La COP27 finalizó el 20 de noviembre con un acuerdo a favor de los países pobres, pero sin pronunciarse sobre el papel de los combustibles fósiles. Otra prueba de la falta de capacidad de la ONU para afrontar y resolver los problemas de la comunidad internacional.
Las conclusiones de las Conferencias de los Miembros ONU (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) son siempre difíciles y la COP27, que finalizó el 20 de noviembre en Sharm el-Sheikh (Egipto), no hizo excepción. Tras dos semanas de intenso trabajo, la conferencia tuvo que prolongarse más de 34 horas, lo que la convierte en la más larga de todas las COP, para alcanzar un acuerdo final. Egipto, que ya fue impugnado como país anfitrión, es considerado en parte responsable del retraso debido a su gestión de la conferencia, tanto desde el punto de vista diplomático como práctico, y los negociadores se quejaron en particular de la falta de transparencia, aunque Sameh Choukri, el ministro de Asuntos Exteriores egipcio encargado de los procedimientos, negó esta acusación.
Un fondo financiero para los países más pobres
Sin embargo, ¿este retraso habrá tenido al menos el mérito de conducir a un buen acuerdo? También en este caso, al igual que en las conferencias anteriores, el resultado parece más que discutido. El principal reto de la COP27 era llegar a un acuerdo sobre la reparación por las pérdidas y daños que exigen los países más pobres para obtener de las naciones ricas una ayuda financiera para luchar contra el cambio climático sin comprometer su desarrollo. Sobre este tema especialmente sensible, se adoptó una resolución tan inesperada como emblemática con la creación de un fondo financiero específico. Sin embargo, este innegable éxito dependerá de sus resultados, que sólo podrán medirse a largo plazo, y de que China, que está muy presente en este asunto, se haga uno de los países contribuyentes.
Sin embargo, este éxito se ve contrarrestado por lo que debe llamarse un fracaso en lo que va de las emisiones de gases de efecto invernadero y, por tanto, sobre el control del calentamiento global. "Tenemos que reducir drásticamente las emisiones ahora y esta es una cuestión a la que esta COP no ha dado respuesta", lamentó el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, que ya se había mostrado muy escéptico antes del inicio de la conferencia, y del que se hizo eco el Vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, que se declaró "decepcionado".
Por su parte, Laurence Tubiana, artífice del Acuerdo de París en 2015, expresó su preocupación ya que "esta COP ha debilitado las obligaciones de los países para presentar nuevos y más ambiciosos compromisos". Y aquí también se señaló a Egipto, sospechoso de no querer constreñir a sus aliados del Golfo al no hacer prácticamente ninguna mención al papel de los combustibles fósiles en los textos sometidos a debate. Por otro lado, cabe destacar que, por primera vez, se mencionan las energías renovables junto a las de "bajas emisiones", término que suele referirse a la energía nuclear.
No hay disposiciones vinculantes
Del mismo modo, el objetivo de mantener el calentamiento global tan solo en 1,5° C por encima de los niveles preindustriales no se abandonó, como muchos observadores temían, y finalmente se reafirma en el texto final. Sin embargo, no se estableció ningún mecanismo vinculante para lograr este resultado, lo que hace poco probable que se alcance, por lo que cabe esperar un calentamiento de entre 2,4 y 2,8° C para finales de siglo.
Todo el mundo lo sabe pero pretende ignorarlo, ya que todas las miradas están ahora puestas en la COP28, que se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos a finales de 2023. Ciertamente no es el mejor lugar del mundo para anunciar el fin del uso de los hidrocarburos!
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