Un dulce hablar hace que todos estén de acuerdo en poco tiempo. En realidad, “Una buena palabra es mejor que un buen colchón” (Oromo, Etiopía). Sin embargo, hay que tener cuidado: “No te fíes de un mentiroso incluso si dice la verdad” (Makua, Mozambique). De toda manera, “la lengua sucia ensucia a su dueño" (Rundi, Ruanda).
La luna había salido siempre más tarde todas las noches hasta que sólo se la veía al amanecer. El mundo estaba en silencio excepto por el estridente chillido de los insectos, que formaba parte de la noche. Estallaron voces bajas y sonidos de cantos. Nanzio y su hija Nakerekere estaban sentadas en una estera en el suelo. Era el turno de Nanzio de contar una historia.
“Érase una vez”, comenzó, “que todos los pájaros fueron invitados a un festín en el cielo. Se pusieron muy contentos y comenzaron a prepararse para el gran día. Pintaron sus cuerpos con leva roja de madera y dibujaron hermosos diseños con el mbiongo”.
“La tortuga vio todos estos preparativos y pronto descubrió de qué se trataba. Nada de lo que sucedía en el mundo de los animales escapaba jamás a su atención. Estaba llena de trucos. Tan pronto como se enteró de la gran fiesta en el cielo, su garganta comenzó a picar sólo de pensar en ello. Había hambre en aquellos días y la tortuga no había comido una buena comida durante dos lunas. Su cuerpo vibraba como un trozo de palo seco en su caparazón vacío. Entonces, comenzó a planear cómo llegaría al cielo.
"Pero, si no tiene alas", dijo Nakerkere.
“Ten paciencia”, respondió su madre. “Esa es la historia”.
“La tortuga no tiene alas, pero fue hacia los pájaros y les pidió que le permitieran ir con ellos.
“Te conocemos demasiado bien”, dijeron los pájaros cuando la escucharon. “Estás llena de trucos y eres una desagradecida. Si te permitimos venir con nosotros pronto comenzarás con tus travesuras”.
"No me conocen", dijo tortuga. “Soy un hombre cambiado. He aprendido que un hombre que causa problemas a los demás también se los está causando a sí mismo”.
La tortuga tenía un lenguaje suave, y al poco tiempo todos los pájaros coincidieron en que era un hombre cambiado, y cada uno le dio una pluma, con la que ella se hizo dos alas.
Por fin, llegó el gran día y la tortuga fue la primera en llegar al lugar de encuentro. Cuando todos los pájaros fueron reunidos, partieron en grupo.
La tortuga era muy feliz y valiosa mientras volaba entre los pájaros, y pronto fue elegida como el hombre para hablar en nombre del grupo porque era una gran oradora.
"Hay una cosa importante que no debemos olvidar", dijo mientras seguían su camino. “Cuando se invita a la gente a una gran fiesta como ésta, se adoptan nuevos nombres para la ocasión. Nuestros anfitriones en el cielo esperarán que respetemos esta antigua costumbre”.
Ninguno de los pájaros había oído hablar de esta costumbre, pero sabían que la tortuga, a pesar de sus problemas en otras áreas, era un hombre que había viajado mucho y conocía las costumbres de diferentes pueblos. Y así, cada uno tomó un nuevo nombre. La tortuga se dio el nuevo nombre de "Todos ustedes".
Por fin, el grupo llegó al cielo y sus anfitriones estaban muy felices de verlos. La tortuga se puso de pie con su plumaje multicolor y les agradeció la invitación. Su discurso fue tan elocuente que todos los pájaros se alegraron de haberla traída y asentían con la cabeza en aprobación a todo lo que decía. Los anfitriones la tomaron como el rey de los pájaros, especialmente porque se veía algo diferente a los demás. Después de presentar y comer las nueces de cola, la gente del cielo ofreció a sus invitados los platos más deliciosos que la tortuga jamás había visto o soñado. La sopa fue sacada caliente del fuego y en la misma olla en que había sido cocida. Estaba llena de carne y pescado.
La tortuga empezó a olfatear con fuertes ruidos. Había ñame machacado y también potaje de ñame cocinado con aceite de palma y pescado fresco. También había ollas con alambre de palma. Cuando todo estuvo dispuesto ante los invitados, uno del pueblo del cielo se adelantó y probó un poco de cada olla. Luego invitó a los pájaros a comer.
Pero la tortuga de un brinco se puso de pie y preguntó: “¿Para quién han preparado este banquete?” “Para todos ustedes”, respondió el hombre. La tortuga se volvió hacia los pájaros y dijo: “Recuerden que mi nombre es Todos ustedes. La costumbre aquí es atender primero al portavoz y después a los demás. Los servirán cuando yo haya comido".
Empezó a comer y los pájaros a refunfuñar enojados. La gente del cielo pensó que debía ser su costumbre dejar toda la comida a su rey. Y así la tortuga comió la mejor parte de la comida y bebió dos vasijas de vino de palma, de modo que se llenó de comida y bebida y su cuerpo estaba inflado como no más dentro de su caparazón.
Los pájaros se reunieron alrededor para comer lo que quedaba y picotear los huesos que había tirado por el suelo. Algunos de ellos estaban demasiado enojados para comer. Eligieron volver a su casa con el estómago vacío, pero antes de partir cada uno recuperó la pluma que había acordado en prestar a la tortuga. Y allí estuvo ella, en su duro caparazón, llena de comida y vino, pero sin alas para volver a casa.
Pidió entonces a los pájaros que llevaran un mensaje para su esposa, pero todos se negaron. Al final, el loro, que se había sentido el más enojado que los demás, de repente cambió de opinión y aceptó tomar el mensaje.
“Dile a mi esposa”, dijo la tortuga, “que saque todas las cosas blandas de mi casa y cubra el recinto con ellas para que pueda saltar del cielo sin gran peligro”.
El loro prometió entregar el mensaje y se fue volando. Pero cuando llegó a la casa de la tortuga, le dijo a su esposa que sacara todas las cosas duras de la casa. Y entonces ella sacó los arcos, los machetes, las lanzas, las pistolas y hasta el cañón de su marido.
Tortuga miraba hacia abajo desde el cielo y vio a su esposa sacando cosas, pero estaba demasiado lejos para ver qué eran; cuando todo pareció listo, se dejó ir. Cayó y cayó y cayó hasta que empezó a temer que nunca dejaría de caer. Y luego, como el sonido de su cañón, se estrelló contra el suelo de su recinto.
“¿Murió?” preguntó Nakerekere. “No”, respondió Nanzio. “Mas, su caparazón se rompió en pedazos. Había un gran curandero en el barrio. La esposa de la Tortuga lo mandó llamar y él juntó todos los pedazos del caparazón y los unió”. Por eso el caparazón de la tortuga no es liso, resultado de su picardía y glotonería. (Historia del pueblo Azande – RD. Congo)
Ver, Oral Literature. Why Tortoise’s Shell is not Smooth – Comboni Missionaries
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