “La Revolución Cultural de Mao Zedong fue un ambicioso proyecto de ruptura con el pasado, pero también fue el ajuste de cuentas personal de un viejo que había llegado al final de sus días”.
Trump quiere ser original, empeñado en rechazar todo lo que han hecho los demás pretendiendo hacerlo mejor que ellos con un método muy sencillo: sacudir el árbol con tanta violencia que caiga toda la fruta podrida y paciencia si cae también la buena. Ese es más o menos el título de un artículo de Jean-Yves Landry publicado en caliente tras el anuncio: “L'équipe Trump fait tomber l'USAID. ¿Qué grandes mentiras desaparecen con esta agencia?”.
Landry comienza denunciando la mayor de estas mentiras: USAID no estaba pensada para resolver los problemas de la gente, sino para hacerla dependiente de Estados Unidos. “La función principal de USAID era hacer quedar bien a Estados Unidos. La BBC recibió fondos de la USAID para propaganda pro-estadounidense. Otras publicaciones también recibieron dinero con el mismo fin”. Más grave: “USAID, al proporcionar productos gratuitos (por ejemplo, arroz), crea una competencia desleal para los productores locales, que no pueden competir con precios de cero dólares. Esto conduce al colapso de los mercados locales y a la dependencia de la ayuda exterior”. Como resultado, “podríamos ver problemas de hambruna en ciertos países”. También había aquí un conflicto de intereses: “Comprar arroz a los agricultores norteamericanos perpetúa este sistema”. De hecho, la ayuda alimentaria era a menudo una forma encubierta de subvencionar” la agricultura en Estados Unidos, mientras que USAID ignoraba las propuestas “para apoyar a los productores locales (por ejemplo, financiando semillas o infraestructuras)”.
La ayuda gratuita de USAID para ciertas enfermedades, como el VIH, también ha provocado dependencia en el sector sanitario, y las organizaciones sanitarias corren ahora el riesgo de encontrarse en crisis.
No es de extrañar, por tanto, que se alcen voces para aplaudir la decisión de Trump tanto dentro como fuera del país. En Estados Unidos, Internet se ha visto invadido por declaraciones públicas y privadas que denuncian a USAID por su despilfarro y dilapidación de los bienes públicos en un derroche extravagante y vergonzoso que da una falsa idea de opulencia en el extranjero mientras deja que los pobres del país crezcan en número y sufrimiento. Un vídeo lo ilustra amplificando las “largiciones” concedida a los grupos homosexuales - Mom sues school board - Una madre demanda al consejo escolar - y a ciertas minorías en detrimento de otras, para investigaciones excéntricas, para proyectos aberrantes donde prima la ideología partidista.
La decisión de Trump también es aplaudida fuera de Estados Unidos, incluso en África, donde, a lo largo de los años, se ha cuestionado la imagen que USAID proyecta: el lujo, a veces insultante, de estructuras que se renuevan innecesariamente, sueldos opulentos y escandalosos para el entorno, incluso para las familias del personal, y una riqueza de medios repugnante en comparación con los resultados. USAID ha sido acusada incluso de haber financiado el terrorismo, y por eso Le Mali demande des poursuites judiciaires - Malí pide que se inicie un procedimiento judicial -. Qué gran éxito, sea verdad o mentira, ha tenido la declaración de Trump de suspender los visados a los jefes de Estado y políticos africanos corruptos y prohibir la entrada de sus hijos en las escuelas estadounidenses.
Las cifras están en el punto de mira. En 2024, el Gobierno norteamericano destinó 63.100 millones de dólares a ayuda exterior, de los cuales 42.800 millones a través de USAID. El Producto Interior Bruto (PIB) de la República Centroafricana en 2023 se estimó en 2.560 millones de dólares y el de Ghana, uno de los países mejor situados de África, en unos 80.700 millones de dólares.
Trump se posiciona, pues, para “Salvar los dólares de los contribuyentes norteamericanos -Save taxpayer dollars -. El DOGE -Department of Government Efficiency- que creó el mismo día de su investidura como presidente, el 20 de enero de 2025, proporciona información financiera que a veces resulta sin embargo sólo propaganda o tendenciosa: denuncia facturas de 16.500 millones de dólares justificadas por un contrato de 8 millones de dólares presentado como 8.000 millones de dólares; denuncia un contrato de 50 millones de dólares para “preservativos para Hamás” que incluye un proyecto de hospital construido en Gaza; calcula ahorros sobre contratos anulados que en realidad ya han sido pagados; no considera que los costes de anulación de estos contratos podrían ser más caros que su realización.
Dicho esto, los análisis de las consecuencias de la desaparición de USAID son alarmantes. La primera: U.S. Aid Cuts Make Famine More Likely and Easier to Hide - los recortes de ayuda de Estados Unidos harán la hambruna más probable y más fácil de ocultar. “Durante décadas, Estados Unidos ha sido una fuerza impulsora de los esfuerzos mundiales para combatir la inseguridad alimentaria y la hambruna”; con la administración Trump, “Los efectos de los recortes ya son visibles”, véase la devastadora hambruna en Sudán, la eliminación de casi 10.000 contratos de los 13.000 adjudicados a USAID, más de 6.000 empleados de USAID despedidos o en excedencia administrativa, agencias de ayuda y ONG humanitarias obligadas a reducir o suspender sus programas. Más aún, “El desmantelamiento de USAID no es sólo un revés para la ayuda exterior, amenaza la infraestructura construida durante décadas”, la misma que ha contribuido a mitigar los efectos más brutales de los conflictos.
Podemos imaginar lo que ocurrirá: Estados Unidos y otros países ofrecerán ayuda alimentaria a los países pobres a cambio de acceso a sus riquezas minerales o de restricciones a la migración. Los países no alineados se quedarán atrás, con sus poblaciones sufriendo hambre y otras tragedias evitables. El hambre será una herramienta de guerra y ninguna autoridad podrá documentar, prevenir o responder eficazmente a esta amenaza: un sombrío retorno al pasado.
Las organizaciones de Europa Oriental y Asia Central (OEOAC) - Les organisations d'Europe de l'Est et d'Asie centrale (EEE-AC) tirent la sonnette d’alarme - están haciendo sonar la alarma ante la posibilidad de que años de trabajo en áreas clave, desde la prestación de asistencia sanitaria hasta la defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento de la democracia, se vengan abajo. En muchos países de la OEOAC, la ayuda exterior - en gran parte procedente de USAID - es ahora esencial para el funcionamiento de la sociedad civil, las ONG y otros grupos. El sector más afectado será la lucha contra el VIH/SIDA. Según un informe de la ONU publicado en 2024, sólo la mitad de los 2,1 millones de personas que viven con el VIH en la región OEOAC tienen acceso a tratamiento, sólo el 42% ha logrado reducir la carga viral y en 2023 se registraron 140.000 nuevos casos de VIH. ONUSIDA también se beneficia de estos fondos para sus programas comunitarios de prevención del VIH, los suministros de terapia antirretrovírica (TAR), el desarrollo de infraestructuras de laboratorio y diagnóstico y la formación de personal sanitario.
La reducción de la financiación también tendrá un impacto negativo sobre “los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular en la reducción de la propagación del VIH, la mejora de la calidad de vida de las personas que viven con el VIH, la igualdad de género y la protección de los derechos humanos”.
Preocupante también es la estigmatización de las asociaciones que reciben y gestionan los fondos norteamericanos. La retórica de la administración Trump presenta, quizá sin saberlo, a las organizaciones de la sociedad civil como amenazas a la seguridad nacional: un peligroso estigma que fomenta la hostilidad, la represión e incluso la violencia contra personas y grupos comprometidos con la defensa de un legítimo desarrollo, los derechos humanos y la gobernanza democrática. Esto expone a estas organizaciones y a su personal al riesgo de acoso, intimidación e incluso violencia física, especialmente en países donde ya están amenazados. No es de extrañar que esta decisión haya sido bien acogida por gobernantes autoritarios que ya estaban tomando medidas enérgicas contra las ONG y otras entidades críticas con sus regímenes. En estos países, la financiación internacional, incluida la de USAID, es esencial para la supervivencia de los medios de comunicación independientes que critican los abusos, exigen responsabilidades a los regímenes e informan sobre las realidades represivas. Mientras que en muchos países Estados Unidos invierten en decenas de programas destinados a reforzar la libertad y la libre expresión, las instituciones democráticas y la resistencia de la opinión pública a la desinformación - como en Georgia, donde esta ayuda asciende a 373 millones de dólares -, los medios de comunicación de estos países, y los que están en el exilio y se dirigen a públicos como Rusia y Bielorrusia, serán especialmente vulnerables con el riesgo hasta de desaparecer.
Acabar con USAID afectará también a las organizaciones que trabajan por la igualdad de género, las cuestiones Lgbtiq+, los derechos reproductivos, la lucha contra la violencia de género, el apoyo a las comunidades desplazadas y la educación de los grupos marginados. Indirectamente, otras instituciones de la sociedad civil, como pequeñas y medianas empresas, organizaciones sin ánimo de lucro, universidades, grupos religiosos e incluso institutos de investigación científica dependientes de la financiación norteamericana se verán incapaces de cumplir con sus obligaciones.
Conclusiones
La primera es sin duda económica. Las consecuencias del recorte de USAID son especialmente graves en países donde la ayuda norteamericana apoya iniciativas esenciales en los ámbitos de la sanidad, la educación, la consolidación de la paz y la protección de los derechos humanos, así como los esfuerzos por promover la democracia, la buena gobernanza y el Estado de derecho, los valores democráticos y la justicia social. La decisión puede querer garantizar una mayor eficacia y transparencia, corregir la falta de procedimientos correctos y la tendencia al partidismo político e ideológico. Sin embargo, corre el riesgo de causar un daño duradero a la sociedad civil, amplificar el desprecio por los derechos humanos y hacer problemática la ayuda humanitaria internacional.
La segunda es de orden moral. Desde su creación el 3 de noviembre de 1961 por decreto del Presidente John F. Kennedy, la USAID, creada para coordinar la ayuda estadounidense al desarrollo en el extranjero, ha prestado grandes servicios a la humanidad, creando al mismo tiempo el gran problema de la dependencia. Toda la ayuda humanitaria debe entonces plantearse la siguiente pregunta: ¿tenemos derecho a crear esta dependencia para luego de repente negar la ayuda humanitaria que la creó? ¿Tenemos derecho a crear un sistema de relaciones públicas, económicas, sanitarias y educativas y luego de repente destruirlo porque ya no sirve a determinados intereses?
Trump está intentando crear una imagen de un hombre que todo el mundo teme. Las muertes por falta de medicinas o alimentos no le quitarán el sueño hasta que su venganza personal quede satisfecha. Sin embargo, como dice Le Monde, “Una vez preparado el escenario y lanzada la revolución - la revolución de Mao -, ésta cobró vida propia, produciendo consecuencias inesperadas que ni siquiera los estrategas más brillantes podrían haber previsto”. Con Trump, las relaciones internacionales han dado un vuelco, ya que el deterioro de la imagen de Estados Unidos anima a los países a acercarse a China, y a otros a valerse por sí mismos y depender menos de la ayuda exterior. A medida que la desinformación gane terreno y se amplifique llegará el momento en que muchas hipocresías y mentiras quedarán desenmascaradas. En este marasmo que redimensiona USAID, esperemos por el bien del futuro que, una vez caídos los frutos podridos, los buenos encuentren un espacio más amplio para florecer de nuevo: incluso en su venganza la administración Trump acabará produciendo buenos efectos en algunas áreas.
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