Definir el concepto de desarrollo sostenible es fácil: "Es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades". Pero más allá de la ideología, es mucho más difícil identificarlo en acciones concretas, y aún más difícil medirlo. La sostenibilidad debe medirse a lo largo del tiempo e integrar muchas dimensiones: ecológica, social, económica, ética, cultural y de gobernanza. Y, por su propia naturaleza, no hay nada sostenible en los seres vivos...
La aplicación de sostenible al desarrollo (DS – Desarrollo sostenible) es compleja. Es más, el DS es una utopía: "Lo único sostenible en la historia de la vida es el cambio y la adaptación" (La seule chose qui soit durable dans l’histoire du vivant, c’est le changement et l’adaptation), afirma el ecólogo Francisco de Castri en la prefación a "Qui a peur de l'an 2000?", una guía de educación ambiental.
Entonces, ¿cómo medir lo que aún no existe? ¿Cómo hacerlo de forma objetiva y sistemática? ¿Cómo evitar el greenwashing o mascarada verde?
Somos un grupo de investigadores en desarrollo sostenible, ecología industrial y lucha contra el cambio climático del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad de Quebec à Chicoutimi (UQAC). Intentaremos arrojar algo de luz sobre estas cuestiones en el marco de la Chaire en éco-conseil.
Desarrollo sostenible: ayer, hoy y mañana
El deseo de sostenibilidad no es nuevo. La búsqueda de un equilibrio para satisfacer las necesidades humanas dentro de los límites del medio ambiente ha sido un reto permanente a lo largo de la historia de la humanidad. En este sentido, la silvicultura en la zona boreal, con su larga perspectiva temporal, bien puede representar esta necesidad de equilibrio entre todos los usuarios y la conservación de los ecosistemas.
Sin embargo, la noción de DS se formalizó a finales del siglo XX. En 1972, la Conferencia de la ONU sobre el Medio ambiente celebrada en Estocolmo dictaminó que el desarrollo y el medio ambiente, hasta entonces considerados opuestos, podían tratarse de forma mutuamente beneficiosa.
En 1987, la definición moderna de DS surgió del Informe Brundtland "Nuestro futuro común", en la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo: El Desarrollo sostenible es él que satisface las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Se trata de una definición excelente, pero su aplicación en las acciones concretas sigue siendo vaga.
A pesar de la adopción de la Agenda 21 en 1992, la Conferencia Río+20 de 2012, al constatar avances insatisfactorios, pidió la adopción de objetivos, metas e indicadores aplicables a todos los niveles. Es más, estos objetivos deberían ser capaces de movilizar la acción para lograr resultados concretos y medibles de aquí a 2030.
En 2015, se adoptó la Agenda 2030 como marco de referencia mundial para el DS. Este programa se estructura en torno a 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas. Es un llamamiento universal para erradicar la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida cotidiana de las personas en todo el mundo.
Pero, ¿cómo pueden traducirse estos virtuosos objetivos en políticas, estrategias, programas y proyectos concretos que puedan medirse objetivamente a lo largo del tiempo a todos los niveles? Este es el reto que la Organización Internacional de la Francofonía (Organisation internationale de la francophonie) ha planteado a la Cátedra de Eco-consejería (Chaire en éco-conseil) de la UQAC, en el marco de una colaboración que se extiende de 2014 a 2018.
Herramientas para verificar el DS
El DS no puede medirse sin un enfoque sistémico. El análisis sistémico de la sostenibilidad (ASS) ayuda a poner en perspectiva las múltiples dimensiones del DS, las sinergias y antagonismos y los medios utilizados para alcanzarlas. El Cuadro de Análisis de la Sostenibilidad (CAS - GADD en sigla francesa) y el Cuadro de Priorización de las Metas de un Desarrollo Sostenible (CPM-DS - GPC-ODD en sigla francesa) son las dos principales herramientas utilizadas en el ASS.
El desarrollo del CAS comenzó hace más de 30 años, justo después de la Comisión Brundtland. Desde 2017, el CAS es una de las herramientas disponibles en la ONU para integrar los ODS de la Agenda 2030. El CAS es una herramienta gratuita y de público acceso. Su objetivo es orientar las políticas, estrategias, programas o proyectos de DS, para mejorar sus deficiencias y/o caracterizar su progreso. El CAS operativiza el DS a través de un enfoque pragmático y responsable.
El DS no es de considerarse una ideología, sino una forma de responder a las necesidades legítimas de las comunidades en el presente, lo que justifica su uso para cuestionar políticas, estrategias, programas y proyectos. Estas necesidades se identifican y abordan en un modelo dinámico con seis dimensiones: ecológica, social, económica, ética, cultural y de gobernanza.
El CAS es una herramienta de diagnóstico que puede aplicarse ahora y en el futuro como parte de un enfoque de mejora continua. Se utilizan figuras geométricas e índices de priorización para visualizar los resultados del análisis, que implica la noción de la importancia del objetivo, el rendimiento actual de la organización y las medidas de mejora que podrían ser objeto de un plan de acción para mejorar el rendimiento, determinar indicadores y fijar objetivos.
El CAS es una herramienta calificada que se ha aplicado ya en numerosos contextos de países desarrollados y en desarrollo (Canadá, Estados Unidos, Francia, China, Benín, Burkina Faso, etc.). En un artículo de 2017 se presenta una aplicación detallada, para el estudio de caso de la mina Arnaud en Sept-Îles (Quebec, Canadá), donde la Cátedra de Eco-asesoría prestó su apoyo.
Gracias a su guía de uso, el CAS también puede aplicarse sin apoyo. Por ejemplo, el Grupo Boisaco de la industria forestal lo utilizó en su proceso de planificación estratégica. El Grupo Boisaco es uno de los principales actores forestales del bosque boreal de la región de Haute-Côte-Nord. El CAS se utilizó para reforzar el compromiso del Grupo Boisaco con el DS. El CAS permite tener en cuenta todos los factores que influyen en el futuro de los bosques y poner en marcha medidas que respeten los principios del DS y abarquen todas sus dimensiones.
Por su parte, el CPM-ODS se ha desarrollado específicamente utilizando el marco de los ODS de la Agenda 2030 y aplicando el mecanismo de priorización del CAS. El CPM-ODS guía a las entidades (países, regiones, autoridades locales, organizaciones públicas y privadas) en la priorización de las metas de los ODS para la implementación de la Agenda 2030. Les permite informar de sus logros en términos de su contribución específica al avance de las metas de los ODS.
La entidad utiliza esta herramienta en su priorización, 1) identificando la importancia de las metas, 2) evaluando el desempeño actual en relación con estas metas y 3) analizando las competencias (según la escala de gobernanza y el ámbito de actuación de la entidad) para aplicar las metas.
En última instancia, el CPM-ODS permite a las entidades apropiarse de las metas de los ODS y aplicarlas de acuerdo con sus prioridades y capacidades. La CPM-ODS se ha aplicado a la estrategia de DS de la Ciudad de Quebec (Canadá). La herramienta también se utiliza en diversos sectores, como el aluminio, la producción láctea, el turismo y los puertos, así como en proyectos de investigación de la Cátedra de Eco-consultoría.
Entonces... ¿se puede medir el DS?
... Sí, es posible, pero en un marco en el que el DS se aplique de forma dinámica a lo largo del tiempo y utilizando un enfoque pragmático y sistémico con indicadores medibles, como hacen CAS y CPM-ODS.
*Patrick Faubert Profesor - Ecología industrial y mitigación del cambio climático, Claude Villeneuve Profesor - Cátedra de eco-consejería especializada en cambio climático, David Tremblay Investigador postdoctoral, todos de la Universidad de Quebec a Chicoutimi (UQAC)
Véase, Mesurer le développement durable, est-ce possible ? (theconversation.com)
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