El Sahel, una región rica en pobres
Los países del Sahel son las antiguas colonias francesas de Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad. Se encuentran entre los más pobres del mundo, y al mismo tiempo tienen una densidad de población extremadamente alta.
El Sáhara, en constante expansión, cubre gran parte del territorio. Las tierras utilizadas por pastores y agricultores se ven afectadas por el cambio climático y por períodos de sequía cada vez más frecuentes. La región es rica en recursos naturales, pero está subdesarrollada. Para encontrar ingresos, los jóvenes se marchan a los países vecinos, intentan llegar a Europa o se unen a uno de los grupos yihadistas o criminales.
Una guerra de culturas
Las causas profundas de la aparición del islamismo militante se remontan a la política colonial francesa. Las estructuras políticas y sociales tradicionales fueron sustituidas por otras europeas, y la cultura francesa se convirtió en la cultura dominante de las élites. La mayoría de la población musulmana se siente culturalmente desarraigada y económicamente explotada. El islamismo militante les ofrece una identidad religiosa y una alternativa a un modelo de desarrollo fracasado. Los grupos yihadistas están presentes no sólo en los países del Sahel, sino también en el norte de Nigeria con el movimiento Boko Haram y en otros lugares. Estos grupos militantes han recibido apoyo financiero y militar de Arabia Saudí, Qatar, Irán y otros países, instituciones y particulares musulmanes. Han desarrollado su propio modelo de autofinanciación mediante secuestros, atracos a bancos y participación en el contrabando Inter sahariano de armas, drogas y personas.
Factores externos
La intervención de la OTAN en Libia tras el asesinato del dictador Gadafi en 2011 sumió al país en el caos y desestabilizó toda la región. Los enormes arsenales de armas de Gadafi fueron saqueados y vendidos en muchos países a bandas yihadistas y criminales. Miles de tuaregs, mercenarios al servicio de Gadafi, conquistaron gran parte del norte de Malí y se aliaron con milicias islamistas próximas a Al Qaeda o al Estado Islámico (EI). Una serie de golpes militares en ambos países han contribuido al caos. Ni el compromiso militar de Francia ni las 10.000 tropas de mantenimiento de la paz de la misión MINUSMA de la ONU, que incluye a 1.000 soldados de la Bundeswehr, han podido frenar la desestabilización de la región.
Una zona sin Estado
El resultado es una zona que ya no está en gran medida bajo control estatal. El Estado no es visto allí como un actor positivo que ofrece servicios, seguridad, educación, sanidad, sino como un bandido más. En ausencia de control estatal, los grupos yihadistas y criminales tienen vía libre. A lo largo de las antiguas y nuevas rutas comerciales se encontraba una gran variedad de mercancías ilegales, entre ellas:
- Armas para grupos islamistas militantes, grupos étnicos beligerantes y bandas criminales;
- Drogas, como la cocaína, que representan un mercado multimillonario;
- Migrantes y refugiados de camino a Europa que son objeto de abusos y explotación;
- Medicamentos y otros productos falsificados.
Una catástrofe humanitaria
A principios de 2023, alrededor de 2,7 millones de personas estaban desplazadas en el Sahel y 18 millones dependían de la ayuda alimentaria. Más de 10.000 escuelas y centros de salud estaban cerrados.
La UE y los gobiernos federales se centran en la cooperación con los gobiernos relativamente estables de Níger y Mauritania. Al mismo tiempo, están proporcionando ayuda humanitaria a los que han huido e invirtiendo en ayuda al desarrollo tradicional, con la esperanza de crear mejores oportunidades de empleo para las generaciones más jóvenes.
"Si no se hace nada, el impacto del terrorismo, el extremismo violento y la delincuencia organizada se dejará sentir mucho más allá de la región y del continente africano... Debemos replantearnos nuestro enfoque colectivo y ser creativos para ir más allá de los esfuerzos existentes" (Antonio Guterres, secretario general de la ONU).
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