Es "obvio" que crear las condiciones para una negociación depende de las dos partes en conflicto, Rusia y Ucrania, que la "primera condición" es "poner fin a la agresión" y que a cesar el fuego deben ser "en primer lugar los agresores", es decir, Moscú. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, pone fin a la ambigüedad.
El cardenal Pietro Parolin, de 69 años, secretario de Estado vaticano, es el colaborador más cercano del Papa y dirige la diplomacia de la Santa Sede. Es evidente que ha hablado de ello con Francisco, después de la polémica mundial suscitada tras la entrevista en la que el Pontífice, en la radio y televisión suizas, en respuesta a una pregunta sobre Ucrania y la "valentía de la bandera blanca", había dicho que era necesario tener esa valentía en el sentido de "negociar".
P-. Eminencia, parece claro que el Papa llama a la negociación y no a la rendición. Pero, ¿por qué dirigirse sólo a una de las dos partes, Ucrania y no a Rusia? Y, evocar la "derrota" de los atacados, como motivación para la negociación, ¿no corre el riesgo de ser contraproducente?
R-. Como recuerda el director de la oficina de prensa vaticana, citando las palabras del Santo Padre del 25 de febrero, el llamamiento del Pontífice es que "se creen las condiciones para una solución diplomática en la búsqueda de una paz justa y duradera". En este sentido, es obvio que la creación de tales condiciones no es responsabilidad de una sola de las partes, sino de ambas, y la primera condición me parece que es precisamente la de poner fin a la agresión. No hay que olvidar nunca el contexto y, en este caso, la pregunta que se planteó al Papa, quien, en respuesta, habló de negociación y, en particular, del valor de la negociación, que nunca es una rendición. La Santa Sede sigue en esta línea y continúa pidiendo un "alto el fuego" - y los agresores deberían ser los primeros en cesar el fuego - y después la apertura de negociaciones. El Santo Padre explica que la negociación no es debilidad, sino fuerza. No es rendición, sino valentía. Y nos dice que debemos tener una mayor consideración por la vida humana, por los cientos de miles de vidas que se han sacrificado en esta guerra en el corazón de Europa. Son palabras que se aplican a Ucrania como a Tierra Santa y a los demás conflictos que tiñen el mundo de sangre.
D-. ¿Hay todavía alguna posibilidad de llegar a una solución diplomática?
R-. Dado que se trata de decisiones que dependen de la voluntad humana, siempre existe la posibilidad de alcanzar una solución diplomática. La guerra desatada contra Ucrania no es el efecto de un desastre natural incontrolable, sino de la sola libertad humana, y la misma voluntad humana que causó esta tragedia también tiene la posibilidad y la responsabilidad de tomar medidas para ponerle fin y allanar el camino hacia una solución diplomática.
D-. ¿Es la preocupación de la Santa Sede una escalada? Usted mismo habló de ello diciendo que "asusta" la hipótesis de la implicación de los países occidentales.
R-. La Santa Sede está preocupada por el riesgo de una escalada de la guerra. La elevación del nivel del conflicto, el estallido de nuevos enfrentamientos armados, la carrera hacia el rearme son señales dramáticas e inquietantes en este sentido. La ampliación de la guerra significa nuevos sufrimientos, nuevos lutos, nuevas víctimas, nuevas destrucciones, que se añaden a los que el pueblo ucraniano; especialmente los niños, las mujeres, los ancianos y los civiles, están experimentando en sus propias carnes, pagando el precio demasiado alto de esta guerra injusta.
Ver, Parolin: «La prima condizione per la pace in Ucraina è mettere fine all’aggressione»
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