En diciembre de 2019, la Unión Europea se dio como objetivo lograr una Unión Europea climáticamente neutral antes de 2050.[1] La lucha contra el cambio climático y el objetivo de limitar durante este siglo el calentamiento global reduciendo el nivel actual en 2o C constituyen el núcleo de las políticas energéticas de la UE.[2]
Para lograr estos objetivos, los gobiernos de la UE deben comprometerse firmemente a reducir sus emisiones de carbono causadas por el modelo actual de producción de energía. Estos objetivos son esenciales si se quieren evitan efectos climáticos extremos como las inundaciones, los incendios forestales, los deslizamientos de tierra y los huracanes, así como el temido aumento del nivel del mar que podría causar cambios catastróficos, especialmente para las poblaciones de los países en desarrollo.
Sin embargo, las políticas de transición energética requieren decisiones que deben poner fin a las prácticas concretas del modelo actual de combustibles fósiles.[3] Es por eso que la UE afronta un período de transición energética en el que conceptos como desarrollo sostenible, efecto invernadero, biodiversidad, tierras raras y energías renovables tienen un impacto directo en las personas, los modos de vida de los países, los sistemas de producción, los modelos económicos, el comercio, etc. Pero, ¿sabemos exactamente a qué nos enfrentamos cuando hablamos de transición energética y cuáles son las consecuencias para los países en desarrollo y en particular para África?
La transición energética anunciada por la Unión Europea se refiere directamente al rechazo de todo lo que es carbono en las diversas formas de producción de energía. Es decir, es el paso de formas de producción de energía como las hemos conocido hasta ahora (a través de fuentes de energía fósil como el petróleo o el carbón) que generan emisiones de CO2 a la atmósfera (que produce lo que se denomina efecto invernadero) hacia energías que se producen sin emitir carbono a la atmósfera y, por lo tanto, son consideradas energías verdes o limpias. Entre las energías limpias más conocidas se encuentran la energía eólica, la energía fotovoltaica, la energía solar, la biomasa o la producida por baterías eléctricas.
Sin embargo, para producir este tipo de energía verde que no emite CO2 a la atmósfera, se necesitan muchos materiales que no siempre son fáciles de obtener, ya sea porque son raros por naturaleza o porque están controlados por ciertos países. En este grupo de minerales, considerados esenciales para la transición energética, se encuentran las llamadas tierras raras que constituyen un grupo de 17 elementos de la tabla periódica que, con elementos como el indio, el talio, el galio, el litio, el telurio o el cobalto son esenciales para el desarrollo de las nuevas tecnologías. Además, en casos como los del litio o el cobalto, su extracción es al menos éticamente cuestionable debido a la destrucción que causa a los ecosistemas y comunidades donde se encuentran estos minerales, así como a violaciones de los derechos humanos o prácticas corruptas.
Para llevar a cabo esta transición energética, la UE necesita nuevamente de África y está relanzando su asalto a las riquezas minerales del continente para su propio beneficio. A través de la minería o de la instalación de plantas solares y eólicas, la UE busca garantizar el acceso a fuentes de energía limpia para asegurar su consumo en Europa.
La riqueza de África se encuentra principalmente en su subsuelo, que contiene un tercio de las reservas minerales mundiales necesarias para la transición energética, como el 90% de las reservas de platino, el 80% de coltán, el 60% de cobalto, el 70% tantalio, el 46% de las reservas de diamantes y el 40% de las de oro. Pero el continente africano rebosa también de fuentes de energía limpia, como las cuencas de los ríos del África Central, los yacimientos de uranio (en Malí, Gabón, Níger o Namibia), la luz solar de los países del Sahel y el potencial geotérmico en África Oriental (Etiopía, Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi, Zambia, RDC).[4]
Las políticas de inversión público-privadas en el continente han impulsado el crecimiento económico en África durante las últimas décadas, pero al mismo tiempo han convertido a África en rehén de sus inversores. Y este es nuevamente el riesgo que enfrentan los países del continente africano con la llegada de nuevas inversiones para explotar las energías renovables. La Unión Europea está tomando medidas políticas sin considerar las implicaciones para los países africanos que afectan directamente a sus políticas de desarrollo. La Unión Europea está considerando nuevamente el acceso a estas fuentes de energía para asegurar su propio futuro, mientras se olvida de la realidad de los países proveedores.
Una vez más, el futuro de los países ricos se cimienta sobre el abuso de los países que dependen de la inversión extranjera. La dependencia con respecto a los ingresos provenientes de las energías renovables y los minerales de transición energética, la falta de inversión industrial, la falta de diversificación económica así como el abuso de las multinacionales y la corrupción nos hacen predecir el mismo patrón de relación entre el Norte y el Sur durante el período de transición energética. Por lo tanto, una transición energética responsable y sostenible requiere que los países desarrollados, incluida la UE, realicen una transición energética que no genere nuevas desigualdades.[5]
Esto significa que, ante todo, la transición energética debe ser justa. La UE no puede patrocinar un nuevo colonialismo que monopolice la riqueza energética del continente africano. La UE debe desarrollar políticas que garanticen el desarrollo de los países y regiones en los que opera asegurando una distribución adecuada de las energías renovables. En concreto.
En primer lugar, la UE no puede aprovisionarse de energías renovables y condenar a los países en desarrollo a seguir dependiendo de los combustibles fósiles. El modelo de desarrollo energético debe romper con la dependencia económica que los países africanos tienen actualmente de los recursos naturales y debe desarrollar estrategias de diversificación económica que creen empleos estables y de calidad.
En segundo lugar, la transición energética debe garantizar la seguridad del suministro de energía para todos los países, pero especialmente para los países que son los legítimos propietarios de las fuentes de energía. El continuo crecimiento económico de África requiere un mayor suministro de energía, que aumentará en los próximos años. Esto pone nerviosos a los países ricos, porque amenaza el acceso a esta energía.
En tercer lugar, la transición energética debe ser gradual y adaptada a la realidad de cada país, sensible a la situación en África, alentando el uso de energías renovables y apoyando cualquier iniciativa que promueva su adaptación. Sería injusto pedir y exigir que los países en desarrollo adapten todas sus infraestructuras a los nuevos modelos de suministro que ellos no pueden permitirse.
El papel de África durante el período de transición energética mundial es crucial. Es por eso que sostenemos que la transición energética debe ser para todos los países, ricos y pobres, respetando los estándares de calidad ambiental, garantizando el respeto a los derechos humanos y haciendo todo lo posible para que las multinacionales lleven a cabo sus actividades con transparencia, luchando contra todo tipo de corrupción que solo beneficia a las élites políticas y económicas. La transición económica debe ser para todo el mundo, de lo contrario no será para nadie.
[1] Climate change: what the EU is doing https://www.consilium.europa.eu/en/policies/climate-change/
[2] Energy policy: general principles, https://www.europarl.europa.eu/factsheets/en/sheet/68/la-politica-energetica-principios-generales Historic agreement on climate change in Paris, https://unfccc.int/node/13934
[3] https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2017/10/13/conclusions-paris-agreement-and-unfccc-meetings/
[4] International Institute for Sustainable Development, https://www.iisd.org/sites/default/files/publications/africa-recursos-naturales-vangaurdia-es.pdf
[5] Climate change: what the EU is doing, https://www.consilium.europa.eu/en/policies/climate-change/
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