Como cristianos comprometidos con un mundo más justo y pacífico estamos llamados a tomar una posición clara, innovadora y activa a favor de la no-violencia y en contra de todas las formas de violencia. Inspirados por el año del Jubileo de la Misericordia decretado por el Papa Francisco, el movimiento católico Pax Christi Internacional hizo un llamado a la Iglesia católica para que de nuevo vuelva a hablar de la no-violencia evangélica de modo que los católicos entiendan y se involucren con la no-violencia activa.
Es un llamado hecho por el pueblo de Dios que vive en África, América, Asia, Medio Oriente y Oceanía y que conglomera a laicos, teólogos, miembros de congregaciones religiosas, sacerdotes y obispos, muchos de los cuales viven en comunidades que sufren por la violencia y la opresión.
Mirando nuestro mundo de hoy
Vivimos en una época de grandes sufrimientos, traumas y miedos generalizados que están relacionados con la militarización, la injusticia económica, el cambio climático y otra infinidad de formas especificas de violencia. En este contexto de violencia hecha norma y sistemática, nosotros, dentro de la tradición cristiana, estamos llamados a reconocer el carácter fundamental de la no-violencia en la visión y el mensaje de Jesús; en la vida y práctica de la iglesia católica y en nuestra vocación de sanar y reconciliar a largo plazo tanto a las personas como al planeta. Investigaciones académicas recientes han confirmado que las estrategias de resistencia pacífica son dos veces más efectivas que las violentas. Llegó la hora de que nuestra Iglesia sea testimonio vivo e invierta muchos más recursos humanos y financieros para promover la espiritualidad y la práctica activa de la no violencia, así como para formar y capacitar nuestras comunidades católicas en prácticas pacíficas efectivas. Jesús es nuestra inspiración y modelo.
Jesús y la no violencia.
En su tiempo, plagado de una violencia estructural, Jesús proclamó un orden nuevo, no violento, arraigado en el amor incondicional de Dios. Jesús llamo a sus discípulos a amar a sus enemigos lo cual incluye respetar la imagen de Dios en todas las personas; a ofrecer resistencia pacífica a quien hace el mal; a convertirse en artífices de paz, a perdonar y a arrepentirse, y a ser siempre misericordioso. Jesús encarnó la no-violencia resistiéndose de manera activa a la deshumanización sistemática como cuando desafió las leyes del sábado judío para sanar al hombre con la mano paralizada; cuando confrontó a los poderosos en el Templo y lo purificó; cuando cuestionó de manera pacífica, pero con determinación, a los hombres que acusaban a una mujer de adulterio; cuando la noche antes de morir le pidió a Pedro que repusiera la espada en su guaina. La no-violencia de Jesús, ni pasiva ni débil, fue el poder del amor en acción. En sus obras y su visión, Él es la revelación y la expresión de un Dios pacífico, una verdad que fue claramente iluminada por la Cruz y la Resurrección. Él nos llama a desarrollar las virtudes del pacificador no violento.
Sin duda, ni la Palabra de Dios ni el testimonio de Jesús nunca deben usarse para justificar las guerras, la injusticia o la violencia. Confesamos que en numerosas ocasiones el pueblo de Dios ha traicionado este mensaje central del Evangelio al participar en guerras, persecución, opresión, explotación y discriminación. Creemos que no existe una “guerra justa”. A menudo la “teoría de la guerra justa” se ha utilizado para respaldar la guerra en lugar de prevenirla o limitarla. El hecho de sugerir que una “guerra justa” es posible, socava el imperativo moral de desarrollar herramientas y capacidades para transformar los conflictos sin violencia. Necesitamos un marco referencial nuevo compatible con la no-violencia del Evangelio. Es evidente que un nuevo camino se está desarrollando en la reciente enseñanza de la doctrina social católica. El papa Juan XXIII escribió que la guerra no es la manera idónea para reivindicar derechos. El papa Pablo VI vinculó la paz con el desarrollo y a la ONU proclamó “no mas guerra”. El papa Juan Pablo II dijo que “la guerra pertenece a un pasado trágico, a la historia”. El papa Benedicto XVI recordó que “amar al enemigo es el núcleo de la revolución cristiana” y el papa Francisco ha afirmado que “la verdadera fuerza del cristiano es el poder de la verdad y el amor que lleva a la renuncia de toda violencia. La fe y la violencia no son compatibles”. También ha exhortado a la “abolición de la guerra”. Proponemos que la Iglesia católica desarrolle y pase a apoyar el criterio de la paz justa basada en la no-violencia del evangelio. Un enfoque de paz justa ofrece la visión y la ética para forjar la paz y a la vez para prevenir, disipar y sanar las consecuencias de los conflictos violentos. Esta ética incluye un compromiso con la dignidad humana y para relaciones positivas realizadas con criterios, virtudes y prácticas especificas que guíen nuestras acciones. Reconocemos que la paz requiere justicia y la justicia requiere la consolidación de la paz.
Viviendo la no-violencia del Evangelio y la Paz Justa.
En esta perspectiva, nos comprometemos a promover una comprensión y una práctica activa y católica de la no-violencia rumbo hacia una paz justa. Con el deseo de ser como los discípulos de Jesús, desafiados e inspirados por la esperanza y la valentía, le pedimos a la Iglesia que amamos:
En cada época, el Espíritu Santo bendice a la Iglesia con la sabiduría para responder a los desafíos de su tiempo. En respuesta a la epidemia global de violencia, que el papa Francisco denominó “guerra mundial a plazos”, estamos llamados a invocar, orar, enseñar y tomar medidas decisivas. Con nuestras comunidades y organizaciones esperamos poder seguir colaborando con la Santa Sede y la Iglesia entera para promover la no-violencia evangélica.
Para más información visite: https://www.paxchristi.net/es , www.nonviolencejustpeace.net
Deje un comentario