Esta sección de nuestra Newsletter se ocupó durante 18 meses por introducir y presentar los 17 Objetivos de un desarrollo sostenible (ODS). Seguiremos dedicando este espacio a la ONU presentando sus comisiones, sus organizaciones, las temáticas y problemas de este organismo mundial que ha despertado, como otras instituciones, muchas esperanzas para dejar luego la amargura de demasiadas decepciones.
Este año 2020, la ONU celebra sus 75 años de existencia. Poco para los problemas enfrentados y la envergadura de sus objetivos. Muchos para los pocos resultados obtenidos. El esfuerzo de lucir una institución que muestra rasgos de decadencia, no eclipsa sin embargo la voluntad de muchos de rejuvenecer el único organismo mundial que por sus ambiciones al nacer, sus estatutos, y su experiencia es hoy en día la única instancia que podría garantizar un futuro de paz, bienestar y progreso social, si tan solo lograra encaminarse por el preámbulo de su Carta fundacional.
Allí se proclama: “Nosotros los Pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles; a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas; a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional; a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, y con tales finalidades
fuerza armada sino en servicio del interés común, y
los pueblos, hemos decidido unir nuestros esfuerzos para realizar estos designios”.
En un artículo del 9 junio 2020 para IPS, Thalif Deent denuncia el primer obstáculo para una ONU eficiente y a servicio de sus ideales fundacionales: Los Jefes de la ONU silenciados por las grandes potencias con derecho de veto.
Y parte de un ejemplo.
En todo el mundo se han difundido las protestas contra la injusticia racial y la brutalidad policial en los Estados Unidos, y en rechazo a la imposición con el poder militar del autoritarismo chino en Hong Kong. Para condenar a los regímenes despóticos se han usado palabras fuertes por parte de gobiernos, diplomáticos, periodistas, activistas, incluso por parte de los EEUU contra China y de China contra los EEUU.
Pero, ¿algún secretario general de la ONU, pasado o presente, habrá nunca reunido el coraje para condenar al liderazgo político en Estados Unidos o China, dos miembros permanentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, en términos tan duros? "Nunca", dice un ex Embajador y Representante Permanente ante la ONU, "en particular, si un Secretario General planea postularse para un segundo mandato, donde la amenaza de un veto se cierne sobre su cabeza".
¿Sería entonces una solución al problema modificar los términos del mandato del Secretario General de la ONU de 4 años con posibilidad de reelección a 7 años de mandato único?
Ese no es el problema, pero sí lo es que tanto Ban Ki-moon, secretario general entre 2007 y 2016, como el actual secretario general, Antonio Guterres, no han prestado atención a las tres palabras más importantes con que da comienzo la Carta de la ONU: Nosotros, los pueblos.
“Ambos rinden homenaje solo a los gobiernos; es como si ‘los pueblos’ del mundo no existieran. Como resultado, no hay transparencia ni responsabilidad”, dice Lewis, quien fue Enviado Especial de la ONU para el VIH / SIDA en África, y cofundador y codirector de AIDS-Free World.
"Guterres ha estado postulándose para un segundo mandato desde enero de 2017", desde que asumió el cargo entonces, decepcionando a muchos por su “ausencia”. “Debemos recordar al ex secretario general Ban Ki-moon, que se enorgullecía de ser el hombre invisible. Obtuvo dos términos. Guterres está utilizando la misma estrategia ", afirma Weiss, profesor de ciencias políticas, director emérito del Instituto Ralph Bunche de Estudios Internacionales (Centro de Graduados CUNY), en un artículo de PassBlue con el título, ¿Llegará la ONU a 100? “Guterres está utilizando la misma estrategia”, añadió.
Desde el sueño inicial de ser una familia de naciones, la ONU se ha vuelto un club de gobiernos.
Nunca un secretario general de la ONU ha tenido la valentía de levantarse y decir la cruda realidad a los 5 países que detienen el derecho de veto, en particular criticar a China y EEUU. Si lo han hecho y débilmente ha sido durante su segundo mandato, cuando ya la ambición de ser reelegidos no contaba por nada. Bueno, no todos.
“Quizás una de las pocas excepciones en los 75 años de historia de la ONU fue Boutros Boutros-Ghali, quien ocupó la Secretaría General entre 1992 y 1996 y pagó la pena suprema de ser vetado de un segundo mandato, aunque obtuvo un abrumador 14 de los 15 votos en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero Estados Unidos vetó sin gloria sus reclamos por un segundo mandato”, recuerda Thalif Deent.
Boutros-Ghali relató en un libro ese veto como “una singular distinción” por convertirlo en el único secretario general de la ONU a no lograr un segundo mandato. En sus memorias, “Indómito: Una saga Estados Unidos-ONU”, se mostró orgulloso de haber pagado por defender sus convicciones, aun admitiendo que en ocasiones se vio obligado a ceder a los dictados de Washington.
Un estudio realizado en 1996, bajo los auspicios de la Fundación Ford (Nueva York), y la Dag Hammarskjold (Estocolmo), acusa a las grandes potencias mundiales de manipular la elección del secretario general para garantizar que los jefes de la ONU sean criaturas políticas sin mente propia. “Es imposible escapar de la impresión de que muchos gobiernos, incluidos algunos de los más poderosos, no quieren un líder fuerte e independiente como secretario general”. Según los autores de este estudio, Brian Urquhart y Erskine Childers, ambos antiguos altos funcionarios de la ONU, la selección del secretario general está, literalmente, en manos del “amiguismo”.
Según el citado Lewis, no hay libertad de información en la ONU. Eso es lo que hace que gobiernos como el de Suecia se sientan frustrados y piensen en acortar el mandato del secretario general. “Debería exigirse al Secretario General que celebre una conferencia de prensa abierta al menos una vez, preferiblemente dos veces por semana, con un cuerpo de medios críticos para hacer preguntas. Si ese fuera el caso, toda la cultura de su oficina cambiaría”, aseguró. “Es su comportamiento, más que su longevidad, lo que necesita una reforma”, afirma Lewis, quien lanzó la campaña Código Azul para poner fin a la impunidad por abuso sexual por parte del personal de la ONU.
Los Jefes de la ONU silenciados por las grandes potencias con derecho de veto
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