La inflación mundial, la crisis de la deuda y la caída de la inversión extranjera están ahogando el crecimiento económico del continente, sobre todo en su parte subsahariana. Algunos países, sin embargo, están obteniendo buenos resultados. En cualquier caso, se necesita una buena administración y estabilidad política.
¿Cómo va la economía africana? Según el último informe Africa's Pulse del Banco Mundial, el continente vive situaciones diferenciadas. Las presiones inflacionistas mundiales, la amenaza de recesión y la caída de la inversión extranjera han contribuido a un ritmo de crecimiento más débil de lo habitual en la región subsahariana. Según Andrew Dabalen, Economista Jefe del Banco Mundial para África, la combinación de un resurgimiento del crecimiento de la deuda (sobre todo de la deuda externa) y el descenso de la inversión entraña el riesgo de "perder una década en la lucha contra la pobreza". Se prevé que el crecimiento al sur del Sáhara se ralentice aún más, del 3,6% en 2022 al 3,1% en 2023.
Algunos países muestran más resiliencia
Kenia, Costa de Marfil y República Democrática del Congo (RDC) han mantenido tasas más altas, del 5,2%, 6,7% y 8,6% respectivamente en 2022. Incluso unos Estados con mayores dificultades en el pasado reciente muestran mejoras, con estimaciones de crecimiento revisadas al alza, como Zambia (+0,8 puntos, hasta el 3,9%, tras el impago), Mauritania (+1,2 hasta el 5,2%) y Etiopía (+2,9, hasta el 6,4%, también gracias al fin de la guerra).
En la RDC, el crecimiento viene impulsado por la industria minera, en particular el cobre y el cobalto, gracias al aumento de la capacidad de producción y a la recuperación de la demanda mundial, aunque la inestabilidad en los dos Kivus es un mal presagio. Fuera de este sector, el crecimiento siguió siendo moderado y el consumo limitado debido a la inflación, que alcanzó el 13,1% a finales de 2022, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En Kenia, los indicadores económicos se mantuvieron relativamente sólidos gracias al fortalecimiento de la industria manufacturera y al aumento de la confianza de los inversores debido a la credibilidad del plan de estabilización fiscal de la nueva administración del Presidente Ruto.
En Costa de Marfil, los principales motores del crecimiento fueron la recuperación del consumo (apoyada por un aumento de los salarios públicos para contrarrestar la inflación) y la inversión pública. La industria (+8,1%) y los servicios (+6,8%) también fueron importantes. Sin embargo, el Banco Mundial señala que, incluso en los países con una tendencia positiva, los gobiernos deben redoblar sus esfuerzos en pro de la estabilidad macroeconómica, un sistema fiscal moderno, la reducción de la deuda (sobre todo la deuda externa y en particular la contraída con China) y las inversiones productivas para reducir la pobreza extrema y estimular la economía.
Como es bien sabido, el sobreendeudamiento se ha convertido en el 2022 en un grave problema para más de veinte países subsaharianos, porque dificulta la inversión y amenaza la estabilidad macroeconómica y presupuestaria, ya debilitada por la pandemia. Se prevé que la inflación - una media continental del 9,2% en 2022 - se mantenga como mínimo en el 7,5% en 2023, muy por encima de los límites fijados por los bancos centrales. Así pues, el crecimiento de la inversión en África subsahariana seguirá desacelerándose, como en años anteriores (del 6,8% en 2010-13 al 1,6% en 2022), de una manera más pronunciada en África oriental y meridional que en África occidental y central.
El informe añade que "la actual des-carbonización del mundo traerá importantes oportunidades económicas a África": los metales y minerales raros serán cada vez más necesarios, por ejemplo, para las baterías. Por supuesto, se espera que el estratégico sector minero esté controlado por instituciones nacionales y acabe cada vez menos en manos de traficantes y redes criminales mundiales.
El informe predice que, si se aplican buenas políticas, en conjunto estos recursos podrían "aumentar los ingresos fiscales, mejorar las oportunidades para las cadenas de valor regionales que crean empleo y acelerar la transformación económica".
Como siempre, los datos deben tomarse con cautela. Aunque aumentar el valor de los recursos naturales ofrece la posibilidad de mejorar la sostenibilidad de las finanzas públicas y la deuda, el Banco Mundial advierte de que esto sólo ocurrirá si los países adoptan políticas fiscales sensatas.
Ya no es el momento de sugerir políticas como los Planes de Ajuste Estructural. No obstante, las instituciones de Bretton Woods siguen opinando que en África se necesita una mejor gobernanza y una administración más sólida. Sobre todo, queda siempre pendiente la incógnita de la estabilidad política: en muchas regiones africanas, la situación puede descontrolarse repentinamente como consecuencia de la tensa situación mundial actual.
Este artículo apareció en el nuevo número de la revista África.
Ver, Avanti adagio, quasi indietro: come va l’economia africana?
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