En las películas de Hollywood, el legendario Salvaje Oeste se retrataba habitualmente con pistoleros, agentes de la ley y villanos, lo que daba lugar a un enfrentamiento final entre los “buenos y los malos”
Linda Thomson-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, declaró ante el Consejo de Seguridad que las partes enfrentadas en la devastadora guerra civil en Etiopía son las Fuerzas de Defensa Nacionales de Etiopía, las Fuerzas de Defensa de Eritrea, las Fuerzas Especiales de Amhara y el Frente de Liberación del Pueblo del Tigray (FLPT).
Y resumió el conflicto etíope que duraba ya 12 meses, invocando la metáfora de los western de Hollywood: “Aquí no hay buenos”.
La guerra se puede caracterizar mejor como un enfrentamiento entre un grupo de malos y otro grupo de malos, a pesar de que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, que actualmente lidera el conflicto y que ha provocado acusaciones de crímenes de guerra, limpieza étnica y genocidio, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2019.
El conflicto estalló en noviembre de 2020, cuando el presidente inició una ofensiva militar en la norteña región de Tigray, dominada por el FLPT, un partido nacionalista y con raíces étnicas, y que hasta entonces había gozado de gran autonomía.
La razón esgrimida fue que el grupo étnico y regional había atacado una base del ejército nacional en la capital regional, Mekelle, por lo que envió como respuesta a tropas federales, combatientes de la vecina región de Amhara, además de soldados de su nueva aliada Eritrea, un país fronterizo con Tigray y con quien Abiy firmó un acuerdo de paz, rechazado por el FLPT.
El conflicto en Etiopía también ha dado lugar a un “desastre humanitario monumental” en el que las agencias de la ONU y las organizaciones de ayuda se ven impedidas por el gobierno etíope, debido a razones políticas y bélicas, de entregar alimentos y suministros médicos.
Según las cifras publicadas por las organizaciones internacionales de ayuda, decenas de miles de personas habrían sido desplazadas en las regiones de Amhara y Afar a causa de los combates que se dan en múltiples lugares; unos dos millones se habrían quedado sin hogar y unos siete millones necesitarían urgentemente ayuda humanitaria.
La embajadora Thomson-Greenfield dijo a los delegados en el Consejo de Seguridad que es hora de que todas las partes detengan inmediatamente las hostilidades y se abstengan de incitar a la violencia y a la división.
La retórica belicosa y el lenguaje incendiario de todas las partes de este conflicto no hacen sino agravar la violencia intercomunitaria. Ha llegado el momento de que el gobierno de Etiopía, el FPLT y todos los demás grupos entablen inmediatamente negociaciones de alto el fuego sin condiciones previas para encontrar un camino sostenible hacia la paz”, dijo.
“Y ya es hora de que las Fuerzas de Defensa de Eritrea se retiren del territorio etíope”, añadió.
La representante del gobierno de Joe Biden fue enfática al asegurar: “Es hora de bajar las armas. Esta guerra entre hombres enfadados y beligerantes, que victimizan a mujeres y niños, tiene que terminar”.
Como en muchos conflictos y guerras civiles actuales, ya sea en Afganistán, Yemen, Myanmar, Siria, Palestina, Irak o Etiopía, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) están fuertemente divididos y protegen a sus aliados. Y, por supuesto, sus prolíficos mercados de armas.
Quienes ponen las armas
Entonces de los entresijos del conflicto hay un asunto que se soslaya: ¿De dónde vienen esas armas? ¿Quiénes son los mercaderes de la muerte en este cruel conflicto que ya se ha cobrado decenas de miles de vidas y ha desplazado a más de dos millones de personas?
China y Rusia, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han sido identificadas como los principales proveedores de armas a este país oriental del Cuerno de África.
La época en la que las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (FDN) dependían casi exclusivamente del antiguo armamento soviético, mezclado con piezas más modernas de Rusia, ha quedado atrás.
En la última década, Etiopía ha diversificado sus importaciones de armas para incluir una serie de otras fuentes que actualmente cuentan naciones como China, Alemania, Ucrania y Bielorrusia.
Más sorprendente es la presencia en esta lista de países como Israel y los Emiratos Árabes Unidos, que han suministrado a Etiopía una serie de sistemas de armamento especializados, según el blog en asuntos militares y armamentísticos Oryx.
Alexandra Kuimova, investigadora del Programa de Transferencias de Armas del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), afirma que, en términos de volumen, Rusia y Ucrania han sido los mayores proveedores de armas a Etiopía en las últimas dos décadas, representando 50% y 33% respectivamente de sus importaciones entre 2001 y 2020. Los suministros de Rusia incluyeron unos 18 helicópteros y aviones de combate de segunda mano que han llegado a Etiopía entre 2003 y 2004. Las ventas más recientes incluyen unos cuatro sistemas móviles de defensa aérea 96K9 Pantsyr-S1 importados por Etiopía en 2019. Los aportes de Ucrania incluyeron unos 215 tanques T-72B de segunda mano recibidos por Etiopía entre 2011 y 2015.
También hay Estados europeos que han transferido importantes armas a Etiopía desde 2001.
Por ejemplo, Hungría suministró 12 helicópteros de combate Mi-24V/Mi-35 de segunda mano en 2013. Los vehículos Bastión franceses entregados en 2016 fueron financiados por Estados Unidos. Los aportes de Alemania incluyeron 6 aviones de entrenamiento en 2019.
Stephen Zunes, profesor de Política y catedrático de Estudios sobre Medio Oriente en la Universidad de San Francisco, que ha escrito extensamente sobre la política del Consejo de Seguridad, afirma: “La percepción de estos conflictos como un simple problema africano ignora el hecho de que gran parte de estas matanzas no serían posibles si no fuera por las armas occidentales enviadas a los combatientes”.
A notar que, en la mayoría de las guerras civiles, las armas pequeñas y ligeras tienen una importancia crítica, y a menudo son respaldadas por las principales armas convencionales.
Desde 2011, China ha surgido como uno de los mayores proveedores de armas a Etiopía. Algunas de las entregas conocidas de China incluyen un sistema de defensa aérea HQ-64 entregado en 2013 y cuatro lanzacohetes múltiples autopropulsados PHL-03 de 300 milímetros entregados en 2018-2019. Etiopía también importó unos 30 vehículos blindados para el transporte de personal de China entre 2012 y 2014, afirma Kuimova.
Otros medios de comunicación han informado de la presencia en Etiopía de drones chinos Wing Loong e iraníes Mohajer-6. Además, varios medios de comunicación afirman que Turquía está negociando la venta de un número indeterminado de drones armados Bayraktar TB-2. Mientras tanto, en una de las peores zonas de conflicto del mundo, Yemen, los ataques aéreos los llevan a cabo principalmente Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, equipados con armas de Estados Unidos y Reino Unido, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Pocos datos de Eritrea
Según Kuimova no se sabe mucho sobre las transferencias de armas importantes a Eritrea. Parece que el país no ha recibido armas importantes desde 2009, cuando entró en vigor el embargo de armas de la ONU sobre Eritrea. El embargo se levantó en 2018, sin embargo, no se han documentado suministros de armas importantes desde entonces. Pero, en el periodo 2001-2007, las importaciones de armas de Eritrea incluyeron dos sistemas de defensa aérea S-125-2T de segunda mano, pero modernizados, suministrados por Bielorrusia en 2005.
Bulgaria suministró 120 tanques T-55 de segunda mano en 2005. Entre 2001 y 2004, Rusia suministró cuatro aviones de combate a Eritrea y unos 80 misiles antitanque Kornet-E entre 2001 y 2005. Las entregas de Ucrania incluyeron dos aviones de combate de segunda mano.
“Actualmente estamos recopilando, analizando y verificando información de fuentes abiertas sobre las entregas de armas importantes tanto a Etiopía como a Eritrea durante el último año”, afirma Kuimova.
Sin embargo, la falta de transparencia en materia de armamento, tanto en el caso de los Estados importadores como en el de los exportadores, dificulta la determinación de las fechas de pedido y entrega, así como el número y el tipo exacto de armas transferidas en los últimos años.
Por ejemplo, Etiopía no ha presentado informes sobre sus importaciones de armas al Registro de Armas Convencionales de la ONU (UNROCA, en inglés), el principal instrumento de transparencia de la ONU sobre armas convencionales, establecido en 1997. Y China, uno de los mayores exportadores a Etiopía en la última década, dejó de presentar informes a UNROCA en 2018. Además, China no ha comunicado información sobre sus transferencias de armas a Etiopía tampoco de los años anteriores.
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