Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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¿Hipocresía o mentiras?

Etats Unis 14.02.2025 Manariho Etienne Traducido por: Jpic-jp.org

"Un día un mapa: ¿qué impulsa a los rebeldes del M23 a conquistar territorio en la RDC? La seguridad de Ruanda o los minerales congoleños" (Factus). Esta pregunta está ahora en boca de todos, al igual que la otra: ¿hasta dónde quiere llegar Ruanda, y llegará, a través del M23?

Con la toma de Goma, Bukavu y Uvira por el M23 y el ejército ruandés, reaparecen viejos fantasmas y viejas mentiras. Para explicar el fracaso de la MONUSCO en el Congo, la existencia del movimiento M23, los conflictos en el este del Congo y en la región de los Grandes Lagos, y el apoyo incondicional de Occidente al régimen de Kigali, se vuelve una y otra vez a las masacres de Ruanda en 1994.

En esta situación confusa, en la que la incompetencia y la corrupción de las autoridades congoleñas, y el cuestionamiento del respeto de los derechos humanos en Burundi difuminan aún más los asuntos, cada cual tiene libertad para expresar su opinión. He vivido varios años en Burundi, y aún más en el Congo (RDC), conozco muy bien Ruanda, pasé unos diez años como miembro de la sociedad civil en las Naciones Unidas y, desde que he sido redactor en una revista especializada sobre África, intento estar al día de la evolución política y militar del continente africano. Por eso, me tomo la libertad de compartir también mi opinión, sin duda subjetiva, que me ha llevado algún tiempo definir, porque me sorprende que nadie tenga nunca en cuenta tres factores que considero claves en este conflicto.  

El origen del problema

Cuando hablamos de la guerra entre Rusia y Ucrania, nos remontamos a la historia, a conflictos pasados, a errores en la gestión de los procesos de paz. En el caso del conflicto entre Israel y los palestinos, nos remontamos incluso hasta la conquista romana de Jerusalén, a la dominación turca y al protectorado británico. En el caso de los conflictos en la región de los Grandes Lagos, nos detenemos en las masacres o en el genocidio de 1994 en Ruanda y no vamos más atrás.

Al contrario, todo empezó en Ruanda con la revuelta hutu contra siglos de dominación tutsi en 1959-61, revuelta que se cobró varios miles de víctimas y decenas de miles de refugiados tutsis en Burundi, Uganda y Tanzania. Un joven ruandés, refugiado tutsi, al que conocí en Bujumbura en 1969, me dijo: «Esta revuelta no era inevitable, pero se había hecho necesaria».

En efecto, el ejército tutsi invadió Ruanda desde Uganda donde los Tutsis eran refugiados. En el primer enfrentamiento, cerca de la frontera norte, fue bloqueado por el ejército regular ruandés y los paracaidistas congoleños de Mobutu y su comandante, Fred Rwigyema, perdió la vida, lo que permitió a Kagame de erigirse en nuevo líder y a la ONU de enviar una fuerza de mantenimiento de paz, la UNAMIR (Misión de la ONU en Ruanda). Desde esta posición, Kagame, mientras infiltraba comandos que provocaban a la ya exasperada población ruandesa, estuvo esperando un pretexto para burlar a UNAMIR.

El pretexto llegó el 6 de abril de 1994: el avión en el que viajaban el presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana, y el nuevo presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, de regreso de las conversaciones de paz en Arusha, fue derribado. La reacción popular fue salvaje, sin duda alimentada por figuras políticas y militares hutus, y los asesinatos se multiplicaron por todas las colinas.

Pero, ¿quién derribó el avión? “El propio Kagame me lo dijo en respuesta a mi pregunta”, me aseguró Théogène Nsengiyumva en una entrevista que mantuvimos en Estados Unidos. Théogène Nsengiyumva es uno de los cuatro generales tutsis del gabinete de Kagame que le abandonaron cuando se dieron cuenta de que era una «mente asesina» y a quien Kagame condenó a 24 años y medio de cárcel por alta traición.

Sin embargo, después del 6 de abril, Kagame esperó varias semanas antes de reanudar su invasión, llegar a Kigali y detener las masacres. Ante este hecho, el coronel general canadiense Roméo Dallaire, jefe de la UNAMIR al momento de los hechos, al final de su libro de 500 páginas «Shaking Hand with the Devil», publicado diez años después, confiesa: “Me pregunté entonces si Kagame no nos había engañado a todos”. Leído en su contexto, deja abierta la duda de que Kagame quiso dejar a los campesinos hutus continuar las matanzas para ahogar una posible resistencia de los Tutsis moderados a su intervención armada y forjarse la imagen de “salvador” que le permitiría hacer bueno y mal tiempo en la escena internacional durante años.

El Burundi olvidado

Las vicisitudes históricas de Burundi y Ruanda siempre han estado entrelazadas. En la época del protectorado belga, los dos países se conocían como Ruanda-Urundi. En kirundi y kinyarwanda, el adjetivo-pronombre “undi” significa “otro”, de ahí que, jugando con las palabras, Burundi se convertía en otro Ruanda. A partir de la década de 1960, los dos países vivieron, por el contrario, tensiones étnicas repetidas y paralelas ya que, en Burundi, el poder estaba en las manos tutsi y en Ruanda en las manos hutus. Una mirada a las fechas sugiere una pregunta.

  • 1 de octubre de 1990: los Tutsis del Frente Patriótico Ruandés (FPR) comienzan la invasión de Ruanda desde Uganda contra el régimen hutu del presidente Habyarimana;
  • 1 de junio de 1993: en Burundi, Melchior Ndadaye es elegido democráticamente presidente, siendo el primer presidente hutu que gana las elecciones contra la Uprona, el partido tutsi en el poder;
  • 20 de octubre de 1993: un golpe de Estado por el ejército tutsi en Burundi asesina al presidente Melchior Ndadaye para devolver el poder a los Tutsis;
  • 6 de abril de 1994: el avión de los presidentes ruandés y burundés es abatido, desencadenando las matanzas que justificarán la toma del poder en Ruanda por Kagame y su ejército tutsi.

El 23 de octubre de 1993, descendía de Cyangugu (Ruanda) decidido a llegar a Bugarama, en la frontera con Burundi, donde se había formado un campamento de refugiados hutus burundeses que, tras el golpe de Estado y el asesinato del presidente Ndadaye, huían aterrorizados. Me detuve en la parroquia católica de Mashaka, creo recordar, donde tres sacerdotes tutsis me facilitaron amablemente el acceso a las llaves de su casita y de su vasta iglesia de Bugarama donde los desplazados podían encontrar refugio. Al momento de partir, el más anciano me pidió: "Padre, por favor escuche mi confesión, quizás sea la última. Lo que está ocurriendo en Burundi C’est le glas pour nous, les Tutsi du Rwanda”. "Pour qui sonne le glas” es el título de un libro de Hemingway, con esta referencia quería decir “Es la sentencia de muerte para nosotros, los Tutsis de Ruanda”. Un macabro presagio, porque en Burundi, el golpe de Estado había provocado la reacción de los Hutus que, en las colinas, masacraron a machetazos a algunos miles de Tutsis, quizás decenas de miles. ¿Cómo olvidar los conflictos étnicos de Burundi si se quiere comprender los de Ruanda?

El sueño tutsi

"Ruanda tiene ambiciones territoriales claras en el este de la RDC". Es la balcanización que los obispos del Congo y varios organismos internacionales denuncian desde hace años o ¿algo más?

Fue en Nairobi, en diciembre de 1994, de regreso a casa, cuando por primera vez, en el New People Media Center, donde me encontré con europeos y un grupo de intelectuales africanos, escuché hablar del "sueño de un imperio tutsi": la invasión de Ruanda no era más que la primera etapa y el golpe de Estado en Burundi, un reajuste de la situación. ¿Un delirio conspirativo de periodistas exaltados?

El general Nangaa, la nueva cara congoleña para disfrazar la invasión ruandesa a través del M23, ha declarado recientemente que el plan es llegar hasta Kinshasa. Algunas fechas dan que pensar:

  • 18 de octubre de 1996: Ruanda, Uganda y Burundi (donde los tutsis están nuevamente en el poder) apoyan la revuelta de Laurent-Desiré Kabila e invaden el Congo. 1ª Guerra del Congo;
  • 17 de mayo de 1997: toman Kinshasa, instalan a Laurent Kabila como presidente y lo obligan a firmar acuerdos para la explotación del país;
  • 2 de agosto de 1998: Ruanda, con el apoyo de Uganda, comienza la 2ª invasión del Congo acusando a Laurent Kabila de no haber respetado los acuerdos. Kabila resiste con el apoyo directo de Angola, Zimbabue y Namibia, e indirecto de Chad, Sudán y Libia;
  • 16 de enero de 2001: Laurent Kabila es asesinado en un complot nebuloso;
  • 17 de enero: Joseph Kabila sucede a su padre como presidente de la RDC y establece nuevos acuerdos con Ruanda.

A partir de entonces, la política en la RDC se complica: en abril de 2003 se establece un gobierno de transición que incluye las facciones beligerantes; el 30 de julio de 2006 se celebra la primera elección presidencial multipartidista desde la independencia y Joseph Kabila es elegido presidente; el 28 de noviembre de 2011, en elecciones contestadas, en parte por su acercamiento a Ruanda, Kabila es reelegido; en diciembre de 2016 termina su mandato, pero se niega a dejar el poder y no organiza elecciones; el 30 de diciembre de 2018, Félix Tshisekedi es declarado vencedor de las elecciones gracias a un acuerdo con Kabila y Ruanda; en mayo de 2020 se forma un gobierno de coalición entre los partidos de Kabila y Tshisekedi, pero en abril de 2021, con un golpe de Estado político, Tshisekedi se libera de la coalición y forma su Unión Sagrada.

Y de repente, en marzo de 2022, los rebeldes del M23 reanudan los combates contra las fuerzas gubernamentales. La situación se precipita:

  • 20 de enero de 2024: Félix Tshisekedi asume su segundo mandato y se compromete a acabar con la inseguridad en el este del país y liberarlo de la presencia ruandesa;
  • Agosto de 2024: se intensifican los enfrentamientos entre el ejército y el M23;
  • Octubre de 2024: fracasan las negociaciones entre Tshisekedi y Kagame;
  • Enero de 2025: toma de Goma y guerra abierta.

Conclusión

Mi opinión, sin duda subjetiva, es que, desde el comienzo, el objetivo era el ambicioso sueño de un imperio tutsi concebido por la élite tutsi exiliada en Uganda. Yoweri Museveni, durante la lucha por el poder en Uganda contra Milton Obote antes y luego contra Tito Okello en los años 80, nombró a Kagame jefe de inteligencia militar, y su papel fue crucial en la victoria que llevó a la National Resistance Army (NRA) al poder en 1986. Museveni dio entonces su visto bueno a la invasión de Ruanda iniciando la realización del sueño tutsi.

Hasta ahora este plan ha fracasado debido a las circunstancias. ¿Resurgiría ahora, por qué?

Sin restar responsabilidad a ninguna persona ni ningún gobierno por sus acciones, la literatura que ensalzaba a Kagame como líder de referencia en África y "salvador del pueblo ruandés" se está deteriorando: el juicio que condenó a Auguste-Charles Onana permitió de toda manera cuestionar "la existencia de un crimen" de genocidio tutsi; el libro Ruanda. Asesinos sin fronteras de Michela Wrong, antes favorable a Kagame, sin negar el genocidio, plantea serias críticas a sus acciones; la cifra de víctimas tutsis se ha reducido de 1,2 millones a 800,000, incluyendo muchos hutus, sugiriendo un segundo genocidio; la autodefensa del régimen tutsi contra las FDLR (Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda), supuestamente ex-Interahamwe genocidas hutus, se vuelve cada vez más débil a medida que la data de 1994 se aleja, y su pieza de repuesto, la defensa de los Banyamulenges, muestra varias fallas. La opinión internacional, motivada por varias declaraciones de las Naciones Unidas, está hoy totalmente convencida de que la presencia de Ruanda en el Congo sirve solo para apropiarse de las riquezas mineras de la región, y la Comunidad Europea está tentada de desautorizar el tratado con Kigali sobre las tierras raras.

Todavía, hoy ¿Por qué? ¿No pretende acaso Putin apoderarse al menos de una parte de Ucrania y Jameneí no quiere ser el amo del juego en Medio Oriente? ¿No habla Trump de anexar Canadá y apropiarse de Groenlandia? ¿No busca Israel limpiar Gaza y ocupar Cisjordania? ¿Por qué no un protectorado de Ruanda sobre el Congo, o al menos sobre su rica parte oriental, especialmente si con el pretexto de los derechos humanos negados a los “pobres tutsis” oprimidos en Burundi se revierte la situación política?

El pensamiento conspirativo nunca ha cambiado la historia, pero a menudo ha allanado el camino a reales complots: el asesinato de Julio César en los idus de marzo, el del archiduque Francisco Fernando de Austria que en junio de 1914 desencadenó la Primera Guerra Mundial, los de los Kennedy en Estados Unidos; las masacres planificadas de musulmanes pakistaníes que condicionaron la partición de la India en 1947 y la guerra de Bangladesh en 1971. Las fronteras de los Estados, adquiridas tras la Segunda Guerra Mundial y las independencias de los años 60, están siendo nuevamente dibujadas.

En los archivos de las Naciones Unidas sigue guardada la caja negra del avión caído el 6 de abril de 1994, que contiene la prueba de la veracidad de las afirmaciones de Théogène Nsengiyumva. La opinión internacional y los gobiernos que le muestran amistad y respeto reconocerían entonces a Kagame como el instigador intelectual y autor de las masacres, o incluso del genocidio o de los genocidios en Ruanda, así como de los miles de muertos y los millones de desplazados en el Congo. Sus amigos se alejarán de la hipocresía del silencio y de sus intereses financieros. Otro rey en la historia quedaría desnudo. Por eso que hoy, tal vez, Kagame ha arriesgado su jugada maestra de póker.

Foto. Bugarama (Ruanda). Campo de refugiados hutu, noviembre de 2993.

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