Justicia, Paz, Integridad<br /> de la Creación
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África más disputada que nunca

Rivista Africa 25.04.2025 Enzo Nucci Traducido por: Jpic-jp.org

Las riquezas del continente atizan la glotonería. Ahora los líderes africanos prometen poner fin a su saqueo. En el nuevo desorden mundial -marcado por guerras desgarradoras y una creciente inestabilidad- África ha vuelto a convertirse en la pieza central del rompecabezas geopolítico. A diferencia del pasado, ya no está dispuesta a sufrir los acontecimientos de la historia: quiere ser dueña de su propio destino. Un libro firmado por el periodista Enzo Nucci ayuda a comprender lo que ocurre al otro lado del Mediterráneo.

El libro (Infinito Edizioni, 2024, pp. 101, 14,00 euros) del periodista Enzo Nucci, que durante dieciséis años fue corresponsal de la RAI desde Nairobi, se titula África contesa. Se trata de un ensayo de gran actualidad y utilidad, embellecido por el prefacio de Pietro Veronese, que pone el foco en las dinámicas geopolíticas y los apetitos internacionales que despierta el continente -rico en recursos estratégicos para el futuro-, así como en la respuesta africana a los embates de las superpotencias. Publicamos un anticipo. El resto, para no perdérselo, puede encontrarse en librerías o tiendas en línea.

“África tiene al mundo entero en su sala de espera". Esta reflexión lapidaria es de Antoine Glaser, periodista de France24, que retrata bien la multitud de potencias extranjeras que se precipitan en busca de nuevos mercados y minerales preciosos, con el objetivo de ampliar sus zonas de influencia en el continente. No sólo naciones con una atención consolidada (y de larga data) como Estados Unidos, China y Rusia o Estados que forman parte de la Unión Europea, sino también países en crecimiento como India, Turquía, Brasil, Corea, Japón, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Pero África -o, mejor dicho, los 54 Estados soberanos que la componen, 48 de los cuales son subsaharianos- es consciente de que este rico y desolador parterre ha contribuido hasta ahora a mantenerla a raya gracias a ayudas, actividades de cooperación, préstamos y otras medidas “interesadas” que han bloqueado su camino. Una conciencia que tiene raíces lejanas, empezando por el político e historiador burkinabé Joseph Ki-Zerbo (1922-2006), que advertía a los africanos: “Nadie desarrolla un país, un país se desarrolla a sí mismo”.

Hoy, la disidencia, ya fragmentada y díscola internamente, empieza a tomar forma, en busca de un frente común capaz de identificar formas político-organizativas compartidas que garanticen un lugar en la primera fila donde se deciden los destinos del planeta.

Ruptura con Occidente

Una tendencia que se viene gestando desde hace tiempo, pero que se deflagró de forma exagerada, tomando de alguna manera un carácter oficial, con el inicio de la agresión rusa contra Ucrania. El 2 de marzo de 2022, una semana después del inicio de las operaciones militares, y de forma similar el 23 de febrero de 2023, la Asamblea General de las Naciones Unidas fue convocada para votar una resolución que pedía la retirada de las tropas rusas y el cese de los combates. Una votación con un fuerte valor político, aunque sin limitaciones jurídicas y operativas, aprobada por una amplia mayoría de 141 naciones (entre ellas 28 africanas), con siete en contra (entre ellas Eritrea y Mali). Mientras que entre las 32 abstenciones hasta 15 procedían de las principales potencias del continente [...].

No son números pequeños, pero, sobre todo, estamos en presencia de grandes naciones con fuerte influencia política, depositarias de importantes riquezas naturales y de un potencial económico y comercial de primera magnitud. Quizás sean precisamente estas fechas las que marcan oficialmente el nacimiento del “multialineamiento”, un concepto que ha tomado el lugar del «no alineamiento» utilizado en el pasado y que indica la voluntad de los países africanos de emanciparse de las alianzas tradicionales, contando con sus propios recursos, aprovechando la evolución de la geopolítica (incluido el conflicto entre israelíes y palestinos) y la “ruptura” de los equilibrios mundiales sobre los que pesa “la tercera guerra mundial en pedazos”, un concepto muy querido por el Papa Francisco.

Como señaló un comentarista de la BBC, la televisión pública británica, el recuerdo de la Guerra Fría sigue vivo en África, donde la lógica de los bloques alimentó los conflictos y frenó el desarrollo, y hoy nadie está dispuesto a repetir esos errores. Por eso Occidente se esfuerza en crear un consenso en torno al conflicto ucraniano, vivido por África como una cuestión europea.

La cuestión palestina

Después del 7 de octubre de 2024, este contexto internacional se vio agravado por el ataque del movimiento fundamentalista islámico Hamás contra Israel, al que siguió la feroz respuesta del gobierno dirigido por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. El enjambre sísmico se extendió rápidamente, y no sólo por las costas africanas que bordean el Mar Rojo, donde los rebeldes yemeníes Houti comenzaron su ataque asesino contra los buques de carga que pasaban por la zona. La misión asesina de Hamás resultó ser una inyección de vitalidad que rejuveneció a la miríada de grupos terroristas islámicos. De hecho, los somalíes al-Shabaab han intensificado sus acciones militares incluso en la vecina Kenia, considerada por Estados Unidos y Europa como un baluarte indispensable contra la yihad, que, aunque sin medios, está asumiendo la tarea con gran dificultad. Mientras Egipto se concentra en Gaza, haciendo malabarismos con la represión de las protestas pro palestinas y la presión israelí-occidental, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos se esfuerzan por desmantelar el frágil sistema de seguridad africano, en primer lugar, en Sudán, donde se avecina un escenario “libio” debido a la durísima guerra civil.

En busca de un nuevo equilibrio

Entre dientes, Moussa Fakhi Mahamat, presidente de la Comisión de la Unión Africana, también lo reiteró con icástica claridad en la cumbre de Roma del 29 de enero de 2024, organizada por el gobierno italiano con 46 delegaciones en representación de otras tantas naciones. “El continente africano quiere relaciones no alineadas en un bloque único, en el que no se nos imponga nada”, tronó el ex primer ministro de Chad, reclamando plena libertad para mantener relaciones políticas, forjar alianzas y hacer negocios con todas las potencias implicadas. En efecto, se sabe perfectamente que las grandes potencias mundiales sólo se interesan por África para satisfacer sus propias necesidades. "Hoy en día, África está en el centro de todo tipo de deseos económicos, y los discursos sobre la amistad entre los pueblos en las grandes reuniones internacionales sólo sirven para adormecer a los africanos, para extraerles más fácilmente sus riquezas. Por eso, en ocasiones como la cumbre de Roma, el continente debería venderse caro", es el mordaz comentario del diario burkinés Le Pays. Está claro, pues, que incluso en estas latitudes se ha digerido en gran medida la lección del general francés Charles de Gaulle, que comentó fríamente: “Los Estados no tienen amigos, sólo tienen intereses”.

El papel de los BRICS+

Desde el 1 de enero, a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se han unido cinco nuevas naciones: Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía. El nombre ha cambiado por tanto a BRICS+. Estamos ante un bloque económico con una población total de tres mil quinientos millones de personas, es decir, el 45% de los habitantes del planeta. Un bloque que puede presumir de una base económica de 28,5 billones de dólares en total, lo que supone casi el 28% del sistema mundial. Sin menospreciar que las diez naciones del BRICS+ producen el 44% del petróleo mundial. África, en particular, posee el 30% de los recursos minerales del mundo y el 60% de las tierras cultivables no utilizadas. [...]

El organismo económico acusa a los países occidentales de ser los mayores creadores de deuda externa de las naciones pobres (y menos pobres) a través de los préstamos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Los BRICS+ reclaman una mayor representación en estas organizaciones multilaterales (así como en la ONU) para adquirir un peso decisorio adecuado en cuestiones como la transición ecológica y las finanzas, con el objetivo de reducir su dependencia del dólar estadounidense y favorecer internamente la adopción de iniciativas de apoyo mutuo. [...]

En realidad, desde 2009 (año de fundación del grupo que reúne a las economías emergentes del mundo), los resultados concretos han sido inferiores a las ambiciosas expectativas. Las divisiones internas que generan la falta de una visión verdaderamente compartida siguen fuertemente arraigadas. Algunas economías que antes crecían experimentan ahora una fuerte desaceleración. La competencia es alta: India aspira a arrebatar a China el liderazgo del Sur Global, mientras que Brasil intenta frenar la expansión compulsiva hacia nuevos participantes apoyados por China por miedo a perder su predominancia en la acción política.

Nuevas inversiones y mercados

En África, la Unión Europea invertirá 150.000 millones de euros, lo que equivale a la mitad del Global Gateway, el plan estratégico de inversiones lanzado para contrarrestar el expansionismo chino en la nueva Ruta de la Seda por valor de 1 billón de dólares. Pero en el continente se es consciente de que la atención se centra más en el control de las materias primas que en el desarrollo. [...] Una oportunidad importante la ofrece el Tratado de Libre Comercio Continental Africano (Afcfta), que establece a partir de 2019 la zona de libre comercio y la apertura de fronteras entre todas las naciones, a excepción de Eritrea, que no ha firmado. Los objetivos son la superación de las barreras aduaneras y el fomento de la integración económica, monetaria y de desarrollo: un mercado que hoy afecta a algo menos de 1.500 millones de personas con un producto interior bruto de 2,6 billones de dólares. En este rico escenario, las intervenciones de los BRICS son bienvenidas, sobre todo para la construcción de grandes infraestructuras. Brasil puede convertirse en el gran aliado del continente. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien también dirigió el G20 en 2024, comparte las posiciones de la Unión Africana sobre el alivio de la deuda y nunca ha ocultado la necesidad de una revisión estructural del sistema financiero mundial para no penalizar aún más a los que se han quedado atrás.

El peso de la deuda

La creación de una vía rápida con los países del G20 es necesaria ante la renovación de los títulos de deuda que vencen y que ascienden a más de doscientos mil millones de dólares. África acude a la cita con una situación complicada por una inflación media del 18% en la zona subsahariana y la devaluación de las monedas locales en un 20% frente al dólar, mientras que la deuda externa representa el 30% del producto interior bruto. No hay que subestimar el impacto político del impago declarado por Etiopía en diciembre de 2023 y anteriormente por Ghana en 2022 y Zambia en 2020, obligados a suspender los pagos de la deuda externa por la mezcla explosiva del dólar más fuerte y la “mayor subida de los tipos de interés en cuarenta años”, como explica el Banco Mundial. Y, para el 2024, es probable que la lista se haga más larga: nueve países se encuentran en grave peligro, quince en alto riesgo y otros catorce en riesgo moderado. En estos casos, la reestructuración de la deuda pasa por la mediación del G20.

Rusia (también a la luz del conflicto en Ucrania), por su parte, ve en el aumento del BRICS+ una herramienta eficaz para añadir a su caja de herramientas en el duro enfrentamiento con Occidente, en particular para sortear las sanciones impuestas tras la invasión. Y la adhesión de Irán podría ser una importante contribución para acentuar el carácter antioccidental del organismo económico. Los BRICS+ aspiran programáticamente a convertirse en los portavoces del Sur Global, a pesar de la importante deserción de Argentina, que retiró su adhesión tras el cambio de rumbo político impuesto por el presidente Javier Milei, elegido en noviembre de 2023. Muchos países africanos están en lista de espera para ingresar: Nigeria, Senegal, Argelia, Gabón, República Democrática del Congo, entre los que han presentado su candidatura.

Ver, Africa contesa più che mai

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