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África: un continente que debe ser respetado y escuchado

In Terris 25.05.2023 Riccardo Cristiano Traducido por: Jpic-jp.org

El continente africano, de más de 30 millones de kilómetros cuadrados, alcanzó los 1.250 millones de habitantes en 2019 y duplicará su población en 2050, hasta una cifra estimada de 4.500 millones en 2100. En el Día Mundial de África, establecido para conmemorar el nacimiento el 25 de mayo de 1963 de la Organización para la Unidad Africana, que más tarde se convirtió en la Unión Africana en 2002, es importante empezar por ellos, por los africanos de hoy y presumiblemente de mañana.

La complejidad de África se traduce quizás por el número de sus lenguas: alguien las habrá contado. Sólo en Zimbabue hay 16 oficiales, mientras que en Sudáfrica son 11. A este respecto, es importante tener en cuenta que, según las estadísticas más acreditadas, la segunda lengua más hablada, después del swahili, es el árabe, que precede al francés. Esta es una de las distinciones más claras y evidentes, geográfica y culturalmente, del llamado norte de África. Si, por tanto, muchos hablan de Áfricas, no de África, se entiende: el norte arabizado y predominantemente desértico es África, luego empieza el África subsahariana, con el cinturón del Sahel, o "borde" del desierto, desde el Océano hasta el Mar Rojo. También son bien conocidas la región de los Grandes Lagos y, más abajo, el África Austral. Si tuviéramos que seguir distinguiendo y mencionando los nombres más significativos, sin duda habría que añadir al menos el Cuerno de África.

Por eso es correcto hablar de las Áfricas, como muchos hablan de las Américas. Sin embargo, la economía y las riquezas, sobre todo del subsuelo, parecen unir a las Áfricas, en una gran cuestión global. La que también se planteó el Papa Francisco en su reciente viaje, ya a bordo del vuelo que le llevaba al Congo: "Hay una cosa que debemos denunciar: que África no está para ser explotada... sí conservan un subsuelo para explotarlo, pero vemos que la explotación es de otros países que se llevan los recursos. Esta idea de que África existe para ser explotada es lo más injusto que hay y hay que cambiarlo".

El plural utilizado por el Papa es interesante, porque el nuevo colonialismo ya no es sólo europeo, o americano. Ya lo veremos. Pero el Papa volvió sobre este concepto decisivo nada más llegar al Congo: "Hablando de desarrollo ralentizado y de vuelta al pasado, es trágico que estos lugares, y más en general el continente africano, sigan sufriendo diversas formas de explotación. Existe ese lema que sale del inconsciente de tantas culturas y tantos pueblos: África está para ser explotada, ¡es terrible! Tras el político, se desencadenó un colonialismo económico igualmente esclavizante. Así, este país [Congo], ampliamente expoliado, no puede beneficiarse suficientemente de sus inmensos recursos: se ha llegado a la paradoja de que los frutos de su tierra la hacen extraña a sus habitantes. El veneno de la codicia ha ensangrentado sus diamantes. Es un drama ante el que el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca. Pero este país y este continente merecen ser respetados y escuchados, merecen espacio y atención: ¡manos fuera de la República Democrática del Congo, manos fuera de África! Dejen de asfixiar a África: no es una mina que explotar ni una tierra que saquear. ¡Dejemos que África sea la protagonista de su propio destino! Que el mundo recuerde los desastres cometidos a lo largo de los siglos en detrimento de las poblaciones locales y no olvide este país y este continente. Que África, sonrisa y esperanza del mundo, cuente más: ¡que se hable más de ella, que tenga más peso y representación entre las naciones!".

Si las guerras africanas son poco mencionadas y explicadas, a menudo se dice olvidadas pero el término removidas [de la consciencia] sería más correcto, la cita plural del Papa, su referencia a los países que explotan África, concierne hoy también al nuevo colonizador, China (aunque otras presencias son también preocupantes). Nadie puede omitir una palabra de honesta y debida reprobación a tantos gobiernos locales, entre los más corruptos y fraudulentos del mundo, donde las elecciones se orquestan incluso en total inferencia, a veces, con el voto emitido. Pero no podemos dejar de partir del aplastamiento planetario de la economía del continente africano. La cuestión de la deuda, del papel del Fondo Monetario Internacional en la imposición de políticas económicas ideológicas, dictadas a miles de kilómetros de distancia, es bien conocida. Junto al Fondo, han desempeñado un papel decisivo los famosos fondos especulativos, que imponen tipos muy elevados sobre la deuda de los países africanos. Pero una gran parte de la deuda africana está ahora en manos de bancos chinos, que operan de forma similar y muy a menudo predicen que, en caso de impago, Pekín podría resarcirse confiscando activos locales. La cuestión está llevando a muchos Estados al impago. El ISPI (Instituto de Estudios Políticos Internacionales) escribió en el momento del viaje del Papa a África: "El 19 de diciembre, Ghana causó revuelo al anunciar su intención de declararse en suspensión de pagos. No es el primer país africano que lo hace desde el inicio de la pandemia: Zambia y Mali se han declarado insolventes en 2020 y 2022, respectivamente; Etiopía, aunque sigue efectuando pagos de su deuda, ha anunciado su intención de reestructurarla en 2021, y Chad también ha iniciado procedimientos similares, que finalizaron en 2022. No menos importante, Angola recurrió a negociaciones bilaterales para reestructurar parte de su deuda externa en 2020, en plena ‘pandemia’. Entre los factores de tensión estaba, por supuesto, la guerra de Ucrania y sus comprensibles consecuencias. También pesa la nueva política monetaria mundial, con la subida de los tipos de interés por parte de Estados Unidos. Las últimas estadísticas dicen que la deuda del continente ha aumentado hasta el 56% del PIB africano, mientras que el gasto público ha aumentado un 2,5% y los ingresos fiscales y el crecimiento económico han caído un 3%. La subida de los precios de los alimentos y del petróleo ha tenido un fuerte impacto en los países africanos, donde los primeros representan entre un tercio y la mitad de la cesta de precios al consumo y los segundos provocan una bajada de los precios en el surtidor y, por tanto, subvenciones que aumentan la presión sobre el gasto público", señala el informe del ISPI sobre las consecuencias del conflicto en Ucrania.

A este panorama intercontinental hay que añadir la lacra de la corrupción, que lastra el futuro y las esperanzas de crecimiento democrático. El Papa Francisco lo dijo mejor que muchos otros en el mismo discurso congoleño que acababa de pronunciar: "En la sociedad, lo que a menudo oscurece la luz del bien son las sombras de la injusticia y de la corrupción. San Agustín, nacido en este continente, se preguntaba ya hace siglos: ‘Si no se respeta la justicia, ¿qué son los Estados sino grandes bandas de ladrones?’ (De civ. Dei, IV,4). Dios está de parte de los que tienen hambre y sed de justicia. No debemos cansarnos de promover el derecho y la equidad en todos los ámbitos, oponiéndonos a la impunidad y a la manipulación de las leyes y de la información".

En sus discursos encontramos una brújula política y cultural para dar sentido a un viaje que, de otro modo, se quedaría en mera retórica: "La educación es fundamental: es el camino hacia el futuro, la vía que hay que tomar para alcanzar la plena libertad de este país y del continente africano. Es urgente invertir en ella, preparar sociedades que sólo se consolidarán si están bien educadas, autónomas sólo si son plenamente conscientes de su potencial y capaces de desarrollarlo con responsabilidad y perseverancia. Pero hay tantos niños que no van a la escuela: ¡cuántos, en lugar de recibir una educación digna, son explotados! Demasiados mueren, sometidos al trabajo esclavo en las minas. No hay que escatimar esfuerzos para denunciar la lacra del trabajo infantil y acabar con ella. ¡Cuántas niñas son marginadas y su dignidad violada! Los niños, las niñas, los jóvenes son el presente de la esperanza, son la esperanza: ¡no dejemos que se anule, cultivémosla con pasión!".

Ver, L’Africa: un continente che va rispettato e ascoltato

Foto de James Wiseman su Unsplash

 

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