Un antiguo miembro de la FINUL nos da una idea de lo que es realmente ésta «fuerza». Publicar una opinión no significa respaldarla ni afirmar que sea absolutamente cierta. No obstante, cabe señalar que la conclusión «la ONU es incompetente» es una opinión ampliamente compartida.
Aparentemente anecdótica, la prohibición de fotografiar revela una realidad mucho más compleja y sombría de las operaciones de la FINUL (Fuerza Internacional de las Naciones Unidas en el Líbano) y del ONUVT (Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua) en el sur del Líbano.
Creada en marzo de 1978 por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la misión de la ONUVT consistía en confirmar la retirada de las tropas israelíes del sur del Líbano, mientras que la de la FINUL era restablecer la paz y la seguridad, ayudando al mismo tiempo al gobierno libanés a recuperar el control de esta inestable región. Sin embargo, este ambicioso proyecto chocó pronto con la realidad de un Hezbolá que, habiendo establecido un considerable dominio sobre la región, estaba decidido a limitar la capacidad de acción de las Naciones Unidas.
La vida cotidiana bajo presión
Un antiguo soldado de la ONUVT, Michael, que sirvió en este organismo de la ONU en el sur del Líbano, fue entrevistado por el diario de su país, el BT danés, con la condición de no revelar su apellido. Ahora retirado tras 25 años de servicio, ofrece una visión matizada del limitado impacto de esta «fuerza» en la región, especialmente frente a la omnipresente influencia de Hezbolá. Su relato ilumina de forma conmovedora la frustración, la impotencia y los retos a los que se enfrentan las fuerzas de mantenimiento de la paz en una zona de palpable tensión política y militar.
Según él estaba claro que el personal de la FINUL y del ONUVT no podía operar con libertad, especialmente por las tardes, cuando Hezbolá estaba implicado: «Por eso teníamos mucho tiempo libre por las tardes y por la noche», dijo.
En particular, porque a los inspectores no se les permitía grabar las actividades de los terroristas: «No se nos permitía hacer vídeos ni fotos. Y si lo hacíamos, nos arriesgábamos a que los lugareños confiscaran nuestras cámaras. Eso es lo que les ocurrió a mis colegas de la FINUL y del ONUVT».
Esta vigilancia constante, tanto pasiva como directa, impedía a las fuerzas de la ONU cumplir su misión de controlar la situación. Si el personal de FINUL o ONUVT intentaba llegar a lugares donde se sospechaba que Hezbolá estaba operando, a menudo se lo impedían: «Simplemente bloqueaban el camino. No iban abiertamente armados, pero eran agresivos y era obvio que eran hombres de Hezbolá; sabíamos muy bien quién tomaba las decisiones, sobre todo en las ciudades chiíes. No querían que viéramos lo que hacían». El férreo control ejercido por Hezbolá en las ciudades chiíes impedía así cualquier entrada en sus zonas sensibles, haciendo explícita la impotencia de las fuerzas de la ONU frente a una milicia con fuerte arraigo y apoyo local.
Frustración y falta de acción
La mayor fuente de frustración, según Michael, era la incapacidad de la FINUL para hacer cumplir la resolución 1701, que prohibía y prohíbe las actividades militares al sur del río Litani, con la excepción del ejército oficial libanés. «Informábamos a diario de violaciones de esta resolución [por parte de Hezbolá], pero nada cambiaba. Nuestros informes parecían caer en un vacío burocrático, sin ningún seguimiento». Esto, y la falta de sanciones contra Hezbolá, la principal fuerza violadora de la resolución 1701, «no hizo más que confirmar lo que he experimentado en otros países a los que me han enviado: la ONU es incompetente», afirma Michael.
Michael también recuerda lo que ocurría en la frontera entre Líbano e Israel. «Cuando patrullábamos la Línea Azul, a menudo veíamos a 'civiles' muy cerca de las instalaciones militares israelíes, haciendo fotos. Cuando esto ocurría, nos quedábamos atrás y observábamos la situación desde la distancia, siguiendo las instrucciones que habíamos recibido», porque estas instrucciones eran claras: evitar cualquier contacto directo con las fuerzas de Hezbolá o sus partidarios.
La ambigua colaboración de los intérpretes
Como el control de Hezbolá en el sur del Líbano era «masivo» y el miedo a esta organización terrorista estaba muy extendido, «los ciudadanos que no apoyaban a Hezbolá, sobre todo los cristianos, tenían miedo de hablar».
Una anécdota reveladora se refiere a los intérpretes utilizados por la ONU, algunos de los cuales estaban vinculados o simpatizaban con el Hezbolá. Michael menciona que un día tuvo que sacar a un intérprete de su vehículo después de que éste se deshiciera en elogios hacia Hassan Nasrallah, el líder de Hezbolá. Así que había connivencia entre los musulmanes chiíes y el personal de la ONU, porque algunos de los intérpretes se identificaban con Hezbolá. Este tipo de situación pone de manifiesto las tensiones internas existentes en los propios equipos de la ONU, con personal que en ocasiones estaba profundamente en desacuerdo con los valores de la misión a la que se suponía que debían servir. Algunos de los inspectores de la ONU en el sur del Líbano eran vehementemente anti israelíes. «Recuerdo a uno en particular que era irlandés», dijo Michel.
También añadió que, durante las reuniones que había mantenido, tuvo la impresión de que los soldados del Tzahal tenían un excelente conocimiento de los lugares donde operaba Hezbolá: «Podrían localizar e identificar fácilmente los lugares de Hezbolá al otro lado de la frontera.»
Incidentes y tragedias
Un artículo de OLJ/Agences publicado el 15 de diciembre de 2022 informaba de un trágico incidente entre la FINUL y Hezbolá, en el que un soldado irlandés de la FINUL perdió la vida en el pueblo de Aaqibiye. Un ejemplo de lo precaria que era la situación sobre el terreno.
Según las Fuerzas de Defensa irlandesas, un convoy de dos vehículos blindados que transportaba a ocho personas que se dirigían a Beirut había sido objeto de «disparos de armas ligeras». «Cuatro soldados fueron trasladados al Hospital Rai, cerca de Saida, tras el incidente. Un soldado fue declarado muerto a su llegada y otro fue sometido a cirugía y se encuentra en estado grave», dijo el ejército irlandés en un comunicado. «Los otros dos soldados están siendo tratados de heridas leves. Los otros cuatro miembros del convoy no resultaron heridos y están ilesos», añade el comunicado. Aunque Hezbolá ha negado cualquier implicación directa en la muerte del soldado, calificando el incidente de «accidente», es difícil ignorar el entorno violento y volátil en el que operan estas fuerzas de paz.
Conclusión
El testimonio de Michael pone de relieve una verdad que a menudo se pasa por alto: la misión de la FINUL, aunque noble en teoría, se ve profundamente obstaculizada por la realidad sobre el terreno. El férreo control de Hezbolá, la incapacidad de las Naciones Unidas para actuar ante las reiteradas violaciones de la Resolución 1701 y el miedo omnipresente que reina en la región demuestran que la FINUL, como muchas otras misiones de la ONU, se topa con sus propios límites. Para muchos, incluido Michael, esto no hace sino reforzar la idea de que la ONU, en contextos tan complejos, es «incompetente». Este duro juicio, ampliamente compartido, refleja una profunda consternación ante la incapacidad de las instituciones internacionales para establecer una paz duradera en una región donde el poder real parece escapar a todo control oficial.
Voir, L’ex casco blu: “Eravamo completamente alla mercé di Hezbollah”
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