Las ideas de Don Luigi Sturzo sobre la paz y la guerra fueron y siguen siendo demasiado innovadoras y distantes del pensamiento político contemporáneo y de la elaboración clásica del propio pensamiento cristiano sobre el tema de la guerra justa. Esto requiere, la revisión del concepto de soberanía nacional y la creación de instituciones multilaterales, que establezcan reglas más adecuadas no sólo en el campo económico y financiero, sino también en lo político y militar. Las reflexiones elaboradas por el padre Luigi Sturzo, especialmente entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, sobre las cuestiones de la paz, la comunidad internacional y la superación del derecho a la guerra, constituyen una aportación original y actual a la construcción de una nueva civilización basada en valores morales con vistas a la creación de una autoridad internacional y supranacional capaz de afirmar el derecho por encima de la fuerza y de garantizar una paz justa entre las naciones.

Su fuerte exigencia moral se combina con una insustituible dimensión histórico-política que devuelve concreción a la utopía de la paz. El pensamiento de Sturzo sobre la paz y la guerra es articulado y dinámico y a lo largo de medio siglo experimenta transformaciones y desarrollos, respuestas cada vez más adecuadas a la realidad histórica, pasando de la teoría de la "guerra justa" a la idea de la inutilidad de la guerra, por su multiplicada capacidad de destrucción, y a la inevitabilidad de la paz.

Los argumentos de Sturzi sobre la superación del concepto de "guerra justa" y el compromiso político con la paz pueden resumirse en unos pocos puntos: la política sólo es buena cuando es "justa", es decir, cuando se refiere a valores morales y, en primer lugar, al respeto de la persona humana; las naciones deben, en algunos casos, aceptar límites políticos precisos delante de una organización internacional con autoridad moral universalmente reconocida. Sturzo identifica el principal instrumento de esta organización internacional de carácter universal en la Sociedad de Naciones en 1919 y, a partir de 1945 en las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de eliminar la guerra, pero también denuncia los límites de estas organizaciones.

Tras la Segunda Guerra Mundial se alimentó la utópica esperanza de desarrollar un gobierno mundial que garantizara la paz entre los Estados. Entre los católicos basta mencionar al alcalde de Florencia Giorgio la Pira y entre los laicos a Aldo Capitini y Norberto Bobbio. La necesidad de lograr la constitución de una "autoridad" mundial capaz de construir una comunidad de naciones ha sido abordada por el magisterio social de la Iglesia, a partir de la "Pacem in Terris" de Juan XXIII, de la que ahora se celebra el 60 aniversario.

Nota. A esta reflexión hay que añadir la crítica que desde demasiados ámbitos se hace a la ineficacia, burocratización e ideologización de una institución que a lo largo de décadas ha dejado de lado los ideales para escuchar demasiado a lobbies y jefes de Estado que sólo sirven a sus propios intereses. Por eso, al título original hemos añadido la pregunta.

Foto. La ciudad de Lisichansk, en el este de Ucrania, está siendo intensamente bombardeada © Brendan Hoffman/Mercy Corps

Ver, Per la pace in Ucraina serve l’Onu