Durante la noche, un grupo armado ataca la misión de Chipene, un pequeño pueblo en la frontera entre las provincias de Cabo Delgado y Nampula, en el norte de Mozambique. Asesinan a la Maria De Coppi, una hermana comboniana. Llevaba 59 años viviendo en el país. "He vivido tiempos hermosos y difíciles en este país: primero la época colonial, luego la guerra seguida de la paz y, hoy, por desgracia, una época de terrorismo".
Llegaron a la misión hacia las nueve de la noche en camionetas y comenzaron a disparar y a lanzar granadas. Un comando entró en la casa de las monjas, disparando a todo lo que veían. En el tiroteo, la hermana María es alcanzada por una bala en la cabeza. Otro grupo de rebeldes incendió el hospital y la iglesia cercana. El asalto terminó alrededor de las 11 de la noche, después de unas dos horas. Sólo mucho más tarde llegaron los funcionarios del gobierno. Los grupos rebeldes llevaban tiempo actuando en la zona. El Estado Islámico reivindicó el ataque.
La hermana María De Coppi, misionera comboniana de 83 años, llevaba 59 años viviendo en Mozambique, al que llegó siendo aún muy joven.
Durante los años de misión y servicios ofrecidos a la población local, la Hermana María se había convertido también en ciudadana mozambiqueña y se sentía "parte de esta tierra y de este pueblo en medio del cual he vivido mi vida".
Decía: "He vivido tiempos hermosos y difíciles en este país: primero la época colonial, luego la guerra, seguida de un tiempo de paz y, hoy, por desgracia, un tiempo de terrorismo".
Continúa: "Los dos últimos años han sido muy duros. En el norte del país hay una guerra por los campos de gas y la gente sufre y huye: en mi parroquia hay 400 familias que vienen de la zona de guerra. Luego vino el ciclón. Por último, el año pasado la sequía que duró mucho tiempo".
La parroquia de Chipene, en la diócesis de Nacala, provincia de Nampula, en el norte del país, se extiende a lo largo de 3 mil kilómetros cuadrados y no tiene carreteras asfaltadas. La población está asolada por el hambre, la ignorancia, la guerra y las inundaciones, y la esperanza de vida media es de 40 años.
La parroquia acoge a los desplazados que huyen de los enfrentamientos entre el ejército ruandés y los militares, por un lado, y los grupos armados que luchan contra el gobierno, por otro, y cuenta con escuelas, dormitorios y otras instalaciones recientemente inauguradas. En el momento del ataque, unos ochenta niños y niñas que vivían en la misión consiguieron escapar.
La esperanza y el testimonio de Jesús en los lugares más pobres de la tierra han sido siempre las características que han acompañado a la Hermana María a lo largo de su vida: "Intento estar cerca de la gente sobre todo escuchando lo que me dicen. A pesar de la pobreza material, escuchar a los demás sigue siendo un gran regalo, demuestra que se respeta su dignidad".
El obispo de la diócesis de Nacala, Alberto Viera, recordó que "la hermana María había denunciado repetidamente la guerra, la explotación y el terrorismo en Mozambique y el sufrimiento de la gente".
La comunidad de Chipene contaba con cuatro monjas y dos sacerdotes fidei donum, que escaparon milagrosamente del ataque. La provincia de Nampula se ha visto afectada por la insurrección en curso en la provincia vecina de Cabo Delgado. Los combates estallaron en la región mozambiqueña de Cabo Delgado en 2017, cuando un grupo que se autodenomina Al Shabab -no relacionado con el grupo somalí del mismo nombre- atacó ciudades de la región.
Después de que los rebeldes tomaran la ciudad de Palma a principios de 2021, las tropas de los países vecinos llegaron al país para ayudar al ejército mozambiqueño.
Unos 2.000 soldados de ocho naciones de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), conocidos como la Misión de la SADC en Mozambique (SAMIM), se desplegaron el 15 de julio de 2021. Ruanda, que no es miembro de la SADC, había enviado previamente 1.000 soldados a Cabo Delgado, tras un acuerdo con Mozambique.
Los insurgentes son conocidos por sus métodos brutales, que incluyen la quema de aldeas y la decapitación de civiles, y al menos 4.000 personas han muerto en el conflicto. La Organización Internacional para las Migraciones calcula que más de 900.000 personas han tenido que huir de sus hogares desde el inicio del conflicto.
La Conferencia Episcopal de África Meridional emitió un comunicado el 7 de septiembre en el que expresaba su "profundo dolor" por el asesinato de la religiosa y afirmaba estar cada vez más preocupada por la seguridad de los sacerdotes y las monjas de la zona.
"No hay nada que se pueda decir en este momento para consolarles, excepto asegurarles que nos afligimos con ustedes", decía la declaración. "En estos momentos difíciles, tratamos de aferrarnos a las palabras de Jesús, que promete a los que lloran creyendo en él que serán consolados", continúa la carta.
Y añadían que la vida de la hermana De Coppi, como tantas otras antes que ella, ha sido "brutalmente terminada por la codicia y la intolerancia de la libertad de creencia".
La conferencia episcopal añadió que la monja tuvo "una muerte de mártir", señalando que a lo largo de seis décadas, la monja nunca abandonó a los pobres y a los indigentes.
El pasado 9 de septiembre, la hermana María fue enterrada en el cementerio de Caparica, al este de Nampula, donde descansan muchas hermanas y hermanos combonianos que han cumplido su misión en esta tierra tan rica y compleja.
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